Sección 'In Treatment'
Regresó un clásico, volvió In Treatment
Quizá sea verdad que para los argentinos, los judíos y los neoyorquinos esta serie es algo más que una serie. No sé muy bien qué pensarán de ella, pongamos, los murcianos que nunca han visto de cerca a un psicólogo, ni son amigos de uno, ni saben de qué se trata ese asunto a nivel personal.
Nosotros, los argentinos, vamos al psicólogo casi como los españoles van al bar. Porque sí. Y entonces esta serie, para nosotros, es como para ustedes Cheers. Algo reconocible.
La mano en la sien, la cabeza inclinada, los ojos en lontananza del psicólogo de In Treatment es un gesto que hemos visto muchas veces, y sabemos entonces que la serie es real. Que así es como ocurre. Y por eso la amamos.
Por eso entonces lo digo con efusividad: ¡El doctor Paul Weston —junto con sus atribuladas, pequeñas y heroicas batallas diarias— ha regresado a nuestras rutinas semanales! Repitan conmigo, una vez más: ¡Alabado sea Freud!
En esta nueva temporada de In Treatment, que tendrá en total cuarenta y tres episodios —ocho más que la anterior— estamos conociendo a tres nuevos pacientes, amén de la nueva terapeuta de nuestro querido Paul (Gabriel Byrne).
Como ya es un clásico de Espoiler, presentemos en sociedad a nuestros nuevos amigos.
Bienvenidos a la consulta
Sunil (Irrfan Khan). Tiene un hijo Arun (Samrat Chakrabarti) y una nuera bastante arpía cuyo nombre es Julia (Sonia Walger). Acaba de llegar a la ciudad de las luces desde la India. Ha perdido a su mujer y no puede adaptarse a la cultura occidental.
Frances (Debra Winger). Inolvidable en la lacrimosa Terms of Endearment, junto a Shirley MacLaine. Aquí se pone en la piel de una acriz que, de golpe, no puede memorizar sus parlamentos para una obra de Broadway. Su hermana ya fue paciente de Paul.
Jesse (Dane DeHan). Interpreta a un muchacho de diecisés años, homosexual, al que le gusta la fotografía, y que padece déficit de atención.
Adele (Amy Ryan). El psicólogo está teniendo problemas para dormir, y necesita un profesional que le recete una medicación para el insomnio que lo aqueja. Entonces acude a Amy, a quien considera una joven inexperta. Pero ella lo va a sorprender.
Ahora In Treatment está huérfana de madre: ya no cuenta con el apoyo de los guiones de BeTipul, el formato israelí original en el que se basa esta obra maestra del enorme Rodrigo García, y que sólo contó con dos temporadas en pantalla. Pero, la verdad sea dicha, la criatura ha crecido muy bien al otro lado del mundo y puede caminar solita.
Está dicho: no hay nada que afecte a In Treatment, una historia silenciosa y de perfil bajo, llamada a convertirse en uno de los grandes clásicos de la época dorada de la televisión del mundo. Bueno, del mundo no.
Pero sí entre argentinos, judios y neoyorquinos.
Rodrigo García:
el viaje a la semilla
En casi todas las entrevistas o notas que hemos leído sobre él, incluso en ésta, siempre se menciona que Rodrigo García Barcha es hijo del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Está claro que ser hijo de semejante padre no es un dato que pueda pasarse por alto en ninguna biografía. Seguro que no se llega a adulto del mismo modo cuando el que nos cuenta los cuentos de la infancia, al borde de la cama, es uno de los inventores del realismo mágico latinoamericano.
Pero a esta altura de las cosas, con este muchacho que nació en Bogotá pero que pasó la niñez en México y parte de la adolescencia en Barcelona, el uso de la referencia constante -ese recurso de la prensa acostumbrada a trazar filiaciones para que nadie se quede afuera- dejó de ser necesario.
Para el joven Rodrigo García Barcha la herencia paterna no debe haber sido fácil. Emprendió una larga búsqueda personal. Fue fotógrafo y estudió para cheff en París, pero estaba claro que no quería ser ni lo uno ni lo otro. Se especializó después en historia medieval, nada menos que en la prestigiosa universidad de Harvard, donde se graduó. Luego regresó a México, y en la patria de su infancia dio finalmente con la punta del ovillo: fue trabajando como asistente de cámara de comerciales para televisión.
Esta experiencia lo animó a cursar una maestría en el American Film Institute de Los Angeles. Allí profundizó en los primeros secretos del oficio, y regresó a México para trabajar como camarógrafo y director de fotografía en diferentes películas que se rodaron en ese país.
De vuelta en Hollywood escribió el guión de su primera película, Things You Can Tell Just by Looking at Her, que fue aceptado y pulido en el Sundance Institute. Cuando Glenn Close lo leyó se quedó muda, y por ninguna razón quiso quedarse afuera del proyecto.
Ya era un hecho que lo suyo pasaba por el cine. Y si quedaba alguna duda se disipó cuando, junto a unos pocos aspirantes más, lo seleccionaron para participar del taller de directores del Sundance Institute.
Cine para la tele
Como si el destino ya le estuviera indicando el rumbo, el estreno de Things You Can Tell Just by Looking at Her –que reunió a un elenco espectacular- no fue en cine sino en la televisión por cable; para más datos en Showtime, donde la Metro Goldwyn Mayer creyó apropiado venderla.
Esto no era con lo que Rodrigo García Barcha había soñado, pero no se amedrentó y siguió adelante con nuevos proyectos. Finalmente la película, mucho más emparentada con el espíritu europeo que con el americano, se quedó con el premio Un Certain Regard del festival de Cannes.
Después hizo otras obras para la pantalla grande: Ten Tiny Love Stories, Nine Lives y Passengers, acaso su trabajo más flojo; en todas ellas Rodrigo despuntó su interés por describir universos femeninos, y demostró tener en la materia una sensibilidad especial.
“Cuando empecé a escribir me salían mejor los personajes femeninos. Son expresiones modificadas de mi mismo. No siento que haga películas sobre la problemática de la mujer sino sobre temas que me interesan”.
Pero donde más y mejor ha volcado sus dotes de enorme narrador es en sus trabajos para la televisión. Además de haber dirigido grandes capítulos de Six Feet Under, deslumbró detrás de cámara en otras series de HBO, como la histórica The Sopranos y Carnivàle. Los pilotos de Big Love y Six Degrees también llevan su sello maestro.
Su obra cumbre, su trabajo más personal, acaso sea In Treatment, que rescató de un formato israelí (BeTipul) y cuya segunda temporada finalizó en mayo de este año. Se trata de un manifiesto minimalista de veintitrés minutos por capítulo, y que es, como ya dijimos, una revolución televisiva por donde se la mire, un derroche de calidad y de talento.
In Treatment condensa el espíritu que sobrevuela la obra de Rodrigo García Barcha: una reacción hacia aquellos productos artificiales -generalmente caros- en los cuales la experiencia humana se reduce a la caricatura. Aquí la magia está en los detalles. El lo define muy claro cuando dice que no necesita bombardear un puente para que una obra conmueva. “Todo el drama puede suceder en un elevador”, observa.
A un mes de cumplir cincuenta años, Rodrigo García Barcha puede decir con tranquilidad que construyó una obra personal con voz propia y que, en el camino, como un viaje a la propia semilla, terminó haciendo realidad el viejo sueño que su padre no pudo cumplir: filmar, trabajar en cine y jugar, como decía Orson Welles, con “el tren de juguete más grande que jamás haya tenido un niño”.
Alabado sea Freud:
volvió In Treatment
Hoy, hace unas horas, comenzó en Estados Unidos la segunda temporada de In Treatment, la excelente serie de Rodrigo García de la que ya hablamos maravillas en Espoiler hace un año exacto, y una de las muy pocas que ostentan nueve puntos en la base de datos de Espoiler.tv.
Para los distraídos, un breve resumen de In Treatment, temporada uno: tenemos a Paul (Gabriel Byrne), un terapeuta de cincuenta años que recibe un paciente por día, en su casa. Y que los viernes va a casa de su propia terapeuta, a contar sus problemas.
Fin del resumen.
Eso es todo. Ahí se acaba la trama. Lo demás, decíamos entonces, es un guión increíble y un grupo de actores que dan la talla. Un lujo de serie, en dosis diarias. La primera temporada tuvo 43 episodios de media hora, emitidos de lunes a viernes.
La segunda temporada que anoche comenzó en HBO tiene algunas diferencias: se emitirán dos episodios los domingos por la noche, y tres los lunes (lunes y martes de madrugada, en España). Y dicen las malas lenguas que durará sólo 35 entregas, es decir, siete semanas en lugar de ocho.
Esta nueva distribución no es la más adecuada, porque una de los grandes aciertos de la serie ha sido poder ver una dosis diaria. Por tanto, en la agenda de Espoiler.tv distribuiremos los episodios de lunes a viernes. Ojalá haya, igual que el año pasado, dedos samaritanos que generen subtítulos con la velocidad del rayo. Seguramente los habrá.
Nueva trama, nuevos pacientes
Esta nueva temporada nos llega con el psicólogo Paul que se ha divorciado y ya no vive en Maryland, sino en New York. No tendremos noticias de su ex esposa ni de sus dos hijos, por lo que se sabe. Veamos el perfil de sus nuevos pacientes:
Mia (Hope Davis) es una abogada y antigua paciente de Paul que volvió a la consulta después de que Paul pidiera a su bufete que lo defienda en un caso. Mia es una soltera de 43 años, sin hijos, que hace mucho tuvo un aborto traumático. Su caso tiene buena pinta.
April (Alison Pill) es una estudiante de arquitectura de 23 años que fue diagnosticada de cáncer y no quiere empezar un tratamiento ni contarle a sus padres de su enfermedad. Por lo que se sabe, tendrá una relación ambigua con Paul. ¿Transferencia sexual?
Oliver (Aaron Shaw), un chico de once años que esta estresado por la inminente separación de sus padres. Son ellos quien lo llevan al piscólogo, pero Paul ve en los padres un problema mayor. Olivier se siente mal por ser gordo y sufrir de burlas en el colegio.
Walter (John Mahoney, sí, Martin Crane en Frasier) es el exitoso presidente de una empresa de finanzas que ve su vida derrumbarse tras un escándalo profesional (¿producto de la crisis global?) y una pérdida que irá desgajando en las sesiones.
Y por fin Gina (Diane Wiest) que sigue viviendo en Maryland. Allí tendrá que viajar Paul una vez a la semana para contar los vericuetos de su vida personal y profesional. Seguramente sabremos más de ella en esta temporada, sobre todo: por qué está sola.
Botón de muestra
Hay en You Tube un trailer que nos muestra otras variantes en la segunda temporada de In Treatment: ya no se ven locaciones minimalistas: hay escenas en trenes, en grandes edificios. Posiblemente la primera gran revolución teatral haya dejado paso, ahora, a una serie más estándar.
Sea como sea, In Treatment empezó anoche en los televisores del mundo, y es una gran noticia para los que disfrutamos de la buena televisión.
Llega a España En terapia,
un tratamiento para el alma
Lo que sigue es un consejo vital para los espectadores de televisión que todavía no han logrado ver ficción subtitulada. A principios de este año muchos de nosotros vimos, y adoramos, In Treatment, que el próximo lunes comienza a emitirse en España; dobada, por supuesto.
Si el lector que odia los subtítulos y tiene en casa el canal Fox, puede pasar al siguiente párrafo. Si el lector no tiene el canal Fox, piense ahora mismo en un amigo que sí lo tenga y llámelo (¡ya mismo!) diciendo la siguiente frase: “Desde el lunes, grábame el canal Fox, que yo pasaré por tu casa a buscar los DVDs”.
El próximo lunes 20, desde la exacta medianoche, Fox estrenará en exclusiva la serie In Treatment (en español se llamará “En terapia”), una revolucionaria producción de HBO escrita y realizada por Rodrigo García, el hijo del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, y protagonizada por un grupo de actores bestiales, que componen en pantalla los mejores momentos de sus carreras.
Para ver “En terapia” hay que dejar treinta minutos libres todos los días, de lunes a viernes. No, tranquilos, no es un culebrón, pero va todos los días porque la protagoniza un psicólogo que recibe a diario a sus pacientes.
Los lunes podremos ver la sesión con una enfermera muy guapa, los martes a un militar con culpa, los miércoles (ay, los miércoles) a una joven gimnasta suicida, los jueves a un matrimonio en crisis, y los viernes el propio psicólogo (Gabriel Byrne) visita a su terapeuta (la inmensa y oscarizada Dianne Wiest).
Señores herejes, impíos que se han apartados de la senda de la Versión Original: vean esta serie de alguna forma, aunque otros locutores emparchen las voces nativas. Son cuarenta y tres episodios solamente y después se acaba, se acaba con un final verdadero, y ustedes se arrastrarán ahogaditos en llanto; sólo tres meses, y habrán visto algo maravilloso. (Se habrán perdido las voces, es verdad, pero allá ustedes y su extraña religión de playbacks.)
No hay absolutamente nada en la televisión nocturna que merezca la pena más que lo que presenta la Fox desde el próximo lunes. En Terapia es, sin duda, un tratamiento para el alma.
Calendario del Viernes 17 de Octubre
Para los amantes del subtitulado, el calendario. La pasada noche, en Norteamérica se pudieron ver un montón de buenas series que ya están disponibles para descarga (nuestras preferidas: My name is Earl, CSI Las Vegas y The Office). Aquí el listado completo.
HBO hace teatro en la tele,
¡y también funciona!
Es hora de hablar de In Treatment en profundidad. Porque se terminó, porque ayer en casa vimos el último episodio, y porque hace dos semanas que me muerdo la lengua para no hacer esta reseña antes de tiempo. Sí, ya es hora. Todos los subtítulos en español están acabados e imagino que ya muchos de ustedes, como nosotros, han pasado tres meses disfrutando como cerdos.
Primero, la novedad. La cadena HBO puso en el aire durante cuarenta y tres noches, de lunes a viernes y en horario central, a gente haciendo ficción sentada en sofás. Cada noche veintitrés minutos de diálogo sereno, y eso con suerte. Porque también hubo largos silencios... Gente hablando, nada más. Sin exteriores, sin acción, sin tiros. Ni urgencias médicas ni explosiones ni desnudos ni besitos. Lo nunca visto, una revolución televisiva absoluta.
Me dirán que ya se hizo algo parecido. Sí, pero nunca diario. Me dirán que ya está inventada la tira diaria. Sí, pero nunca buena. Lo bueno y lo diario, en la ficción, no había ocurrido nunca con calidad.
HBO, me parece a mí, enloqueció de repente. Yo creo que alguien dijo: “Si a finales de los ’90 hicimos cine en televisión y funcionó, es hora de que empecemos a hacer teatro”. ¿Y funcionó? Ay, no saben ustedes cuánto.
Discutíamos con mi mujer ayer por la noche, tras el último episodio, sobre cuál era el gran pilar de la serie. Si eran los actores (absolutamente descomunales, todos) o si era el guión, que parece magia. Concluimos en que eran los actores. Un monumento a esa gente, por el amor de Dios. ¡La chica que hace de Sophie no puede trabajar así, es indecente! Pero no es sólo ella: uno tras otro, día tras día, ofrecieron una clase magistral de interpretación.
La historia es sencilla. Tenemos a Paul (Gabriel Byrne), un terapeuta de cincuenta años que recibe un paciente por día, en su casa. Los lunes conocemos a Laura (Melissa George) que de arranque le dice al psicólogo que está enamorada de él. Mala cosa.
Los martes Alex (Blair Underwood) un oficial de la Marina que acaba de volver de Irak, donde mató sin querer a docena y media de chiquitos con un misil.
Los miércoles aparece Sophie (australiana bestial, Mia Wasikowska), una jovencísima gimnasta olímpica que intentó matarse y no sabe bien por qué.
Los jueves hay terapia de pareja: Jack y Amy (Josh Charles y Embeth Davidtz) no pueden decidir si el bebé que esperan es una bendición o un aborto inminente.
Y los viernes es el propio Paul quien visita a la psicóloga Gina (Dianne Wiest, pónganse de pie), porque él también tiene una vida, claro, tiene una esposa a la que sospecha adúltera, un par de hijos distantes, y una paciente enamorada Y ahí se acabó el asunto.
La serie se puede ver de seis maneras. Una es la típica (la forma horizontal, en gris) y las otras cinco formas (las de color rosa) son verticales. Aprovecho el cuadro para insertar también las opciones individuales de descarga y subtitulado:
E01 + subs | E02 + subs | E03 + subs | E04 + subs | E05 + subs | |
E06 + subs | E07 + subs | E08 + subs | E09 + subs | E10 + subs | |
E11 + subs | E12 + subs | E13 + subs | E14 + subs | E15 + subs | |
E16 + subs | E17 + subs | E18 + subs | E19 + subs | E20 + subs | |
E21 + subs | E22 + subs | E23 + subs | E24 + subs | E25 + subs | |
E26 + subs | E27 + subs | E28 + subs | E29 + subs | E30 + subs | |
E31 + subs | E32 + subs | E33 + subs | E34 + subs | E35 + subs | |
E36 + subs | E37 + subs | E38 + subs | E39 + subs | E40 + subs | |
E41 + subs | E42 + subs | E43 + subs |
Desde mañana, comenzaré a ver otra vez In Treatment, pero de modo vertical. Empezaré con Laura. Allí tenemos, sin duda, una serie inglesa de ocho episodios, independientes de todos los demás. Cada personaje es una temporada, y la historia, sin duda, cambia. Seguiré con Alex, y así, en zigzag, completaré las cinco temporadas tácitas. Es, más que ninguna otra serie de estos tiempos, una obra para volver a ver muchas veces.
Para quienes no hayan comenzado a verla todavía, una recomendación personal. No se atiborren con seis capítulos la misma noche, no sean pavotes. Esto no es 30 Rock ni es The Office. Intenten, si la ansiedad se los permite, ver un episodio al día, y en un horario similar. Por ejemplo, entre que acaban los informativos de Gabilondo y empieza El Hormiguero (o la opción que ustedes prefieran: siempre la publicidad a esa hora es mortal, en cualquier cadena). Asimilen la información con la distancia que propone el original. Porque no estamos comiendo patatas fritas: estamos frente a caviar del bueno.
Ahora intento bajarme de la euforia y dejar algunos datos objetivos, que parezco un nene con escaletrix nuevo.
In Treatment está basada en un formato israelí (BeTipul) que se emitió con éxito hace tres años, aunque, según me han dicho, con una calidad actoral y una puesta en escena seiscientas veces más cutre que las de esta adaptación. El éxito, de todos modos, fue absoluto.
La idea de apostar por un formato tan arriesgado en Estados Unidos, la reescritura de los guiones originales y la dirección de la mayoría de los episodios corrió por parte de Rodrigo García, colombiano de 49 años que, desde hace ocho, ha metido mano a casi todos los éxitos de HBO (Sopranos, Carnivàle, Six Feet Under, Big Love, sigue la lista) y que, además, es el hijo mayor de García Márquez. Algo hay en esos genes; habría que avisarle a los científicos del mundo que se dejen de joder con las ovejas dollys y empiecen a guardar el ADN de todos los García de Bogotá.
Sí, ya sé: volví a la euforia y fracasé con la objetividad. Mala suerte. Me voy a mirar todo otra vez de atrás para adelante, a ver si descubro una séptima opción de visionado. Dios quiera.
Esta semana acaba
In Treatment, teatro a domicilio
Esta semana acaba una de las series más atípicas de los últimos años, sobre todo porque se ha emitido de lunes a viernes, como si se tratatse de un culebrón. Hablo, por supuesto, de In Treatment, el nuevo riesgo asumido por HBO y Rodrigo García (el hijo cineasta de García Márquez).
Durante las últimas cinco semanas he recomendado en Espoiler esta consulta diaria con Gabriel Byrne (el doctor Paul, en la ficción) y sus cinco pacientes. Por suerte, los chicos de Wikisubtitles han trabajado sin descanso en la traducción de la obra completa, que podemos ver con el mismo ritmo que en Estados Unidos, pero con una semana de retraso.
Hemos conocido a la paciente de los lunes, Laura (Melissa George), enamorada de su doctor; a Alex (Blair Underwood), el paciente de los martes, que lleva dentro la culpa de haber bombardeado una escuela en Irak. También a la frágil Sophie (Mia Wasikowska) una aspirante a medalla olímpica de gimnasia que, al mismo tiempo, aspira a suicidarse pronto; y a la pareja compuesta por Jake y Amy (Josh Charles y Embeth Davidtz) siempre al borde del divorcio y de la pasión extramatrimonial. Y cada viernes, por fin, pudimos espiar las sesiones del propio Paul con su terapeuta Gina (la enorme Dianne Wiest).
Del experimento In Treatment, que acaba esta semana con sus último tres episodios, sólo soy capaz de augurar el inicio de un nuevo formato: la serie diaria. No sé si HBO tiene pensado insistir, pero no estaría nada mal que lo hiciera, porque el escenario piloto le ha salido perfecto.
Sólo tengo el barómetro de mi casa, en donde durante siete semanas venimos viendo cada noche un capítulo con gran fascinación. Por supuesto: no hay tiros, ni bombas, ni escenarios fastuosos. Es casi como pedir teatro a domicilio. Un pequeño delivery de drama puro y duro.
La semana pasada, muchos lectores de Espoiler andaban por quí desesperados porque no podían conseguir el episodio 38 en torrent. Eso me dio una idea (muy vaga) de que no era yo el único raro que miraba la serie. Qué buena noticia. Para ellos, aquí el S01E38 tan esquivo.
Aquí abajo les dejo, como cada lunes, el calendario completo de la última semana de marzo, pero quiero insistir con In Treatment para los que todavía no le hayan hincado el diente: atrévanse. Se quedarán con la boca abierta.
De excelente a asqueroso:
repasamos las nuevas series
Durante la última semana hice uso indiscriminado de sofá y me liquidé seis pilotos de series nuevas flamantes para este pequeño informe. ¿Qué tal son las nuevas producciones que las teles anglosajonas han puesto en parrilla? ¿Hay alguna imprescindible, hay mucho bodrio suelto? Utilizaré los adjetivos excelente, muy buena, buena, pasable, mala, malísima y asquerosa, como ya hice otras veces con idéntica impunidad. Y también estrellitas de color amarillo, que siempre quedan muy vistosas.
No está demás decir que estas valoraciones se basan en primeros capítulos (pilots) en donde casi todo consiste en la presentación de los personajes y el tanteo argumental, pero a estas alturas ya es posible olfatear —sólo con eso— por dónde irán los tiros.
Quiera dios que estas intuiciones les aprovechen mucho.
Excelente: In Treatment
Al que le gusten las tramas de acción, que no pase por aquí. HBO vuelve a romper moldes con una serie diaria (lunes a viernes) en donde todo el estofado pasa por la palabra. Un psicólogo (Paul), recibe cada día a uno de sus pacientes. Los lunes es Laura, los martes Alex, los miércoles Sophie y los jueves Jake y Amy. El viernes es el día en donde este terapeuta sereno, convertido en paciente inseguro, visita a la doctora Gina. Esto es puro teatro, señores, personajes al borde de la confesión, el abismo y la mentira. Y nosotros, desde casa, voyeurs privilegiados de actuaciones memorables. He visto tres episodios solamente. No me hacen falta más para recomendársela hasta a los perros del barrio.
Muy Buena: Eli Stone
Primera sorpresa. No apostaba dos monedas por una comedia legal en donde el protagonista se llamara Eli. ¿Versión masculina de Ally (McBeal)? Puede. ¿Versión más higiénica de Earl (My Name is)? También. Y no hablo sólo de la cacofonía en los nombres, sino de la historia. Eli Stone es un abogado, ocurren cosas surrealistas, hay mucho material kármico o espiritual, aparece el bien y el mal, etcétera. Este hijo flamante entre el bigotudo Earl y la hiperquinética Ally no salió tonto. Todo lo contrario. El primer capítulo me sorprendió por su frescura y su planteamiento singular. No es una obra imprescindible, sólo comedia blanca. Pero cumple su función de entretener y no cuesta nada hacerle un hueco todas las semanas.
Buena: Welcome to The Captain
Segunda sorpresa, y otra vez con una comedia sin mayores pretensiones. Esta serie se podría llamar, tranquilamente, Aquí no hay quien viva. El planteamiento es idéntico al de la serie española: un edificio en el que vive gente, un portero chismoso, gente que quiere privacidad y no la consigue, viejos locos, jóvenes modernos, familia tipo, etcétera. Lo que no tiene, por supuesto, es costumbrismo ibérico. A The Captain (así se llama el edificio) ha llegado un guionista joven en busca de tranquilidad para escribir. En el primer episodio descubrimos que no lo conseguirá. Entre los variopintos personajes secundarios, tenemos a Rachel Welch. Lo demás, está por venir y promete bastante.
Pasable: Breaking Bad
Esperaba mucho más de una trama, a priori, tan jugosa. En cuarenta palabras: a un profesor de química (esposo y padre mal asalariado) le descubren cáncer incurable y decide pasar su último año de vida cocinando droga en una roulotte para hacer dinero y que su familia, tras su muerte, tenga comodidad económica.
Stop. A primera vista nos recuerda bastante a Weeds, pero se le parece muy poco. El equilibrio entre drama y comedia aquí no está nivelado. El episodio inicial tiene buenos momentos, pero también ansiedad y un desarrollo previsible. Se me antoja como una más de esas series que seguiré bajando dos, tres episodios más, y después ya me dará pereza. (Postdata personal: el actor protagonista no me convence nada.)
Mala: Ashes to Ashes
Ay, cómo siento tener que decirlo: a veces la BBC falla. La secuela de Life on Mars (de eso trata esta nueva serie) es innecesaria. A todos nos enamoró el personaje del teniente Gene Hunt, pero este spin-off hace agua por todas partes. Veamos: en época actual una mujer policía está escribiendo un libro sobre el caso de Sam Tyler, aquel contemporáneo que estuvo en coma y a la vez viviendo en 1973. De repente, ella recibe un tiro y viaja a 1981, donde se encuentra con toda la cuadrilla de la serie anterior. El espectador (nosotros) ya no sentimos la maravilla de la obra precedente, y eso es lo malo. Además, los ochenta no tienen la gracia de los setenta. Es una lástima.
Asquerosa: Lipstick Jungle
Para hablar de esta serie podríamos dejarnos vencer por la pereza y, ya que estamos, incluir también otros bodrios como Cashmere Mafia, Gossip Girl y —en menor medida— Women's Murder Club, otros estrenos mediocres de este año. Lo diré sin eufemismos: las series con mujeres guapas que son amigas entre ellas y tienen muchos secretos y mucho dinero me tienen podrido. Puedo llegar hasta Desperates Housewives con dignidad, pero más allá no paso. Me aburro. No me importa si son detectives, o adolescentes, o empresarias, o periodistas, o nadadoras olímpicas sincronizadas. Todo lo que tengan para decir me chupa un huevo. No es prejuicio machista, sino argumental. Vean ustedes Mistresses, o Big Love, y comprenderán la diferencia entre el histeriqueo y la buena ficción.