Sección 'The Thick of It'
Comedia, inglesa,
genial, descarguen
Buenas noticias: hay otra comedia británica antológica. Dejen cualquier cosa que estén haciendo y descarguen la primera temporada. No, en serio. Dejen de leer. Voy a hacer el discurso típico, el que hago siempre cuando algo me gusta mucho. Ustedes ya conocen ese discurso. Digo mucho la palabra enorme, uso la frase “amo del universo” y repito tres veces la interjección “qué hijo de puta”. Yo soy cansino. Pero esta serie no. Así que primero descarguen, y mientras el rapidshare hace lo suyo, sólo entonces, siguen leyendo. ¿Está bien?
—Ok, nos parece justo.
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Bien, sigamos. Les decía que...
—Perdón, ¿qué estamos bajando?
Es verdad. Están bajando la primera temporada de The Thick of it, una comedia de la BBC. Empezó en 2005 con seis episodios, tuvo una segunda corta (de tres capítulos) y este fin de año acabó la tercera temporada. Es decir: actualmente hay 17 episodios disponibles. Y en subtitulos.com están traduciendo todo, de a poco.
—¿Cuántos subs hay completos?
Los primeros cuatro episodios. Y están trabajando en el resto.
—Uhhh...
¡Pero con eso alcanza! En serio. Cuatro episodios son los que acabo de ver. Iba a ver uno, pero es imposible: te queda el culo pegado a la silla y los ves a todos. Y cuando terminas de verlos, lo único que te queda es salir corriendo a decirle a más gente que los vea.
—¿Es lo que estás haciendo?
Claro.
—Y te pagan...
Centrémonos. Es una comedia con cámara al hombro; de lejos parece The Office UK, pero enseguida descubrimos que no. De cerca parece The West Wing, pero enseguida descubrimos que no. No es una cosa ni la otra; es un hijo subnormal de las dos.
—¡Ahh! (Aplausos.) ¡Este artículo sí es de Casciari!
La política. El tema es la política. ¡Esperen, no se vayan! Vuelvan, inadaptados. El tema no es “la política” como podría ser el tema en The Wire. El tema es otro, mucho menos pretencioso, más cercano y real. Más necesario.
(Algunos lectores regresan; otros ya están mirando porno. El autor da un paso al frente y les habla a los que han quedado.)
¿Nunca quisieron saber qué pasa realmente entre las cuatro paredes de un Ministerio? No pongan esas caras, piénsenlo de nuevo. ¿No les encantaría saber qué conversa —realmente— la ministra Ángeles Sinde con sus colaboradores, cómo se refiere en realidad a las cosas? ¿O qué dice Rubalcaba por teléfono toda la mañana? ¿Con quién habla tanto, qué cuenta? Porque los políticos, entre ellos, son divertidísimos. Nada que ver con la abulia abrumadora que muestran cuando están en público. No señor. Son gente rica en gags, en frases, en reflexiones. ¿Cómo va la descarga?
—Al cincuenta y dos por ciento.
Entonces sigo. ¿Ustedes se dieron cuenta? Cada vez que un político habla sin saber que hay micrófono, siempre, siempre, está metiendo la pata; siempre, siempre, está diciendo algo que tendrá que desmentir más tarde, algo que jamás diría en público. ¿No es perturbador que ocurra ‘siempre’? Nunca uno de estos of the record dejó de ser noticia. Nunca a un político se le escapó, por micrófono, la frase “pero caramba, Robledo, estoy haciendo esto por la gente, no quiero nada para mí”. No. Jamás. Siempre están diciendo alguna barbaridad. Siempre.
—Sesenta y cuatro por ciento.
Esta serie, The Thick of it, está compuesta por esos momentos. Toda la serie es esa vida privada y divertidísima de la clase política. Cada parlamento del Ministro de Asuntos Sociales, de sus tres asesores y del Jefe de Gabinete, cada línea, es lo que los políticos hacen y dicen cuando no hay cámaras. The Thick of it es un sueño colectivo. Es lo que todos creemos que ocurre, sobre todo en las políticas socialistas europeas. ¡Ah, qué placer ver esa realidad en colores y con buen sonido! ¿Cuánto falta?
—Tres minutos.
Entonces les digo una cosa más: la serie es graciosísima, pero yo no me reí en dos horas y media. Porque en el fondo sabía que la realidad es idéntica. Todo parece exagerado para una sitcom, pero no hay sitcom. Cada personaje parece una caricatura, pero no son caricaturas. Atención al personaje llamado Malcolm Tucker: estará en la lista de los grandes secundarios de este siglo.
— Noventa y siete por ciento...
Lo soberbio de esta comedia es que no juzga a los políticos. ¡Eso es bestial! Nos lo acerca. Los mejora. Los perdona. Los humaniza. ¡Qué hijo de puta que es Armando Iannucci, el creador de esta serie! ¡Qué maravilloso!
—Ya está. Descargó todo.
Ambiguo y genial, ambidiestro, de madre escocesa y padre napolitano. Ianucci, recuerden. Armando. Este muchacho, nacido en Glaswow en 1963, nos muestra las miserias políticas, ésas que nosotros ya sospechábamos, nos las muestra, y le sale una obra que humaniza a los políticos. ¡Qué hijo de puta! ¡Genio! ¡Armando te queda corto: Diego Armando Iannuci!
—Hernán. Ya está.
Lo increíble de esta serie, lo enorme, lo asombroso, es que es un documental. ¡Y riguroso! En eso piensan los políticos todo el tiempo. Eso hacen cada día. Así se mueven, por esos objetivos. Por eso tienen ojeras, por eso duermen poco. De ese modo crean reformas sanitarias, o pantallas de humo, o infiernos de entrecasa. Así hablan con la prensa. Así es la prensa. En eso están pensando cuando visitan una fábrica y se ponen el casco amarillo. ¡Ah! ¡Ah, qué placer!
(Pausa larga, como saliendo de un letargo.)
¿Ya descargó todo?
—¡Sí! Ya hace un rato.
¿Entonces qué hacen acá? Vayan a ver la serie: yo estaba haciendo tiempo.