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Hernán Casciari nació en Buenos Aires, en 1971. Es escritor y periodista. [Más]

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Sección 'Grandes Secundarios'

Las mil caras
del Señor Pollo

Me puse a investigar qué hizo antes Giancarlo Espósito, el actor que le da vida al personaje de Gus en Breaking Bad.
ESPOILER - 09 de junio, 2010
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La semana que viene, cuando se emita el último episodio de Breaking Bad, sabremos por fin qué decisión tomará Gustavo 'Gus' Frings (más conocido como el Señor Pollo), posiblemente el personaje secundario más diplomático, sereno y terrorífico de las series de este siglo. 

Saber qué hará el amigo Gus. Esa incertidumbre no me está dejando dormir bien por las noches. Entonces, para mitigar el insomnio, me puse a investigar qué hizo antes el actor que le da vida al personaje, es decir, Giancarlo Espósito.

Y descubrí sus muchísimas caras:

Do-the-Right-Thing

En 1989, tuvo su primer personaje importante en el cine: el verborrágico Buggin Out en la película Do the Right Thing, escrita y dirigida por Spike Lee. Irreconocible el señor Pollo... Todo lo contrario a Gus Frings: puros gestos e hiperquinesia.

En 1994 tuvo que sacar mucho músculo para componer a Esteban, en la muy buena Fresh, con Samuel L. Jackson. En este drama hay un niño (Fresh, justamente) al que la mafia de la droga lo obliga a cometer crímenes y hacer trapicheos. ¿A qué me hace acordar?

En 2001 le puso cara al muy culto y sensible Cassius Marcellus Clay, un pintor y músico nacido en 1911 que, sin embargo, no fue famoso por su arte, sino por haber parido a la leyenda llamada Cassius Clay. La película, por supuesto: Ali.

En Derailed, un thriller menor de 2005 (conocido en España como Sin control, y en Argentina como Descarrilados), compuso al mundano Detective Church. Esta es quizá la única película en donde el amigo Giancarlo Espósito eligió mal.

Un año después se puso en la piel del senador Dillings para participar en la comedia Last Holiday (de Wayne Wang). Aquí intenta, sin mucha suerte, seducir a la negra Queen Latifah en una piscina. La escena nos remite a un Señor Pollo con demasiada testosterona.

Y por último lo hemos visto en el drama SherryBaby, de 2006, una muy buena película en la que Maggie Gyllenhaal la borda en un personaje de una mujer que sale de la cárcel e intenta rehacer su vida. Aquí Giancarlo Espósito compone al oficial Hernández, otra vez un latino.

Pero la tele lo consagró

Como ya es casi costumbre en estos tiempos, hay grandes actores secundarios que han hecho muchísimo cine, y que además han elegido pocas y buenas películas. Es el caso de Giancarlo Espósito. Pero tiene que ser la televisión la que venga a convertirlos en legendarios.

No me cabe duda que Gus Frings será, dentro de muchos años, un secundario inolvidable. Gracias, sobre todo, a la tercera temporada de Breaking Bad.

¿Quieren verlo en acción en sus múltiples facetas? Aquí lo tienen:

Larga vida al Señor Pollo, hermanos.

Hay una rubia
en mi cuerpo

Ambiguo, perdido por el sexo y atormentado por la culpa, Gaius Baltar es uno de los personajes más interesantes de Galactica.
ESPOILER - 26 de octubre, 2009
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El Gaius más célebre de todos fue Gaius Julius Caesar (Cayo Julio César para los amigos). Pero como el romano, hay otro Gaius clave en la historia de la humanidad. Sí señores: me refiero al Dr. Gaius Baltar, el científico alucinado de Battlestar Galactica.

Hasta el momento llevo vistas casi tres temporadas de esta serie que algún día, como todo, terminará para mí; y a medida que avanza la historia —ese largo relato futurista que imagina una oscura tragedia para nuestra especie—, Gaius Baltar va acaparando mi atención cada vez más.

Battlestar Galactica tiene mucha tela para cortar en materia de secundarios. A mí, particularmente, me gustan la hermosa varonera Kara Thrace (Katee Sackhoff), Starbuck también para los amigos, y el alcohólico coronel Saul Tigh (Michael Hogan). Y hay más, sin duda. Pero puestos a elegir, el demente y pusilánime hombre de ciencia se queda con todos los premios.

Gaius está interpretado de forma magistral por el actor James Callis, un hombre que vino al mundo el 4 junio de 1971 en Londres, asistió a la Universidad de York y a la prestigiosa Academia Londinense de Música y Arte Dramático, y sus primeros pasos en el mundo del espectáculo le valieron el premio Jack Tinker al "actor joven más prometedor", otorgado del Círculo de Críticos de Londres.

En televisión, Callis trabajó en Soldier Soldier, Ruth Rendell Mysteries y en la miniserie Helen of Troy. Pero muchos lo recordarán mejor por sus papel en cine como el amigo de Bridget en Bridget Jones's Diary. Para la pantalla grande también escribió y coprotagonizó la película Beginner´s Luck, con Julie Delpy.

Ambiguo y torturado

Gaius Baltar tiene la virtud invariable de caer siempre parado. Lo vemos de entrada, al comienzo de la serie, cuando toma su lugar en un Raptor a cambio del que ocupa el piloto Karl Agathon (Tahmoh Penikett). De todos los que forcejean por un sitio en la nave de rescate, Gaius es el que menos se lo merece. Pero esto sólo lo sabemos nosotros. Porque para los sobrevivientes del ataque cylons a las Doce Colonias resulta vital que una eminencia semejante siga con vida.

Está claro que Gaius es el responsable máximo de la masacre. Los cylons —enemigos de la raza humana— le pegaron donde más le duele, su talón de Aquiles: el sexo. No lo torturaron, no le lavaron el cerebro ni lo abdujeron. No hubo necesidad. Lo que hicieron fue ponerle delante a una rubia irresistible, la cylon Number Six (Tricia Helfer) y listo.

Mitad genio, mitad imbécil, Gaius parece protegido y guiado por un mano sobrenatural. De hecho tiene visiones. Extrañas alucinaciones propias de un lunático. Lo prueban las largas conversaciones que sostiene en el interior de su cabeza con Number Six, a quien le debe la vida; fue ella la que lo protegió de no explotar en mil pedazos el día del ataque a las colonias.

Gracias a esto logró esquivar la muerte, es verdad, pero a un precio muy alto, porque desde ese momento la bella humanoide está metida dentro suyo, zumbándole día y noche todo lo que tiene y no tiene que hacer. Como una esposa común y corriente, nada del otro mundo, salvo que ésta lo recompensa con largas y dichosas sesiones de lujuria virtual.

Number Six. A una mujer así un hombre como Gaius (¿quién no?) le concede todo. Incluso la información secreta que guarda la unidad de defensa colonial.

Está claro que a Gaius lo tortura la culpa. Egocéntrico y además cobarde, una combinación bastante espantosa, vive pendiente de que nadie descubra su verdadera responsabilidad en la masacre. Y en su locura tiende a reacciones extrañas y ambiguas, capaces de favorecer tanto a un bando como a otro. Aunque no es difícil darse cuenta de que en realidad está parado de un solo lado: el suyo.

Tom Zarek: —Gaius, usted es un genio.
Gaius Baltar: —¿Y?

Botón de muestra

Un contrapunto, de los tantos, entre Gaius y la bella Number Six, donde queda claro quién de los dos lleva los pantalones.

El recorrido de Gaius a lo largo de la serie, los diferentes lugares que ocupa, la manera en que va llegando a ellos y cómo ejerce luego cada uno de los roles que le tocan en suerte es uno de los grandes espectáculos en la larga trama de Battlestar Galáctica.

Por momentos lo compadecemos; casi siempre lo queremos abofetear. Pero es imposible que nos resulte indiferente. Incluso de aquí en adelante es probable que cuando digamos Gaius no pensemos en Julio César sino en el lunático Baltar, ese hombre que también lideró un período histórico de la humanidad y que, a diferencia del primero, siempre supo caer parado.

¿Quién es
esa chica de rosa?

La estudiante de enfermería Zoey Barkow, intepretada por Merritt Wever, pone el pulso de comedia naif en la oscura Nurse Jackie.
ESPOILER - 19 de octubre, 2009
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Primero lo primero: no hay secundarios en Nurse Jackie, excelente comedia oscura de Showtime, que destaque o asome la cabeza por encima del resto. Todos están allí como satélites de la única, fundamental y decisiva estrella del show. Hablamos por supuesto de la mismísima y homónima mujer del título (un monumento para Edie Falco).

Pero la estudiante de enfermería Zoey Barkow, la actriz secundaria elegida para esta reseña, tiene un toque particular; una tara naif que nos cautiva de entrada. Apenas aparece en el primer episodio, con su uniforme rosa salpicado de dibujos infantiles, su anotador personal y sus pendientes de ositos panda, creemos saber todo sobre ella. Y después, cuando la vemos actuar, confirmamos cada una de nuestras sospechas.

Zoey está interpretada por Merritt Wever, una actriz de veintinueve años que se crió en el centro de New York y que empezó a trabajar desde muy joven. Pasó por el off Broadway e intervino en varios largometrajes, entre ellos Into the Wild, Neal Cassady, Michael Clayton y The Adventures of Sebastian Cole. Y, por supuesto, en la tele.

Cómo vadear en la tormenta

Los personajes secundarios de Nurse Jackie cumplen sobre todo una función: la de resaltar, por contraste, las características de la protagonista. Así tenemos a la cínica Eleanor O'Hara (Eve Best), al frívolo y egocéntrico Fitch Cooper (Peter Facinelli), al paciente Mohammed '"Mo-Mo" De La Cruz (Haaz Sleiman) y al esposo fiel y complaciente Kevin Peyton (Dominic Fumusa)... Todos ellos, y los que faltan nombrar, actúan como el reverso de Jackie. Son el espejo deforme en el que la enfermera se mira.

Y Zoey, tanto en el trabajo como en la vida, es precisamente todo lo que Jakie no es. Insegura, infantil, inexperta.

A los seis años se casó con su mascota, un gato; simuló la ceremonia, le hizo un smoking al animal y todo. Como duerme poco, en las noches de insomnio se dedica a hornear pastelitos que por la mañana reparte entre sus compañeros de trabajo. Cada orden que recibe la anota en una libreta de apuntes (rosa, por supuesto) con aplicación y esmero, y cree comprender a Jackie en cuestiones amorosas dentro del ámbito laboral porque en su juventud llegó a "segunda base" con un jefe de Burger King.

Antes de la revelación en Nurse Jackie, Merritt Wever apareció en la segunda temporada de The Wire, en tres episodios de Law & Order, en uno de NCIS, y en doce capítulos de la estupenda Studio 60, en el papel de Suzanne.

El vínculo con sus superiores es de absoluta sumisión. Por ejemplo le tiene pánico a la doctora O'Hara, la mejor amiga de Jackie, y lo vemos cuando -dubitativa y temerosa- intenta recuperar su flamante estetoscopio, del que la médica se adueñó maliciosamente con el único propósito de complicarle la existencia.

Es que Zoey acaba de llegar a un mundo completamente nuevo. Un lugar violento, por lo general despiadado, que exige muchos reflejos y sangre fría. Y aquí reside el problema, porque nuestra novata enfermera carece precisamente de ambas virtudes. Nadie le niega su vocación, pero sin estas dos herramientas fundamentales es difícil que pueda llegar a alguna parte.

El mejor consejo de toda su carrera, sin duda, lo recibe de Jackie: "¿Sabes de qué trata este trabajo, cariño? -le dice la experimentada enfermera en un momento del segundo episodio-. En vadear a través de una tormenta de personas que vienen a este lugar en el peor día de sus vidas. Para que sepas, los doctores están aquí para diagnosticar, no para curar: nosotras curamos".

Todo el tiempo estamos pendientes de que no cometa un error, alguna fatalidad -después de todo de sus manos dependen la vida y la muerte- que le pueda costar el puesto. Sin embargo su cabecita vuela sin reservas. Cuando las cosas se ponen complicadas, ella suele tener otras preguntas en mente.

¿Un señor obeso es más grande que un obeso mórbido?

Botón de muestra

Una escena de ping pong dialéctico entre Merritt Wever (como Suzanne) y su jefe en la ficción, Matthew Perry (Matt Albie). Ay, cómo echamos de menos Studio 60:

Pero volvamos a Nurse Jackie : en un momento Zoey la rosa cambia de color. No vamos a decir a cuál ni por qué, para no estropearle la sorpresa a los que todavía no lo saben. Pero en esta mutación cromática a lo mejor esté el germen de lo que veremos de ella en la segunda temporada.

¿Dejará de usar pendientes con ositos? ¿Dejará de preocuparse porque un loco, desde la ventana de un edificio, le gritó que se estaba quedando calva? Tal vez sí, aunque nosotros, en el fondo, rogamos efusivamente que no lo haga. Queremos ver mucho más de Zoey, así como está pintada: la chica ingenua, torpe e insegura que le pone el toque rosa a la mejor comedia negra del año.

El chico que
volvió de la muerte

Aaron Paul, uno de los mejores actores de la nueva generación, es el elegido para la sección Grandes Secundarios.
ESPOILER - 23 de septiembre, 2009
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Tendría que haber ganado un Premio Emmy, pero se lo llevó Ben Linus. Su nombre completo es Aaron Michael Paul. Nació el 27 de agosto de 1979 en Emmett, Idaho. Trabajó en películas independientes, actuó en Mission: Impossible III y participó en un video musical de Korn. También hizo apariciones en las series The Guardian, CSI y CSI: Miami, ER, Bones, Criminal Minds y Big Love, como el mormón Scott, entre otras. La consagración, por supuesto, le llegó con Breaking Bad. Y hoy vamos a contar por qué.

Un caso perdido

Jesse Pinkman tiene un sobrenombre de guerra: Capitán Cook. Su compañero, Walter White (Bryan Cranston), también tiene uno, que suena menos romántico y más duro: Heisenberg. Ambos son socios. Se dedican al negocio de la metanfetamina.

Walter, profesor de química, aprovecha sus conocimientos para fabricar los cristales más preciados del mercado. Ese es su rol en la empresa y, para ser justos, le sale impecable. A Jesse le toca comercializar y distribuir; la coordinación de los grupos de ventas y el control de las bocas de expendio.

Pero lo cierto es que no es una tarea fácil, y tampoco para cualquiera. Sobre todo para Jesse, que carece de experiencia y además le gusta en exceso la mercadería que vende, cosa que saca de las casillas a su colega.

Jesse y Walter en plena acción en la caravana-laboratorio. Fue montada por ellos mismos. En su interior pasan largas y, por lo general, accidentadas jornadas de trabajo.

Jesse es diestro en el trámite de resultar insoportable. Sus padres, un matrimonio de clase media tirando a alta, lo echaron de casa. ¿Por drogas? Lo más probable. Pero tampoco él habrá movido un dedo para redimirse.

Sabemos que no terminó la secundaria, aunque la escuela le sirvió para algo: conocer al profesor Walter White. En sus años mozos jamás se hubiera imaginado que el circunspecto docente, con el que reprobó química, algún día se transformaría en su socio y camarada. Mucho menos que ambos iban a fabricar cristales de anfeta, en el interior de una caravana y en mitad del desierto de Nuevo México.

Desterrado del hogar paterno, Jesse vivió un tiempo en la casa de su tía muerta. Allí le pasó de todo. En un efecto semejante al de los relojes blandos de Dalí ("quien vea el cuadro un instante no lo podrá olvidar nunca", según Gala) quienes vimos la secuencia del cuerpo fundido en la bañera jamás vamos a sacarnos de la cabeza esas imágenes.

Algo similar nos pasa con el episodio en el que Jesse intenta ganarse el respeto como narcotraficante en la casa destruida de una pareja de yonquis, o cuando, por su culpa, la caravana que les sirve de laboratorio se queda sin batería en el medio de la nada..

Walter no soporta que Jesse sea tan imbécil y desmañado. Para Jesse, en cambio, White es un verdadero artista, y un padre al que en el fondo respeta. Lo sigue llamando señor White, como en la escuela, y en ocasiones, cuando algo le toca el orgullo, intenta hacerse valer.

Caer y levantarse

Típico en alguien como Jesse: de vagar por las calles, sin nada y con la ropa llena de mierda, de un día para el otro es capaz de alquilar una casa y comprar un televisor enorme de pantalla plana. Cuando promediando la segunda temporada conoce al amor de su vida, Jane Margolis (Krysten Ritter), abrigamos la esperanza de que, a lo mejor, el chico empiece a levantar cabeza.

Lo vemos entusiasmado por ampliar el negocio. Lo vermos en una reunión de trabajo con el equipo de venta, un grupo de perdedores irremediables, con cereales y refrescos en lugar de alcohol. Y pensamos que así funcionan los emprendedores. ¡De ese modo se forjan las grandes empresas! Pero todo sale mal. Muere uno de sus amigos, el negocio se complica y la relación con Jane termina mal.

Pensar que el plan original de Vince Gilligan, el creador y productor de la serie, era matar a Jesse al final de la primera temporada. De hecho, la producción ya tenía sus medidas exactas para fabricar el ataúd con el que lo despedirían definitivamente de la historia. Pero su personaje creció y se afianzó tanto que eso no fue necesario.

Botón de muestra

“Usted puede saber mucho de química, pero no sabe nada sobre vender drogas.”

Leemos que, en la temporada que se avecina, Jesse regresará de las tinieblas, ese lugar horrible donde lo vimos por última vez, para reclamar su lugar. Va a volver transformado. Va a ser otro. 

Después de todo lo que pasó es lógico que así sea.

Ser o no ser
una chica Mad Men

Elisabeth Moss es una actriz que nos encanta, y que en Mad Men interpreta a la enigmática Peggy Olson. Una chica diferente.
ESPOILER - 29 de julio, 2009
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Cuando se piensa en las chicas Mad Men, éstas de aquí arriba, saltan a la vista tres grupos: las secretarias, las amas de casa y las que comienzan a abrirse paso, de acuerdo a sus posibilidades, en un universo hasta el momento dominado por hombres.

Estamos en Nueva York, en los albores de la década del sesenta. El mundo está cambiando a pasos veloces; la publicidad y las mujeres, también.

En el universo de las chicas Mad Men las secretarias son sumisas y algo casquivanas para la época; las esposas son amas de casa impecables y sonrientes; y las mujeres independientes, bichos raros.

Este último grupo es el que nos interesa, porque a él termina perteneciendo Peggy Olson, la chica de perfil anticuado, conservadora y religiosa cuya vida sufre una profunda transformación. Peggy está interpretada por Elisabeth Moss, una actriz impresionante y precoz que inició su carrera a los ocho años.

Nació el 24 de julio de 1982 en Los Ángeles, California. Su primer trabajo fue en una película para la tele, Bar Girls. Después apareció en comerciales y más tarde participó en algunos episodios de Picket Fences.

Cuenta con una prolífica carrera cinematográfica. Trabajó en Girl, Interrupted, junto a Winona Ryder y Angelina Jolie, A Thousand Acres, con Michelle Pfeiffer y Jennifer Jason Leigh, y Anywhere But Here, al lado de Susan Sarandon y Natalie Portman, por nombrar algunas.

Épocas. En la pantalla chica pasó por series como V, The West Wing, Grey's Anatomy, Medium y Saturday Night Live, entre otras.

Pero no es hasta hoy que la adoramos. Por su interpretación de Peggy Olson, con muchísima justicia, este año fue nominada, también, a un premio Emmy.

Un largo recorrido, muchacha

Cuando Peggy llega a una de las mejores agencias de publicidad de Nueva York, lo hace con el gesto de un pichón que acaba de caer de un nido. Ingenua y virginal, comienza a trabajar como secretaria del implacable Don Draper (Jon Hamm), quien tiene mucho que ver con el ascenso de Peggy en la compañía, cuando en un ataque de espontaneidad la nombra redactora publicitaria. 

Pronto dejará de ser “una laboriosa abejita construyendo su colmena en Brooklyn”, para salir del capullo convertida en otra cosa. “Tienes que empezar a vivir la vida de la persona que quieres ser”, es uno de los consejos que obran la transformación. 

Dos caras de una moneda

En los tiempos de Peggy Olson el ideal femenino está partido en dos: de un lado las chicas Marylin Monroe; del otro, las chicas Jacqueline Kennedy.

Marilyn y Jackie.. El glamour de Hollywood frente a la elegancia de la Casa Blanca; la sensualidad de la mujer nocturna frente al impecable estilo de la madre diurna. O para enunciarlo de otra manera: la eterna batalla de las rubias contra las morenas.

Las chicas Mad Men, en algún momento, optaron por un estilo u otro. Faldas elegantes hasta la rodilla o vestidos voluptuosos y sensuales. Pero todas ellas, en definitiva, tuvieron que elegir de qué lado estar. Todas, claro, menos Peggy Olson.

“Yo no sé si todas las mujeres son una Jackie o una Marilyn. Quizá los hombres las ven de esa manera”

“¿Cuál creen que soy?”, pregunta ella. La respuesta no demora en llegar: “Gertrude Stein”, es la primero que le dicen.

No es verdad. Es ésa, pero también muchas otras mujeres, como se puede ver en este video que reúne ambas temporadas de Peggy.

Peggy Olson es un personaje clave en esta impecable obra maestra que es Mad Men. Su recorrido condensa el fin del sueño americano, la expiración de la inocencia y la castidad, de la manera más cruel y absurda. En el nuevo mundo que se avecina, los efectos del mensaje publicitario serán decisivos. Y ella lo sabe. Ni una chica Marylin ni una chica Jacky: Peggy Olson, a secas. Una marca en sí misma.

Radiografía de
un científico loco

En Fringe, el doctor Walter Bishop es el responsable de las respuestas imposibles y del toque de comedia de la serie.
ESPOILER - 29 de junio, 2009
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Es fácil querer al doctor Walter Bishop de entrada, más allá de que encarne el prototipo básico del científico desorientado y genial. Además de ser responsable de soluciones a priori imposibles, es el encargado de poner en Fringe el toque justo de comedia, y cada vez que eso sucede -porque en la biografía de Bishop también hay lugar para el drama- consigue arrancarnos una sonrisa.

El doctor Bishop está interpretado de forma magistral por John Noble; sí, el responsable de Denethor en The Lord of the Rings: The Return of the King.

Este excelente actor nació en Port Pirie (Australia), el 20 de agosto de 1948. Además de haber participado en series de televisión como All Saints y en diferentes películas (One Night with the King; Running Scared), cuenta en su haber con la dirección de más de ochenta obras de teatro. Un último dato: antes de encarnar a BishopJohn Noble interpretó al cónsul ruso Anatoly Markov en la sexta temporada de 24.

¿Es o se hace?

El doctor Bishop sabe muchas cosas y tiene infinidad de respuestas. Es una autoridad indiscutida en el campo de la física cuántica y de la ingeniería genética, y son pocos los que pueden hacerle sombra en la materia. Pocos a excepción de William Bell (interpretado nada menos que por Leonard Nimoy), su antiguo socio y camarada.

En el pasado, ambos compartieron laboratorio y trabajaron en cosas raras, experimentos que con el tiempo se convirtieron en secretos de Estado. Pero mientras uno (el doctor Bishop) fue acusado por el asesinato de un asistente e ingresado en un hospital psiquiátrico, el otro (William Bell) fundó Massive Dynamic, una multinacional de investigación tecnológica muy poderosa, que algo esconde.

Pero Bishop parece no pensar en esto. En cambio está muy contento con que le hayan restituido su laboratorio, en los subsuelos de la universidad de Harvard. Disfruta como un chico cuando un cadáver con deformaciones abominables cruza la puerta de entrada para que él lo examine, o sonríe extasiado ante el milagro de un larva asquerosa y gigante.

El doctor Bishop es un genio científico y parte sustancial del equipo Fringe, una división especial del FBI encargada de resolver casos extraños y en principio inexplicables.

Pasó diecisiete largos años confinado en una institución psiquiátrica, solo y con la barba crecida, hasta que la agente Olivia Dunham (Anna Torv, cuánto te amamos) necesitó su ayuda y fue por él. Cuando ella abrió la puerta de la habitación sellada el científico supo, con certeza, que el encierro había concluido: “Sabía que alguien vendría alguna vez”, fue lo que dijo al ver, enfrente suyo, a la chica del FBI.

Y así, entre incisiones quirúrgicas, autopsias espantosas y experimentos extrañísimos come algún tentempié, toma una cerveza de cebada o un vaso de leche que él mismo extrae de una vaca, con la que pidió contar ex profeso en su lugar de trabajo. Son antojos repentinos, ideas que lo asaltan y que en el orden de su cabeza suponen la misma importancia que la necesidad de dar con la fórmula de un antídoto vital.

Como todo científico loco, el doctor Bishop muchas veces parece retrasado mental. En la mayoría de los casos es su hijo Peter (Joshua Jackson) —junto a Olivia parte sustancial del equipo Fringe— el encargado de bajarlo a tierra cuando el hombre se va por las ramas en mitad de un razonamiento apremiante.

Su laboratorio está lleno de artefactos mecánicos; viejas invenciones que parecen obsoletas, pero que no lo son: por su intermedio es posible realizar viajes astrales y otras maravillas. Él mismo se fabrica las drogas que necesita (en sus años mozos experimentó con LSD), y como le cuesta conciliar el sueño, para poder dormir recurre a la Sucesión de Fibonacci (1, 2, 3, 5, 8, 13, 21...) —misterio matemático de la serie— en lugar de a las clásicas ovejas.

¡La única cosa mejor que una vaca es un ser humano! A menos que usted quiera un poco de leche. En ese caso no hay nada mejor que una vaca.

Botón de muestra

La personalidad errática del doctor es tan fuerte, que en Estados Unidos se usa para promocionar la serie completa:

Como se ve, su memoria padece largos y profundos baches, y en esto no hay quien lo ayude. Como tampoco hay nada que lo ayude a aliviar el tormento que lo persigue sin tregua, un dolor que viene del pasado en forma de culpa, y del que él apenas puede o quiere hablar.

Porque ¿cuánto es lo que sabe y cuánto lo que de verdad no recuerda? Al final del recorrido el doctor Bishop tal vez dé con algo más que con respuestas positivas para la brigada Fringe. Lo más seguro es que, si el destino no le depara alguna otra sorpresa mejor, detrás de sus investigaciones también se descubra a sí mismo.

La madre
de todos los muertos

Las criaturas de Six Feet Under parecen más reales que la vida misma. Pero nosotros nos quedamos con Ruth. La mamá.
ESPOILER - 19 de junio, 2009
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Ruth Fisher (Frances Conroy) es real. Vive en una casa real y tiene una familia real. La cocina de Ruth es real. Y todo lo que le sucede: sus problemas existenciales, sus preocupaciones de madre, la soledad, las fobias y el amor, todo es de verdad.

Frances Conroy nació en Monroe, Georgia. Es, sobre todo, una actriz de teatro con una larga trayectoria en Broadway y en el off Broadway, donde participó en una producción de Otelo y compartió escenario con Richard Dreyfuss y Raúl Juliá. Más tarde integraría el elenco en obras de autores del tamaño de Arthur Miller, Edward Albee, David Hare y Neil Simon.

En cine no se quedó atrás: trabajó en Manhattan de Woody Allen, The Aviator de Martin Scorsese y Broken Flowers de Jim Jarmusch, entre otras películas.

Luego de su papel en Six Feet Under –por el que fue nominada a un Emmy en la categoría mejor actriz- siguió apostando por la televisión. La vimos en episodios sueltos de ER, Desperate Housewives y How I Met Your Mother. Y ya se anunció que también estará presente en la última temporada de Nip/Tuck.

Alan Ball dotó a los personajes de Six Feet Under de una autenticidad documental. Los retrató con realismo fotográfico, como un científico que observa la vida para sacar conclusiones sobre la muerte, el tema principal y excluyente de esta obra maestra de la televisión.

Y para que esto fuera así supo rodearse de grandes actores. En Six Feet Under no hay uno que desentone. Pero Ruth Fisher, interpretada por Frances Conroy, es inolvidable.

El día que conocemos a Ruth, cuando la vemos por primera vez, es el mismo día en que ella se queda viuda. Su esposo, Nathaniel Fisher (Richard Jenkins), inaugura en el episodio piloto la larga lista de defunciones que se sucederán a lo largo de la monumental historia, y que concluirán, en la quinta temporada, con una última defunción, destinada a cerrar el círculo.

Pobre Ruth. Sus hijos están grandes y ya no la necesitan. Pero igual sigue pendiente de ellos, obsesionada por que se alimenten bien, sean sanos, formen una familia estable y no se droguen. Es imposible hablar de Ruth sin hablar de la relación que esta madre abnegada, por sobre todas las cosas, tiene con sus hijos.

Nate (Peter Keause) es el mayor de los tres. Aunque para las madres todos sus niños son iguales, siempre hay uno que es la debilidad. Nate es la debilidad de Ruth, el hijo pródigo que regresa al hogar, pese a sus verdaderos deseos. David (Michael C. Hall) es homosexual. ¿Cuán responsable es Ruth de que el pequeño David sea el más trastornado de los tres? No lo sabemos, pero se puede calcular. Y finalmente Claire, la hija rebelde, en plena construcción de sí misma. Ruth no la entiende y le cuesta relacionarse con ella.

Ruth sufre por sus retoños, pero también sufre por ella. Está decidida a hacer algo con su vida. Piensa que no es demasiado tarde. En el derrotero por descubrir quién es, se vuelve inocente e infantil, una niña risueña de pelo largo en el cuerpo de una mujer adulta. La comprendemos. Como también entendemos sus dudas y contradicciones internas, cuando vuelve sobre sus pasos porque no es capaz de liberarse del todo.

A partir de la muerte de su esposo empieza la historia de Ruth. Porque después de la noticia, y cuando acusa recibo del golpe, ella descubre una verdad desconcertante.

Hubo un accidente, el coche nuevo está destruido. Tu padre está muerto y el asado se quemó.

Botón de muestra

La frase de aquí arriba se la dice Ruth Fisher a su hijo Dave, en una de las escenas más cautivantes del episodio piloto. Aquí el minuto original (sólo lo encontré subtitulado al portugués):

No hay dudas de que cumplió con sus deberes de madre y esposa, salvo un pequeño desliz que nunca terminará de perdonarse. Lo hizo lo mejor que pudo, como una ama de casa de los años cincuenta. Sin embargo la vida le pasó por un costado y ella, que sólo existió para los demás, ahora no sabe en realidad quién es.

El viaje de Ruth, como el de todos los personajes de la serie, es largo y tiene un propósito. Ser madre, volver al lugar donde todo empezó, probablemente haya sido el suyo.

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