Carnivàle es una serie de HBO que sólo contó con dos temporadas, y que —cosa lamentable— quedó trunca al término de la segunda, víctima de la sencilla e impiadosa ecuación “alto presupuesto - escasa audiencia”. Este binomio es la fórmula común con la que se rigen las empresas de televisión para mensurar hasta qué punto prolongar el riesgo asumido, dónde apearse y largar el bulto antes de que estalle la tormenta.
La serie —con veinticuatro capítulos emitidos— fue cancelada abruptamente allá por el año 2005, con lo cual muchos de las incógnitas planteadas en la trama no tuvieron ninguna resolución. Expuesto así, aquellos que no la vieron en su momento difícilmente tengan ganas de verla ahora, por más efusivas que sean las recomendaciones.
Para peor, Carnivàle pintaba para clásico, razón por la cual su cancelación genera muchísima más rabia. Y ni hablar cuando empezamos a verla y advertimos que la trama abre interrogantes a cada paso, al mismo tiempo que sabemos que mucho de ellos jamás tendrán resolución.
La pregunta es: ¿hace falta mirar Carnivàle cuando hay tantas otras cosas para ver que incluso tienen final?
¿Qué cuenta el argumento?
La historia, a grandes rasgos, está ambientada en Estados Unidos durante la gran depresión del treinta. Por un lado nos muestra el transcurrir de un circo ambulante (Carnivàle) plagado de seres excéntricos, entre los que se cuentan la mujer barbuda, el hombre lagarto, dos increíbles hermanas siamesas, una tarotista que se comunica telepáticamente con su madre postrada en una cama, un enano (interpretado por Michael J. Anderson, el mismísimo enano de Twin Peaks) y la encantadora de serpientes, entre otras rarezas.
Carnivàle comienza cuando Ben Hawkins (Nick Stahl), un muchacho introvertido y prófugo de la justicia, bastante raro por cierto, se une a la caravana para trabajar de peón, luego de enterrar a su madre. Su llegada, al parecer, estaba escrita. Ben tiene poderes, y en el circo le enseñarán las piruetas para que pueda canalizarlos como es debido.
Por otro lado, no muy lejos de allí, hay un predicador, el padre Justin, que vive con su devota hermana y al que lo asaltan visiones místicas. Su misión: armar una iglesia de pobres y formar un ejército de fieles.
En ambas historias paralelas se narra otra historia subterránea: la lucha entre el bien y el mal; la eterna batalla entre las fuerzas de la luz y los poderes de la oscuridad. Todo esto ambientando de manera impecable en un escenario dominado por la más crudas de las miserias; una América polvorienta, deprimida y desoladora.
Ya sabemos, más o menos, de qué va la historia. Ahora, volviendo a la pregunta de más arriba, ¿hace falta mirar una serie que nunca sabremos cómo termina?
Vale la pena, pero te deja con ganas
En sus dos temporadas, Carnivàle cosechó una buena cantidad de incondicionales que, cuando se anunció su cancelación, colapsaron las redes informáticas de HBO clamando por, al menos, un año más. Sin embargo, aunque el número de fieles había ido en aumento en los últimos capítulos, los costes de producción —elevadísimos— resultaron imposibles de sostener para la cadena.
Pese a esta verdad insoslayable, la serie se disfruta por sus muchos momentos intensos (como el final del capítulo cinco de la primera temporada: “Babylon”); por la reconstrucción impecable de los años treinta (los coches, el vestuario, las locaciones); por el circo, esa increíble feria freaks con un clima rarísimo, sucio y pegajoso; por el trabajo de directores como Jack Bender (Lost), Rodrigo García (Six Feet Under) o Alison MacLean (The L Word), entre otros, y por un conjunto de imágenes increíbles que se nos quedan grabadas para siempre en el cerebro, salidas del universo alucinado de su creador, Daniel Knauf.
Pero más allá de esto, es imposible dejar de tener en cuenta que la serie no termina en ningún lado. Tan arriesgada, tan costosa, que sólo aguantó dos de las seis temporadas que se suponía iba a durar. En su momento hubo rumores de un final en formato película, pero sólo fueron rumores hijos de la ansiedad.
Un buen cuento abandonado por la mitad, eso es Carnivàle, por ahora; el papel abollado de un borrador que nos dejó, y todavía nos deja, con las ganas de más.
Enlaces de interés para Carnivàle
Descarga y subtítulos
Temporada 1 (2003)
Temporada 2 (2005)