Sección 'State of Play'
Suspense británico
en seis entregas
Vimos State of Play, una miniserie británica de seis entregas que responde a un género del que no somos adeptos: el thriller político. Hubiéramos pasado olímpicamente, pero atrás de sus guiones está el amado Paul Abbott, uno de los grandes autores de la ficción contemporánea. Un hombre que (como ya dijimos en Paul Abbott y la comedia humana) supo ganarse nuestra admiración y respeto con Shameless, obra autobiográfica y maestra de la televisión.
State of Play se estrenó en 2003. Viejita. Pero hay dos cuestiones que, a seis años de su estreno en la BBC, la han puesto otra vez sobre el tapete. Una de ellas es la realización de su remake norteamericana en formato película, con Ben Affleck y Russell Crowe, en abril de este año. ¿La vimos por ese motivo? ¡No! La vimos porque aparecieron los subtítulos. Muchas gracias a los filántropos.
De modo que, sumados cada uno de estos factores, nos dispusimos a ver State of Play, esperanzados por descubrir de qué modo nos sorprendía Paul Abbott en aguas turbulentas y extrañas, en las que nunca antes lo habíamos visto navegar: la política y el suspense.
El nudo de la pesquisa es conocer la verdad acerca de la muerte de Sonia Baker, colaboradora y a la vez amante de Steven Collins (David Morrissey), un exitoso político inglés que se desempeña en el comité de energía del gobierno británico. La pregunta a responder es: ¿Sonia Baker se suicidó o fue asesinada?
Cal McCaffrey (John Simm, el protagonista de Life on Mars) es el periodista que encabeza el trabajo de investigación. Él y sus compañeros serán los encargados de descubrir la verdad que esconde el caso, y sacar a la luz la trama de intrigas, engaños e intereses que hay detrás de la muerte de la muchacha, de la que se habla en todo momento pero a la que apenas llegamos a ver.
Una historia cerrada
Cuando State of Play se emitió fue muy celebrada en Reino Unido. Y está bien que así haya sido. La trama es sólida y, como todo thriller que se precie de tal, está perfectamente estructurada. Cuenta con todo lo que tiene que tener: protagonistas que no le esquivan al peligro, antagonistas con mucho poder y escasos escrúpulos, efectos sorpresa y un estupendo clímax final, bien inglés, sin un solo disparo de bala.
La miniserie también nos muestra la forma en la que se construye una historia, desde la redacción de un periódico. Cómo las piezas van encajando, una detrás de otra, hasta revelar en forma completa la figura que se oculta en el tapiz.
State of Play, a la vez, puede ser vista como una reflexión acerca del trabajo periodístico, tamizada por una visión, si se quiere, un tanto romántica del oficio. ¿Hasta dónde se está dispuesto a llegar, incluso a sacrificar, para destapar la verdad ¿Y cuál es el precio, personal y moral, de hacerlo?
De todos modos, si bien la historia nos lleva con elegancia por los lugares donde se propone, muchas veces el suspense se queda corto, y no es difícil anticipar resoluciones.
Nos quedó la sensación de que el mismo argumento podría haber ganado bastante con una trama más concentrada, narrada en menos capítulos. De todos modos, nadie puede dudar de la calidad de esta producción británica, que a los amantes del género les gustará.
Nosotros, sin embargo, mataríamos para que alguien nos traduzca la tercera temporada de Shameless.