Sección 'Series de Humor'
Posiblemente, la serie
que reemplazará a Friends
El 6 de mayo de 2004, cuando se emitió el último capítulo de Friends, millones de espectadores jóvenes quedaron desamparados. Había acabado una década de sit-com simple pero efectiva, fresca, y sobre todo millonaria. Entonces, el estribillo aquel de Alberto Cortez comenzó a oírse en todas las cadenas usamericanas: "Cuando un amigo se va —dice la canción— queda un espacio vacío". ¿Qué nueva serie ocuparía el agujero que habían dejado los amigos solteros de Nueva York? Se intentaron muchas variantes, hubo varios proyectos parecidos, pero nadie daba en el clavo. Hasta que, hace dos años, apareció How I Met Your Mother.
Esta nueva serie de la CBS parece simple. Cuando la ves, te da la impresión de que podrías escribirla. Chistes sin complejos, universales, trama colorida, situaciones reconocibles. Sin embargo, esconde una enorme complejidad de guión. Su simpleza no es el inicio de un esfuerzo, sino el final de una experiencia narrativa.
La historia es así: en el año 2030, un padre incorpóreo (quiero decir que sólo escuchamos su voz) comienza a relatarle a sus dos hijos adolescentes (ellos sí son corpóreos: están en un sofá) de qué manera conoció a su esposa, es decir, a la madre de los chicos. Los querubines no tienen muchas ganas de escuchar la batallita porque sospechan, y con razón, que la anécdota no acabará pronto. De hecho, ya ha concluido la segunda temporada de la serie y todavía no sabemos, siquiera, quién es la madre de las criaturas.
Por tanto, cada capítulo de How I Met Your Mother es un inmenso flashback con pequeños toques de voz en off del padre-narrador. Conforme transcurren los episodios se desdibuja un poco la presencia de los "hijos oyentes", que a veces ni aparecen al inicio, pero la sensación de que estamos recibiendo una anécdota del futuro no se diluye nunca. Y eso le da al guión toques magníficos.
La informalidad temporal de How I Met Your Mother es su gran acierto. En esta serie las cosas no ocurren desde un punto de tiempo A, hasta un punto de tiempo B. Pasan cosas en medio: retrocedemos seis minutos, avanzamos dos semanas, ponemos pausa, presionamos mute... Da la impresión de que el que nos narra el cuento es, más que un hombre, un mando a distancia con corazón.
La serie comenzó a emitirse en septiembre de 2005 y su segunda temporada acabó hace un par de meses. Ya hay cuatro docenas de episodios esperando por ti, y la cosa sigue desde septiembre de este año. Por tanto, hablar de las virtudes de How I Met Your Mother sería ocioso: las dos temporadas completas están en streaming. Es decir: el lector puede dejar este párrafo a la mitad y ver el primer capítulo ya mismo, así nos dejamos de tanta teoría.
Capítulo piloto: S01E01
Doblado al español, 21 minutos. Versión original, aquí.
Sólo dos cosas más antes de irme: primero, que se trata de una serie refrescante; con esto quiero decir que a nadie le cambiará la vida verla. Es una obra para tener siempre a mano en los ratos libres, en las sobremesas, o cuando llega a casa un amigo pesado al que no podemos echar pero del que tampoco queremos charla. Segunda cosa importante: atención al personaje de Barney (el actor se llama Neil Patrick Harris) porque es posible que quede en los anales de la historia de la comedia, como uno de los mejores secundarios de sit-com, categoría que hoy lidera, cómodamente, Cosmo Kramer.
Nada más. Ésta es otra recomendación fulminante. Si el lector tiene muchas recomendaciones pendientes, haga el favor de poner ésta por encima de otras. La diversión está garantizada. (Y demás está decirlo: aunque es más rápido descargar el divx por streaming doblado, se ve todo mucho mejor con subtítulos.)
¿Y cómo hago para ver esta serie?
La guerra, los médicos
y el sentido del humor
Entre las muchas revoluciones estéticas de M*A*S*H, a mí me gusta recordar una que agradeceré de por vida: es la primera serie de humor que tuvo las agallas —hace treinta años esto era inaudito— de quitar las risas enlatadas. No tengo el dato exacto al respecto, sólo mi memoria; siempre hay un experto entre los lectores que me dirá si hubo alguna sitcom anterior que lo haya hecho, pero estoy casi convencido que M*A*S*H ha sido la pionera. También lo fue (pero esto ya es más obvio y por eso la reseñamos hoy) en el tratamiento surrealista de las tramas.
La serie, que se emitió desde 1972 y hasta 1984, está claramente desfasada si la vemos con ojos actuales (anacronismos y falta de ritmo, por ejemplo). Posiblemente no tenga valor lúdico verla, posiblemente no nos descostillemos, pero sí tiene dos valores accesorios: uno sentimental, y otro documental.
M*A*S*H significa Mobile Army Surgical Hospital. Se rodaron 251 episodios, divididos en once temporadas. No todas han sido excelentes: recomendamos desde la tercer y hasta la séptima (aunque en la Red sólo pudimos encontrar subtítulos castellanos para dos temporadas, gracias a los chicos de ArgenTeam).
Lo más extraño de M*A*S*H es que se trata de una serie de médicos, pero también es una serie sobre la guerra (la de Corea, en este caso) y nunca deja de ser una serie de humor. Ya estos tres elementos nos dan la altura de su descalabro argumental, de su riesgo narrativo. La muerte y la violencia, contados con desparpajo y gracia. De eso se trata, y por eso alcanza el rango de obra maestra de su tiempo.
La sociedad americana de aquellos tiempos estaba, quizás, tan aturdida y confusa como lo está hoy respecto de la guerra actual y su sinsentido. Una serie contestataria (basada en la película de Altman con el mismo nombre), nos hace ver que siempre, desde el principio, Norteamérica ha sido un pueblo siamés: hay una América imbécil que pelea, y hay otra, maravillosa, que hace televisión.
¿Y cómo hago para ver esta serie?
El viejo truco de hacer
humor para todo el mundo
En medio de la guerra fría, el cine norteamericano generó cientos de bodrios y películas horribles. Y gracias a esto, existió la paródica serie Get Smart —el Superagente 86, en castellano—. Fíjense cómo dos desgracias (una guerra y el cine malo) pueden hacer florecer algo tan bonito como las historias de Maxwell y la 99. Un punto a favor para la guerra, tan vapuleada siempre.
De la cabeza de Mel Brooks salieron muchas cosas buenas en el siglo pasado. En cine, nada menos que Young Frankenstein. En teatro, la multipremiada y vigente The producers. Y en la tele, justamente la serie que pone en tela de juicio el conflicto universal entre Kaos y Control.
A veces me cuesta creer que esta saga tenga ya más de cuarenta años; pero los tiene. Se trata de una parodia absurda sobre la basura jamesbondiana, e, hilando más fino, una mueca ridícula a un mundo polarizado y dividido por el Telón de Acero, donde los malos eran muy malos, y los buenos unos santos. Casi como ahora.
Get Smart comenzó a emitirse el 18 de septiembre de 1965 y claudicó, tras cinco temporadas, el 15 de mayo de 1970. En total, 138 episodios inolvidables donde no faltó la tensión sexual entre los protagonistas, que en la quinta temporada ya fueron, por fin, marido y mujer. (¿Debí haber advertido que este texto contenía spoilers del año setenta? Lo siento.)
Lo mejor de la serie, además del personaje protagonizado por Don Adams, eran los antihéroes que aparecían en escena. Siempre chinos, rusos o alemanes del este, por supuesto. En mi corazón están, sobre todo, Sigfrid y La Garra, quienes de niño me hacían dudar sobre la verdadera maldad del comunismo.
Más abajo el lector ávido y codicioso encontrará enlaces para descargas (gracias a la labor inmensa de Argenteam) y también un pequeño apartado para ver capítulos online (streaming) en donde todavía hay pocos episodios, aunque sé de buena fuente que esta semana habrá muchos más. Guiño cómplice.
Es improbable que esta recomedación sorprenda a alguien, ni que haya un lector de Espoiler que jamás haya visto al Superagente 86, al menos, una vez en la vida. De todas formas, recomiendo fervorosamente que se le dé una segunda mirada, muchos años después.
Verán —con la sonrisa en la boca— que sigue siendo una comedia sólida, actual y muy divertida.