Sección 'Riget'
Lars von Trier
para televisión
Imaginemos una miniserie de médicos. (—¿Otra más? No señor, basta de médicos.)
Entonces imaginemos una serie de médicos, pero de terror. (—Mmmm... Puede ser.)
Ahora imaginemos que esa serie de médicos, y de terror, no sucede en Estados Unidos, sino en Dinamarca. (—Es un poco raro, pero bueno.)
Hagamos un esfuerzo más y pensemos que la historia está filmada en 16 milímetros, con cámara en mano y saltos de eje, desordenada y al tuntún. (—Ya suena estrafalario, pero me gusta.)
Ahora mezclemos todo y pongámosle el sello de Lars Von Trier. (—¡Una locura!)
Eso es Riget. Una miniserie de terror que el director Lars von Trier realizó para la televisión danesa en dos partes. La primera, de cuatro episodios, en 1994 —la mejor de las dos—; y la segunda, de otros cuatro, en 1997.
La historia transcurre en el Rigshospitalet de Copenhague (el hospital El Reino), una gigantesca mole de cemento que concentra "a los mejores cerebros del país y a la más perfecta tecnología", como describe cada episodio en su apertura de inquietantes tonos amarillos.
Los seres sobrenaturales acechan en los pasillos y subsuelos de El
Reino. Murmuran mientras espera que alguien los ayude a llegar a la
"zona swedenborg", una especie de antesala que conduce al cielo.
El puente entre ellos y el mundo terreno es la señora Drusse (Kirsten Rolffes), una médium aficionada que consigue establecer contacto con el fantasma de una niña. Así comienza la historia de terror, clásica. Después habrá otra trama médica, pero en tono de comedia negra, absurda y desternillante.
Riget tiene un elenco excelente, pero sólo nombraré al doctor Stig Helmer, interpretado por un actor enorme, Ernst-Hugo Järegard. Helmer es un neurólogo sueco insoportable, cínico y egocéntrico recién llegado a El Reino.
Lo maravilloso es que ambos formatos —la comedia negra y el terror clásico— en Riget se cruzan a través de múltiples tramas. Porque estamos frente a una historia coral que se mueve entre lo posible y el absurdo, y de lo que parece ir brotando a cada rato de la cabeza antojadiza de Lars von Trier.Lo maravilloso en su caso es que, pese a lo experimental, ¡funciona!
Riget iba a tener una tercera temporada, pero la muerte de Ernst-Hugo Järegard y Kirsten Rolffes impidió que esto sucediera. Lástima.
Imitando a Lynch
Para hacer Riget el director danés se inspiró en Twin Peaks. Se preguntó por qué la historia de David Lynch era tan buena y tan diferente. Y llegó a la conclusión de que a Lynch sólo le importaba ganar un poco de dinero con ella y llenar la nevera de su casa.
Twin Peaks, por lo tanto, era el trabajo de un cineasta genial que se había sacado de encima la presión de hacer una obra de arte. Lars von Trier también, en aquel tiempo, necesitaba dinero para sus proyectos cinematográficos, y además quería hacer algo por placer.
Le salió redondo, porque la serie fascinó al público de su país —que después de la primera parte clamó por una segunda—, y porque además la versionó Stephen King para Estados Unidos. Allí se llamó Kingdom Hospital y pasó por la pantalla con más pena que gloria.
La de Lars, en cambio, vació las calles de Copenhague y juntó a todos los daneses frente al televisor con cada nuevo capítulo de este cuento extraño, de clima enrarecido y surreal. Una historia de médicos pero de terror; una comedia negra que sucede en la Dinamarca de los años noventa, filmada al estilo Dogma y con la marca personal de Lars von Trier. Todo eso es Riget, entonces.
—Una locura.
Sí. Y mucho más.