Sección 'PreAir'
Qué ver en la 1ª
semana de agosto
¿Para qué ver reposiciones y estrenos de segunda categoría, pudiendo espiar las novedades de la próxima temporada? Agrego aquí —abajo de todo— el calendario de siempre con las poquitas cosas estivales dignas de mención, pero les aconsejo prestar atención a otras, como por ejemplo:
Dexter (S02E01, y 02), Weeds (S03E01, y 02, y 03, y 04), The Sarah Connor Chronicles (S01E01), Bionic Woman (S01E01) y Californication ( S01E01).
Éstas son las que ya he visto y considero recomendables, pero no han sido las únicas filtraciones de esta semana. Agregamos también, aunque aún no tuve el gusto de conocer, Brotherhood (S02E01 y 02), Chuck (S01E01), Pushing Daisies (S01E01), Lipstick Jungle (S01E01), Cavemen (S01E01), The Big Bang Theory (
S01E01), Cane (S01E01) y Aliens in America (S01E01)
Ya he explicado un poco en el artículo del martes pasado de qué va todo este asuno de los preAir, y no lo repetiré aquí. Sólo agregaré que es un poco complicado obtener subtítulos de todos ellos.
En ocasiones veo series
que aún no se emitieron
Cuando el mundo era lento como una tortuga, la información le llegaba a poca gente y con cuentagotas. Es esos tiempos, el prestigio intelectual consistía en acceder a la cultura, pero no importaba cuándo: llegar tarde también valía. Ahora, que la información es veloz, que en apariencia es de todos, sólo parece tener sentido acceder a ella antes que los demás. La velocidad parece darnos prestigio intelectual. O por lo menos nos tranquiliza un poco.
El cambio cultural más importante de esta era ha sido el incremento de la ansiedad en la población culta. Con el cine, las series de televisión y ciertos libros, podemos observar con nitidez el fenómeno.
Las colas interminables para tener el último volumen de Harry Potter, las trasnoches en vela de los espectadores para bajar el capítulo flamante de su serie favorita, las carreras de los portales de subtítulos por ser los primeros en ofrecer la traducción, las videocámaras clandestinas en los multicines, etcétera, son esfuerzos que responden —casi siempre— a abastecer al nuevo mercado de la ansiedad.
Complejo de inferioridad temporal
Durante décadas, los hispanos debimos convivir con el cachetazo frecuente del anacronismo, sobre todo en las series norteamericanas. Cuando éstas llegaban a nuestros países, las comedias se reían de presidentes que ya no estaban en el poder, o parodiaban a cantantes pop que ya habían muerto. ¿Cuántas veces hemos visto a Homer burlarse de Bush padre mientras que al mundo lo dirigía ya su hijo? Nos resultaba frustrante, además de cíclico y políticamente perverso.
Con el tiempo, fuimos acortando distancias. A mí —que soy de una generación anacrónica— me sigue resultando milagroso ver una serie norteamericana que critique acontecimientos que están ocurriendo hoy, en los periódicos. Que se hable de Obama, por ejemplo, o que Stewie, el bebé de Family Guy, le pregunte a una criada latina: “¿Usted de qué país sudamericano viene: del de la cocaína, del de corralito o del de los sombreros estrafalarios?”. ¡Ah, me encanta que los chistes tengan sentido y actualidad!
Llegó un punto, incluso, en que el milagro de la ansiedad hispana le ganó la batalla a las propias cadenas yanquis. Fue un hecho histórico. Hace unos meses, el portal hispano AsiaTeam consiguió, en primicia mundial, los cinco primeros capítulos de la sexta temporada de 24, que comenzaron a intercambiarse desde Internet semanas antes de su estreno por televisión. (La velocidad de subtitulado de esos cinco episodios fue un record de eficacia, y también un ejemplo de sincronización entre seres humanos abocados a un mismo fin.)
El milagro del preAir
Las cadenas de televisión se cuidan muchísimo para que no se les filtre información, datos, sorpresas y material privado. Recordemos que The Sopranos tenía preparados tres finales, por temor a que las grietas de Internet les reventara el broche de oro antes de tiempo.
Pero a la vez, las cadenas necesitan mostrar sus productos a la prensa especializada, a los anunciantes, a mucha gente, antes del estreno. Ese material, por más cuidado que se ponga, a veces cae en manos inapropiadas. A estos pases de prensa se les llama episodios en pre-Air, y son como diamantes que deben ser preservados de su gran depredador: la ansiedad cultural del mundo entero.
Aquella vez, cuando ocurrió el filtrado de 24 y yo me senté en mi sofá a ver la serie antes que el norteamericano medio, sentí un ramalazo de justicia poética. ¡Estaba viendo algo antes que ellos! Mi complejo de hispano anacrónico se sentió por fin vengado. Se habían acabado los tiempos de los chistes intempestivos, de las tramas sin actualidad, del descoloque y la duda. Ahora, algunas veces, podíamos ser nosotros los primeros en acceder a la información.
Ya lo sé. Es una idiotez. Este premio es de consolación geográfica y no tiene prestigio intelectual alguno. El acceso a la cultura no debería excitarnos por su velocidad sino por su lenta degustación. Bla bla bla. Pero no importa: fueron muchos, muchos años de sentirnos sapos de otro pozo. De vivir, ya no en otro continente, sino en otro siglo.
Por eso, cada vez que se filtra un pre-Air me excito un poco. Me acomodo más recto en el sofá para ver la emisión secreta, no eructo en los entreactos, me peino para atrás, me visto de etiqueta. Me afeito. No me rasco. Fumo Marlboro en lugar de tabaco de liar. Finjo grandeza.
Esto es exactamente lo que me ocurrió anoche, cuando se filtraron los dos primeros capítulos de la segunda temporada de Dexter, mi serie favorita del 2006.
En Estados Unidos se estrena el 30 de septiembre, pero yo la vi ayer. Dos meses, siete días, catorce horas y once segundos antes que ellos.
Y sí. Tuve una especie de erección.
Dexter, S02E01 y S02E02 (preAir)
Actualizo: Muchos más preAirs!