Sección 'J.J. Abrams'
La caja mágica
de J.J. Abrams
Hace unos días encontré esta conferencia de J.J. Abrams organizada por TED (Technology, Entertainment, Design), en la que el creador de Fringe analiza por qué razón, en todo lo que hace, siempre hay un alto componente de misterio.
Para desentrañar la cuestión, mientras nos muestra fragmentos de películas propias y ajenas, el muchacho de gafas se remonta a su más tierna infancia y nos habla sobre su obsesión por la tecnología del papel, su fanatismo por las máquinas y las herramientas, y su posterior admiración por Apple y Steve Jobs.
Pero más allá de esto, relaciona dos claves para desentrañar sus obsesiones de adulto: la influencia de su abuelo materno y la presencia de una caja mágica que lo acompaña desde que era un niño —sellada en sus dos extremos— y que él jamás abrió.
La charla está en inglés, pero si se fijan bien en el botón que dice "view subtitles" pueden buscar la opción del idioma que gusten.
Bis: "Y la caja misteriosa, en honor a mi abuelo, seguirá sin abrir".
Saquen ustedes sus propias conclusiones.
¿De qué iba
la escotilla, J.J.?
J.J. Abrams habló sobre el final de Lost y dijo, por supuesto, que le había gustado. Así, tan suelto de cuerpo como se lo ve en la foto, mientras a su alrededor (sillón incluido) todo está en ruinas. De cualquier forma, no lo imagino diciendo otra cosa.
El muchacho de gafas se desvinculó de la serie cuando comenzó a trabajar en Fringe y desde entonces, como todos sabemos, el curso de Lost quedó en manos de Damon Lindelof y Carlton Cuse, en quienes terminaron recayendo todos los agravios e improperios de los fans decepcionados.
En un reportaje publicado aquí y traducido en este otro sitio, el padre de la criatura afirmó que, en un principio, no tenía la menor idea del rumbo que tomaría la serie.
"Existían pequeños hilos y elementos, aquí y allá, pero la verdad, cuando empezamos, no sabíamos exactamente qué había en la escotilla. Teníamos ideas, pero no sabíamos cuál sería su alcance. La idea de los Otros estaba allí, pero no sabíamos exactamente qué significaría eso. Damon aún no había venido con la idea de los flashforwards".
Y a continuación lanzó el veredicto final:
"Ver dónde estamos y lo que han creado es increíblemente gratificante, y es algo que nadie podría haber previsto en su comienzo. La evolución de la serie es realmente parte de su glorioso experimento de hacer un show en el que al principio todos estábamos preguntándonos '¿cómo haces una serie de esto?'; y ver lo que han hecho Damon y Carlton para mí es asombroso".
También se refirió a las razones por las cuales abandonó la serie en su momento: por carecer, dijo, de la paciencia de personas como Joss Whedon, Chris Carter y otros sujetos por el estilo, capaces de soportar largos años en un mismo proyecto. "Soy más del tipo que tiene un poco de déficit de atención", indicó, sin pelos en la lengua.
¿Cuánto tendrá que ver esta última afirmación, me pregunto yo, con el verdadero germen de su alegre apreciación sobre el final de Lost?
Las marcas
de J.J. Abrams
Las marcas de J.J. Abrams. Además de inventar historias, a J.J. Abramas también se le da por crear marcas y mezclarlas en sus ficciones. El resultado es fantástico, porque esas marcas, además de dotar a cada uno de sus productos de toda una mitología, producen el efecto buscado por el autor: la publicidad viral.
Cada un de las compañías tiene una historia, alguna de ellas una genealogía fundacional, y por supuesto muchas de ellas están relacionadas entre sí, siempre de manera misteriosa y oscura, porque de crear intriga y despertar curiosidad se trata. Y para estos menesteres, nada mejor que J.J. Cinco de las más conocidas:
Tagruato. Empresa líder en la administración de plataformas marítimas, se dedica a extracciones submarinas, en especial petróleo. Posee catorce estaciones en todo el mundo, y cuenta con taladros de perforación especializados —los más potentes del planeta— capaces de llegar a la profundidad más remota del fondo oceánico. Sus manejos y propósitos no son del todo claros. De hecho existe una entidad —una suerte de Greenpeace— encargada de desenmascarar el oscuro proceder de la firma. Se llama T.I.D.O Wave y acusa a la compañía de destruir el planeta. Todo esto en su momento con una clara intención: promocionar Cloverfield.
Slusho. Bebida helada de enorme popularidad en los mercados asiáticos, sobre todo en Japón. Su fórmula combina sabores frutales y vegetales, pero su principal ingrediente se encuentra en el fondo del océano, de aquí que Slusho sea subsidiaria de Tagruato. De hecho, ambas empresas fueron fundadas por la misma persona: Noriko Yoshida (en la actualidad la compañía está en manos de su hijo Ganu). La bebida apareció en Alias, en Fringe e incluso en Heroes. En el episodio Peter, de Fringe, los dos Observadores calvos que salen del cine luego de ver Back to the Future, con Eric Stolz como protagonista, beben Slusho.
Bold Futura. Firma líder cuya actividad es la concepción, creación e integración de productos tecnológicos avanzados. La empresa realiza diferentes piezas para toda clase de artefactos: vehículos, naves, estructuras espaciales y armamento. El resultado de su producto es de una calidad muy superior a cualquiera competidor del mercado. También trabajó para organizaciones militares, instituciones de exploración espacial y fabricantes de armas. El satélite de esta empresa, Hatsui, tiene crucial importancia sobre el final de Cloverfield, respecto del posible origen del monstruo. La empresa también es subsidiaria de TAGRUATO. Bold Futura garantiza la máxima confidencialidad a sus clientes.
Iniciativa Dharma. La palabra dharma viene del sánscrito, y entre otras cosas significa religión. Pero en Lost, Dharma es un acrónimo de Department of Heuristics And Research on Material Applications Initiative (es decir Iniciativa del Departamento de Heurística e Investigación en Aplicaciones Materiales). Fue fundada en 1970 por dos universitarios, y financiada por el magnate Alvar Hanso a través de su fundación. Sus objetivos reales no están del todo claros, pero se sabe que la idea inicial era generar un grupo de investigación a escala planetaria, y —particularmente en la isla— estudiar las propiedades del lugar para el bien de la humanidad.
Oceanic Airlines. De las cinco, es la única que no inventó J.J. Aparece en numerosas películas y series de televisión. Se nombra por primera vez en la película Executive Decision de 1996, interpretada por Kurt Russell, en la que un grupo de terroristas secuestran un Boeing 747 de esta compañía. Pero sin dudas su vuelo más célebre fue el Oceanic Flight 815 de Lost, desde Sidney a Los Angeles. El 22 de septiembre de 2004, con trescientos veinticuatro pasajeros a bordo, el avión se desvió de su curso original y desapareció en el Océano Pacífico.
La tele, antes y
después de J.J.
Seguimos con la sección Grandes Creadores de TV, que actualizo cada vez que se me ocurre. Hoy le toca el turno a un muchacho que hace ya muchos años que está haciendo las cosas muy bien.
Jeffrey Jaco Abrams
Una de las cosas que más le gustan a Jeffrey Jaco Abrams —de aquí en adelante J.J.— es armar personajes verosímiles y reales, luego minarles el camino con situaciones extraordinarias, abandonarlos en tramas laberínticas y dejar que ellos solitos encuentren la salida –su destino-, que nunca será a través del camino convencional.
A pesar de que sus detractores –no muchos, por cierto- lo critiquen por complicar y llevar las tramas a niveles demenciales, e incluso ridículos, desde el inicio de su carrera J.J. demostró un interés genuino por llegar a la mayor cantidad de gente posible, aunque no por ello se muestre dispuesto a pagar cualquier precio. Su convicción se basa en que el espectador no pondrá barreras para creer en una historia, por más fantasiosa y extraña que ésta sea, siempre y cuando crea en los personajes.
Totalmente de acuerdo. No hay ninguna duda al respecto. Aunque a esta altura de las circunstancias surge una pregunta inevitable que se impone por sí misma, y que va más allá de la verdad de los personajes: ¿tiene J.J. previsto un final para la increíble y aún más extraordinaria trama de Lost?
La respuesta, como no podía ser de otra manera, es afirmativa. El final de la serie ya está escrito. Lost concluye para siempre en el 2010, y la cadena ABC ya aceptó el capítulo que cierra la sexta y última temporada. Por lo tanto no resta otra cosa que relajarse, y disfrutar.
Acerca de J.J.
Este muchacho de pelo crespo, lentes de aumento y cara de niño eterno con síndrome de Peter Pan, nació en Nueva York el 27 de junio de 1966, pero se crió en Los Angeles, escenario más que propicio para encarrilar sus inquietudes artísticas.
Los datos de su biografía lo presentan como alguien de espíritu inquieto y multifacético: productor, escritor, actor y compositor de la música de sus propias series, además de director de cine y televisión. J.J. es uno de esos afortunados que, desde pequeños, tuvieron en claro cuál era su vocación y su destino.
Al parecer, sus gafas no son tanto producto de copiosas lecturas nocturnas —como sucedía con los creadores de otros tiempos—, sino más bien de interminables sobredosis de rayos catódicos en sus horas impúberes, un rasgo generacional que comparte con millones de personas que, igual que él, crecimos y nos formamos viendo la tele.
Sin ir más lejos, los títulos de crédito de Lost pretenden ser una especie de homenaje a esta serie.
En la adolescencia, trabajó a cuatro manos con un amigo en el tratamiento de un guión que no mucho más tarde se convertiría en película. Se trata del film Taking Care of Business, que al poco tiempo de haber sido escrito fue protagonizado en la pantalla grande por el actor James Belushi.
Si bien para lograr este objetivo tuvo que golpear la puerta de varios productores, una vez alcanzado el éxito las cosas comenzaron a resultarles más sencillas y felices. Así, de manera veloz, y como por un tubo, el muchacho se fue consolidando como guionista.
A esta primera película le siguieron otras, hasta que finalmente en 1998 se inició en la tele con la serie Felicity, creada, guionada y producida por él: un éxito rotundo que se mantuvo en pantalla a lo largo de cuatro temporadas.
Hiperquinético, y en pleno éxito de Lost, J.J. no dudó en desprenderse de su criatura más exitosa para ponerse a trabajar en una nueva serie, a la que bautizó con el nombre de Fringe. Su propósito inicial fue contar una historia de ciencia ficción que se pudiera ver sin necesidad de seguir cada capítulo a rajatabla, al mejor estilo ER, aunque salvando las diferencias.
Libertad en la pantalla pequeña
J.J. no duda de que los grandes creadores de la actualidad están explorando su mismo campo: la televisión, a la que le reconoce la virtud fundamental —si se la compara con el cine— de ofrecer mayor libertad para la experimentación.
—La ventaja que tiene la tele es que permite probar —dice J.J. Abrams—, contar historias más largas y desarrollar personajes. En el cine, por ejemplo, no tienes tiempo. Por eso el reto más importante para mí es hacer historias imposibles, pero que a la vez sean creíbles. Aunque a veces, es cierto, resulten un poco enrevesadas.
Así de simple es su receta. Y lo cierto es que, hasta ahora, no le ha ido nada mal.