Sección 'Eleventh Hour'
Otra serie con un científico
y una rubia con pistola
Tenía ganas de ver Eleventh Hour, más que nada por un morboso deseo de que Jerry Bruckheimer falle alguna vez y se reviente la nariz contra un fracaso. Jerry es el productor ejecutivo de CSI (las tres versiones), Without a Trace, Cold Case y The Mentalist: todas son series de un mismo estilo: el policial; y todas alcanzan un mismo resultado: el éxito en las pantallas.
Buena: Eleventh Hour
Así que, por fin, esta mañana vi el piloto de Eleventh Hour. ¡Ah, maldtito Jerry Bruckheimer, tampoco fallaste esta vez! La serie tiene, como todas las producidas por este buen señor, un patrón idéntico, un motorcito singular. Como los vestidos de Ágatha Ruiz de la Prada, que pueden ser distintos y estar cosidos por diferentes modistas, pero uno siempre sabrá quién tuvo la idea.
Bruckheimer sabe muy bien, a esta altura, de qué forma se cuenta una historia policial, en qué momento hay que sacar las pistolas, cuándo ser deductivo, y por qué razón hay que poner a una rubia menuda, enjuta, fría, karateca pero frágil, como protagonista.
Me dejo de divagar y resumo la historia:
En Eleventh Hour hay dos personajes principales, los de la foto de arriba. Jacob Hood (Rufus Sewell) es un hombre de ciencia muy introvertido, certero, nada policial, que trabaja para el FBI como investigador de casos científicos fallidos. Como no sabe mucho de pistolas ni de peligros, tiene una especie de guardaespaldas llamada Rachel Young (Marley Shelton) que sí sabe disparar, y pegar patadas, y todo eso.
Entre los dos, imagino, habrá tensión sexual en algún momento, mientras que en cada episodio resolverán casos muy raros. En el piloto, por ejemplo, hay un millonario que perdió un hijo pequeño y organizó todo un tinglado para clonar al muerto de forma ilegal.
Lo bueno de la serie: la personalidad de Jacob Hood, un tipo lleno de secretos, algo perturbado, de mirada muy penetrante y parlamentos sencillos y efectivos. Lo regular de la serie, ella: la protagonista es endeble, no me acabo de creer esa frialdad tan FBI, ni mucho menos que una rubia de sesenta kilos pueda pegar semejantes patadas en los huevos de otra gente.
¿Lo malo de la serie? Quizá pequeñas licencias poéticas, como llamar 'Gepetto' al cabecilla de la mafia de la clonación de niños, o encontrar demasiado rápido pruebas en una hemeroteca (los guionistas de policiales suelen depositar demasiadas esperanzas en las virtudes de las hemerotecas). Pero convengamos: son las mismas elipsis imposibles de CSI, aquellos milagros que hacen que la trama avance y concluya en 43 minutos. Se trata, como decía Coleridge, de una suspensión voluntaria de la incredulidad ('willing suspension of disbelief') que debemos pactar con la trama.
Si bien Eleventh Hour es una remake de una miniserie británica emitida en 2006 (por cierto, con dos protagonistas mil veces mejores que los yanquis, vean la foto que puse aquí a la izquierda), no dejan de sorprender ciertos parecidos entre la serie con la flamante Fringe, de J.J. Abrams. Las semejanzas son superficiales: la segunda es ochenta veces mejor. Pero el origen inglés de esta versión le da al producto de Bruckheimer una espiritualidad que los CSI no tienen. Se le nota el trasfondo británico, la mansedumbre de ciertas estructuras. Por ejemplo: la idea de que un cómplice demasiado católico confiese al estar frente a un Cristo: esa idea no puede ser norteamericana.
Les recomiendo ver el piloto de Eleventh Hour para que decidan ustedes, más tarde, qué hacer con ella. Un ser humano decente no debe ver más de tres policiales a la semana. Hagan sus propias cuentas. Yo veo CSI y The Mentalist. Tengo lugar para una más, y le doy la bienvenida a casa.
¿Cómo descargo el primer episodio?
Calendario del Miércoles 22 de Octubre
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