Sección 'Modern Family'
La muy mediocre
Spanish Family
Hace unos días vi (juro que fue sin querer, por culpa del maldito zapping) las promociones de Modern Family que emiten Fox y Antena 3, para impulsar el estreno de esta comedia en España.
También escuché los doblajes, ay, qué espanto.
Hay muchas otras promociones como ésta en Internet, casi todas están en la web de Fox España, y el único motivo por el que no las cuelgo aquí es que inician con publicidad. Si quieren ver más, vayan al sitio (reflexión: qué extraño que a las promos de sus propias cadenas les pongas publicidad delante, siempre publicidad).
Sigamos. Modern Family fue la mejor comedia de la temporada pasada, ganó incluso el Emmy 2010, es una historia inteligente, dinámica y en algunos casos genial. Sin embargo, las escenas dobladas al español son tan pobres que no solamente condicionan el audio de la serie, sino también perjudican el argumento, la imagen y el ritmo.
Ya no hablo únicamente del viejo debate doblaje versus subtítulos. Digo que, por raro que parezca, esta serie, con doblaje, es mediocre en todos los ángulos. Los chistes no hacen reír, los personajes resultan inconsistentes, la velocidad se hunde y el ritmo general se pierde.
Una de las tres familias de esta historia está compuesta por un veterano millonario (Ed O’Neil) que se casó con una joven colombiana de treinta años (Sofía Vergara). En la trama original, el 60% del humor entre ellos enfoca sus conflictos lingüísticos o regionales. En la versión ibérica la joven esposa habla un español perfecto igualito al del marido ,es decir, sin acento de ningún tipo: no hay chistes en los parlamentos, sólo confusión.
Otra de las parejas está compuesta por un joven matrimonio homosexual; uno de ellos, encarnado por Eric Stonestreet (ganador de un Emmy por su labor increíble) está doblado como un estereotipo de gay histérico. ¡Pero el verdadero Cameron no es así! Es más bien un gordinflón sensible, pero con excelentes matices en sus parlamentos.
Con los tres niños de la serie ocurre lo mismo. Los personajes reales tienen voces de niños (sobre todo Manny, compuesto por Rico Rodríguez, un verdadero hallazgo actoral). La versión española está doblada por señoras que fingen ser niños. Y se nota que son señoras.
Hay tantos desajustes que no es posible nombrarlos a todos. Pero hay uno que me quita el sueño: ¿por qué le ponen entonación de gay al gay, y no le ponen entonación de colombiana a la colombiana?
Nadie lo sabe.
Pero esos despropósitos, junto con otros muchos, hacen que la serie en español genere una ilusión óptica (falsa) de mediocridad y ramplonería.
Familias de hoy,
de ayer y de siempre
Mad Men (otra vez) y Modern Family se quedaron con los premios Emmy de anoche. El que no esté de acuerdo con esta decisión que arroje el primer mando a distancia.
Modern Family, como sabemos, ganó en la categoría mejor comedia de televisión, mientras que Mad Men se quedó con el galardón al mejor drama que la caja boba haya emitido el año pasado.
La ceremonia también premió a Edie Falco, Jim Parsons y Bryan Cranston, los dos primeros como mejores actores de comedia, y el último como mejor actor de drama. Insisto: ¿acaso tenemos algo que objetar?
Respecto de mi pronóstico de la semana pasada, la efectividad en estas cuatro categorías —las más importantes de la ceremonia, por otra parte— fue de un setenta y cinco por ciento. No me puedo quejar, teniendo en cuenta que esto de los pronósticos es una de mis maravillosas especialidades, junto con la habilidad de vomitar y andar en moto al mismo tiempo.
Me gusta cuando las cosas riman, cuando en la vida real podemos encontrar ciertos equilibrios que se corresponden a una rara y muy personal idea de justicia poética.
En el caso de hoy, que los premios a las mejores series se los hayan dado a la historia caótica de una familia contemporánea, por un lado, y a los dramas particulares de una familia antigua, por el otro —porque Mad Men también es eso— me parece lógico, justo y paradigmático.
Tanto una serie como otra, por opuestos de géneros, de épocas, de tonos y de todo lo que queramos agregar, nos hablan más o menos de lo mismo: el hombre, en sus diferentes facetas, y la familia.
Porque, bien mirado, ¿Phil Dunphy no es el reverso exacto de Don Draper? Este entrañable padre de familia, ¿no es la caricatura fiel de lo que ahora somos nosotros respecto de lo que fueron nuestros abuelos?
Bien por el premio a estas dos series maravillosas. ¿Y qué cosa agregar acerca de los galardones que se llevaron Edie Falco, Jim Parsons, Bryan Cranston, Kyra Sedgwick, The Pacific y nuestros queridos secundarios Eric Stonestreet y Aaron Paul —amén de todo lo que callo: el silencio incluye los resultados obtenidos por Glee— que no sepan ustedes?
Como en la ficción, está visto, a veces en los Emmy también ganan los buenos.
Y al que no le guste, a llorar a la iglesia.
¡Por fin otra
comedia excelente!
Cuando Ricky Gervais inauguró, el 9 de julio de 2001, el mockumentary para televisión, presenciábamos el nacimiento un formato nuevo e indestructible. The Office (la británica) es una obra de arte que, además de divertir e incomodar, inaugura un recurso que la televisión no había usado aún: el falso documental.
¿Y eso cómo funciona? Simple. Personajes que miran a la cámara con complicidad, inserciones de entrevistas en medio de la trama, escenas grabadas desde atrás de una cortina —simulando voyeurismo—, micrófonos que los personajes apagan a placer, cámara al hombro y nerviosa, etcétera.
Pero después pasó el tiempo y no vimos otro gran éxito bajo las reglas, precisas y certeras, de este recurso estético. Sólo, por supuesto, la versión norteamericana de The Office.
Entonces comenzamos a sospechar que el formato no era tan bueno, o que únicamente lo era para Gervais. La temporada pasada se estrenó (con el mismo sistema) Parks and Recreations, pero se parece tanto a The Office que sólo consigue que echemos de menos a Michael Scott.
Yo ya estaba a punto de perder las esperanzas, hasta que la semana pasada llegó a casa, sin bombos ni platillos, la comedia Modern Family, una nueva serie de la ABC creada por Steven Levitan y Christopher Lloyd (que venían de fracasar con Back to You).
Sistema casi idéntico al mockumentary imaginado por Gervais, pero con una serie de variaciones que lo convierten en extraordinario. Esta vez salimos de las oficinas y nos involucramos en la vida de tres familias, una muy normal y dos muy disfuncionales.
Pareja uno, la más tradicional
Éstos son los Dunphy. Madre severa y joven (Claire, Julie Bowen), padre “cool” (el muy, muy gracioso Phil, Ty Burrell) que más bien parece el hijo mayor, y tres criaturas que van de los ocho a los quince años (Haley, Luke y Alex), a las que la madre quiere educar con disciplina y el padre prefiere sobreproteger.
La maravillosa sorpresa que me llevé con el episodio piloto (de una calidad argumental excelente) se duplicó la semana siguiente cuando vi el siempre complicado capítulo dos. El capítulo dos de una comedia es el que de verdad cuenta, porque los guionistas ya no tienen la excusa de las presentaciones. ¡Y el segundo resultó ser todavía mejor!
Familia dos, diferencia de edad
Éstos son los Pritchett-Delgado. Jay Pritchett es un hombre ya mayor (Ed O'Neill, ¡All Bundy, nada menos!) casado en segundas nupcias con Gloria Delgado (Sofía Vergara) una colombiana joven que está más buena que comer dulce de leche con los dedos, y el hijo de ésta, (Manny, Rico Rodriguez) un gordito romanticón que odia a su nuevo padrastro.
Los dos primeros capítulos de Modern Family me divirtieron muchísimo. El segundo, además, logró esa mezcla complicada de la carcajada seguida del lagrimón emotivo. Hacía años que una comedia nueva no me entusiasmaba tanto, que no me hacía tan feliz un estreno. Diré desde cuándo: desde el primer episodio de How I Met Your Mother. Cuatro años exactos sin grandes maravillas en el género.
Familia tres, el matrimonio gay
Mitchell (Jesse Tyler Ferguson) es un homosexual pelirrojo al que le cuesta muchísimo salir del armario en la vida cotidiana; vive con su marido Cameron (un excelente Eric Stonestreet), un homosexual gordo al que no le cuesta en absoluto mostrar su plumaje, y la flamante adopción vietnamita de ocho meses, Lily.
Todos los personajes de la serie tienen carnadura y profundidad. Me cuesta, ahora mismo, elegir al mejor. Los protagonistas me gustan, imagino a cada rato que los conozco, les creo las exageraciones de la comedia, les creo el caos.
Ritmo coherente, inusual excelencia en los diálogos, algunos chistes realmente magníficos y, sobre todo, la sensación de que no se les agotarán nunca los temas a tratar. La familia moderna (ese núcleo amorfo tan debatido por la derecha y la izquierda, por el laicismo y la religión) es una fuente inagotable de humor y de emociones. De complicidades y guiños.
Modern Family, la nueva serie de ABC que se emite los jueves, parece sentirse muy cómoda en esa frontera en donde, sin juzgar, señala todas las posibilidades del amor fraterno.
Agreguen esta serie a la Agenda Personal de Espoiler.
Hacía un buen rato que no recomendaba una comedia con tantas ganas.