Sección 'Identity'
El nombre
es lo de menos
La británica Identity (ITV) —escrita y creada por Ed Whitmore— parte de una premisa interesante: los delitos relacionados con el robo de identidad. Aquello que creemos seguro, único e indivisible —es decir nosotros mismos— también puede ser violado y duplicado por otros.
Nada nuevo, lo sé. Desde el falso Balduino al talentoso señor Ripley —incluso antes y por supuesto después— los ejemplos abundan. Pero a efectos dramáticos, el tema se presenta generoso en posibilidades, especialmente en estos tiempos de identidad digital, ciudadanos virtuales y sujetos tecnológicos.
Pero hasta el momento, a juzgar por lo visto en los dos primeros episodios de la serie, Identity no alcanza a sacarle el jugo a las ventajosas posibilidades que le proporciona su punto de partida. Ni siquiera la reconfortante presencia de Keeley Hawes (Ashes to Ashes), como DSI Martha Dawson, ayuda subsanar el inconveniente. Una lástima.
La serie presenta a una unidad especial de la policía británica, que justamente se encarga de resolver delitos de esta naturaleza. La DCI Martha Dawson es la jefa, no podía ser menos. A su cargo están dos agentes, uno joven con escasa experiencia y otro mayor, experimentado y ortodoxo.
El equipo se completa con una mujer geek y muy brillante encargada de aportar las soluciones tecnológicas (Holly Aird), y el héroe, la gran apuesta del grupo de investigadores: John Bloom (Aidan Gillen).
Bloom se incorpora al equipo en el episodio piloto. Sus métodos de trabajo no son los convencionales. Sin embargo Martha Dawson confía en él y en su experiencia —durante quince años trabajó como agente encubierto—, y se juega a tenerlo como parte de la elite de investigadores. ¡Pero cuidado! Porque el hombre guarda secretos (por supuesto relacionados con su propia identidad).
En el primer episodio un tal Smith, eso es todo lo que se sabe de él, se apropia de la identidad de un ex coronel del ejército, al que lo exprime a más más no poder. En el segundo, una joven desquiciada usurpa la vida de una mujer de su misma edad, lejos del hogar, en una playa de Australia. Aunque la historia recuerde un poco a The Talented Mr. Ripley, de Patricia Highsmith, este episodio es el que más me gustó de los dos.
Pero insisto: le falta bastante a Identity para que la recomiende con ganas. Para empezar, mejorar las tramas autoconclusivas, afinar el perfil de los personajes (hasta el momento Keeley Hawes está desaprovechada) y hacer lo posible para evitar esas escenas finales de persecución a toda carrera, cosa que me parece insufrible.
Aunque si tenemos en cuenta lo poco que hay en parrilla, no está mal echarle un vistazo.
Más allá de esto, ya se habla de que Identity podría contar con una spin-off americana. Pero por ahora, sólo se trata de rumores.