Sección 'Secret Diary of a Call Girl'
Una mujer
con traje elegante
El fin de semana vi de un tirón la segunda temporada de Secret Diary of a Call Girl —la serie británica de la ITV que nació de un blog— y me quedé con ganas de que llegue, pronto, la tercera.
El personaje principal, del blog y de la serie, es una prostituta de lujo que se hace llamar Belle de Jour, igual que la película de Luis Buñuel. Pero aquí Belle es, en realidad, un invento de Hannah, una chica londinense como casi cualquier otra que, para ganarse la vida, ha optado por la profesión más vieja del mundo.
Hannah no es una víctima de las circunstancias. No señor. Ella disfruta del sexo casi tanto como odia viajar en el servicio público de pasajeros. Además es una profesional de verdad, atenta a cada detalle de su trabajo. Usa perfume de hombre para que sus clientes no lleguen a sus casas oliendo a mujer, por ejemplo, y es capaz de documentarse con expertos para iniciar a un señor en prácticas sadomasoquistas.
Una buena parte de sus ingresos los reinvierte en su propia empresa, es decir en Belle, y trata de que su trabajo, bajo ninguna circunstancia, se mezcle con su vida privada. Pero las fronteras entre Belle y Hannah, sin embargo, nunca están claras.
Salvo su mejor amigo y ex novio, Ben (Iddo Goldberg) su familia ignora su verdadero oficio. Y Londres, esa ciudad impaciente y un poco bárbara, la protege del anonimato.
"En un mundo donde las niñas usan biquinis y sus abuelas grandes escotes, una buena forma de descubrir a una prostituta es buscar una mujer con un traje elegante", dice Belle al comienzo de la historia, enfundada en un traje elegante, mientras cruza el hall de un hotel, con mucho garbo pero sin llamar la atención.
Es lo primero que nos dice, y a lo largo de las dos temporadas de la serie nos dirá cosas todo el tiempo, porque ella sabe que nosotros estamos allí, al otro lado de la pantalla, así como la Belle del blog sabía que del otro lado del ordenador había muchísimos lectores.
Protagonizada por Billie Pipper, la compañera del Doctor Who en su nueva etapa, Secret Diary of a Call Girl tiene el encanto de las series inteligentes y poco pretenciosas. Hubo quienes la criticaron por pintar una imagen demasiado glamorosa del mundo de la prostitución: sin oscuridad, sin castigos. Como si cierta ficción tuviera la responsabilidad de ser una radiografía maniquea de la realidad, como si la historia de Belle lanzara a las chicas en masa a la prostitución de lujo.
En la serie el sexo abunda —hay tríos, intercambio de parejas, fiestas locas— y por supuesto hay chicas desnudas, pero no sólo por esto vale la pena verla.
Secret Diary of a Call Girl es una historia sencilla, fresca y entretenida. Y punto. No hay mensajes ni lecciones de moral; no hay radiografía periodística sobre el submundo de la prostitución ni la sordidez del sexo arancelado. Pero en su tratamiento queda claro que la vida de Hannah siendo Belle no es fácil —incluso por momentos es bastante oscura—, pero tampoco es sencilla para ninguno de nosotros, más allá de las profesiones.
"Acompañante, puta, prostituta, cualquier cosa que me quieran llamar, no me importa: sólo es semántica. Cada uno de nosotros hace su trabajo", subraya Belle, para que no queden dudas.
Y lo mejor, porque no lo había mencionado: cada episodio (ocho por temporada) dura apenas veintidós minutos, una medida ideal que, si tenemos tiempo suficiente, y ganas, nos brinda la posibilidad de consumir la serie completa en unas pocas sentadas.
Secret Diary of a Call Girl también se emitió en Estados Unidos por el canal de pago Showtime. Y no es raro, porque su estética, musicalización y formato tienen todas las características de un típico producto de esta cadena. De hecho Belle podría ser el reverso femenino de Hank Moody (David Duchovny) en Californication, o su hermana menor radicada en Londres.
Hace unos días nos enteramos que Belle de Jour, la autora del blog, la ex prostituta de lujo, es en la actualidad una científica británica. Se llama Brooke Magnanti y trabaja como especialista neurotoxicología del desarrollo y epidemiología de cáncer en el hospital St. Michael, en Bristol.
La mujer le contó su verdadera historia a The Sunday Times, y confesó que trabajó de prostituta para ganar dinero mientras escribía su doctorado. A nadie, ni a sus parientes, ni a sus actuales colegas universitarios, ni a la editorial que publica sus libros les importó mucho conocer la verdad.
A nosotros tampoco.
Tres nuevos secretos
en la televisión
El título de esta entrada es mentiroso, porque no vamos a desvelar ningún secreto. Hablaremos de dos series nuevas (una yanqui, la otra inglesa) que tienen la palabra Secret en su título, por pura casualidad. Y acabaremos la entrada de hoy con un secreto nacional sobre las galas de televisión.
El primer secreto
Algunos amigos ya conocían a Billie Piper por su personaje de Rose Tyler en Doctor Who, pero yo todavía no he visto este clásico británico. Por eso admito de entrada que es la primera vez que veo a Billie Piper, una actriz inglesa de ventipico de años que me cayó muy bien en esta nueva serie británica, que se llama Secret Diary of a Call Girl. (Aquí torrents, aquí subtítulos.)
La primera temporada tiene ocho episodios (como es costumbre en las islas) y en este caso se trata de un drama de 22 minutos, que ya no es tan habitual, ni en Gran Bretaña ni en casi niguna parte. Un drama con toquecitos de comedia, a lo Weeds.
Pero, al revés que Weeds, Secret Diary of a Call Girl no termina de desarrollar a sus personajes secundarios: se centra en su protagonista casi únicamente. Se trata de la historia de una chica que de día es Hannah, una secretaria cualquiera de un bufete de abogados, y de noche se convierte en Belle. (Como en Belle de Jour, la peli de Buñuel con Catherine Deneuve , pero en la época blog.)
Pude ver cinco episodios de los ocho, porque hasta ahí llegan los subtítulos de Asia-team (que acabarán su trabajo en breve con los tres restantes) y diré que es una serie que no recomendaría jamás en invierno, cuando podemos hincarle el diente a Dexter, a Lost, a How Mother, etcétera. Pero que sí amerita recomendación veraniega, en estas épocas que estamos un poco ávidos de aventura televisiva.
Secret Diary of a Call Girl tiene una trama fresca, diálogos veloces, una voz en off que logra cuajar y hacernos sentir cómodos con el relato, pero le falta definición. No hablo de HD (ya hablamos de eso el lunes), quiero decir que es una excelente jugada, con buenos regates, en donde un centrocampista llega al área con la pelota dominada, pero la pelota pega en el palo y se va al corner.
Es una serie que tiene al sexo como protagonista, pero no se recrea en él (sí lo hace Californication, por ejemplo), no busca la provocación sino el recorrido de un camino paralelo, donde importa más el carisma de su protagonista que aquello que se narra.
Este primer secreto es una recomendación moderada, sólo para quienes están con mono de dramitas cortos y simpáticos. Nadie se aburrirá con la serie, pero tampoco saldremos de ella siendo mejores espectadores de televisión.
El segundo secreto
The Secret Life of the American Teenager tiene solamente un episodio en el aire y todavía no está subtitulado (Asia Team ya está por la labor; el torrent se puede descargar desde aquí).
Es una producción de la cadena ABC Family (la versión light de ABC, que ya es de por sí light) y su primer capítulo se emitió el martes pasado, 1 de Julio. Este segundo secreto, por tanto, no es una recomendación crítica, sino una esperanza de buena trama.
Con toda la pinta de una comedia adolescente, al estilo de Melroce Place o Beverly Hills, 90210, la serie propone una vuelta de tuerca (pequeñita, pero efectiva) en esta clase de historias. La protagonista, Amy, descubre el el primer episodio que está embarazada.
La trama no es una revolución, pero haciendo memoria no recuerdo que se haya utilizado como conflicto principal, nunca, en una serie con intención de llegar al público menudo, quiero decir, al target 13/20. Sólo por eso, será interesante darle una buena mirada al piloto en cuanto tengamos subtítulos en castellano.
El último secreto
Ayer La 1 de TVE emitió una gala llamada Premios anuales de la Academia de Televisión. No soy muy amigo de hacer críticas negativas sobre la tele, y mucho menos sobre el subgénero "galas", que ya de por sí es una estructura que en España nadie hace bien, pero tengo que decir algo.
¡Anoche han logrado hacer la peor de todas!
Imagino que debió ser un trabajo complicadísimo que llevaron a cabo con el máximo secreto (porque no sabíamos que estaban intentando conseguirlo), pero lo bordaron. Hicieron la peor gala del mundo en cualquier época, un trabajo colosal en el que estuvieron todos a la altura: desde los técnicos a los presentadores.
Nunca había oído guiones tan horribles dichos por un presentador sin ganas (Carlos Sobera) ni por las duplas de anfitriones; jamás la falta de ritmo fue tan grande, ni mayor la desidia. No se salvó ni uno del escarnio, todos decían sus líneas sabiendo que no tenían sentido. Todos entraban a escena con la vergüenza de estar haciendo el ridículo entre pares.
En casa contabilizamos un error cada doce segundos. La mayoría de los premiados no estaban (que no esté el premiado a la mejor dirección "porque está rodando en Italia" vaya y pase; pero que no esté la premiada al Mejor maquillaje "porque está de vacaciones" me parece el mejor chiste involuntario de la noche).
Se producían silencios larguísimos, baches ominosos, sin venir a cuento. Se escuchaban de fondo las indicaciones desde el control. Carlos Sobera decía "ahora vamos con la mejor ficción autonómica" y aparecían los premios al mejor informativo. Edu Soto y David Fernández disfrazados de Los Lunnis hicieron llorar a mi hija. Varias ternas tenían un solo candidato, es decir, no competían contra nadie, y sin embargo los "ganadores" se levantaban de la mesa con gesto de sorpresa y felicidad.
El director de cámara no acertó ni una sola vez un plano. Si Sobera, desde el escenario, conversaba con Pablo Motos (en una mesa) durante medio minuto, la cámara no se decidía a mostrar a Motos hasta que la conversación finalizaba. La música nunca entró a tiempo, jamás. La organización de las mesas provocaba que los aplausos languidecieran cada vez que un premiado subía a escena. Nadie sabía mayormente qué hacer.
Enhorabuena, académicos de la tele. Lo consiguieron. Fue arduo, pero lograron hacer la peor gala de televisión... y fue justo aquella en donde se dieron premios a ustedes mismos.