Sección 'The Secret Life of the American Teenager'
Tres nuevos secretos
en la televisión
El título de esta entrada es mentiroso, porque no vamos a desvelar ningún secreto. Hablaremos de dos series nuevas (una yanqui, la otra inglesa) que tienen la palabra Secret en su título, por pura casualidad. Y acabaremos la entrada de hoy con un secreto nacional sobre las galas de televisión.
El primer secreto
Algunos amigos ya conocían a Billie Piper por su personaje de Rose Tyler en Doctor Who, pero yo todavía no he visto este clásico británico. Por eso admito de entrada que es la primera vez que veo a Billie Piper, una actriz inglesa de ventipico de años que me cayó muy bien en esta nueva serie británica, que se llama Secret Diary of a Call Girl. (Aquí torrents, aquí subtítulos.)
La primera temporada tiene ocho episodios (como es costumbre en las islas) y en este caso se trata de un drama de 22 minutos, que ya no es tan habitual, ni en Gran Bretaña ni en casi niguna parte. Un drama con toquecitos de comedia, a lo Weeds.
Pero, al revés que Weeds, Secret Diary of a Call Girl no termina de desarrollar a sus personajes secundarios: se centra en su protagonista casi únicamente. Se trata de la historia de una chica que de día es Hannah, una secretaria cualquiera de un bufete de abogados, y de noche se convierte en Belle. (Como en Belle de Jour, la peli de Buñuel con Catherine Deneuve , pero en la época blog.)
Pude ver cinco episodios de los ocho, porque hasta ahí llegan los subtítulos de Asia-team (que acabarán su trabajo en breve con los tres restantes) y diré que es una serie que no recomendaría jamás en invierno, cuando podemos hincarle el diente a Dexter, a Lost, a How Mother, etcétera. Pero que sí amerita recomendación veraniega, en estas épocas que estamos un poco ávidos de aventura televisiva.
Secret Diary of a Call Girl tiene una trama fresca, diálogos veloces, una voz en off que logra cuajar y hacernos sentir cómodos con el relato, pero le falta definición. No hablo de HD (ya hablamos de eso el lunes), quiero decir que es una excelente jugada, con buenos regates, en donde un centrocampista llega al área con la pelota dominada, pero la pelota pega en el palo y se va al corner.
Es una serie que tiene al sexo como protagonista, pero no se recrea en él (sí lo hace Californication, por ejemplo), no busca la provocación sino el recorrido de un camino paralelo, donde importa más el carisma de su protagonista que aquello que se narra.
Este primer secreto es una recomendación moderada, sólo para quienes están con mono de dramitas cortos y simpáticos. Nadie se aburrirá con la serie, pero tampoco saldremos de ella siendo mejores espectadores de televisión.
El segundo secreto
The Secret Life of the American Teenager tiene solamente un episodio en el aire y todavía no está subtitulado (Asia Team ya está por la labor; el torrent se puede descargar desde aquí).
Es una producción de la cadena ABC Family (la versión light de ABC, que ya es de por sí light) y su primer capítulo se emitió el martes pasado, 1 de Julio. Este segundo secreto, por tanto, no es una recomendación crítica, sino una esperanza de buena trama.
Con toda la pinta de una comedia adolescente, al estilo de Melroce Place o Beverly Hills, 90210, la serie propone una vuelta de tuerca (pequeñita, pero efectiva) en esta clase de historias. La protagonista, Amy, descubre el el primer episodio que está embarazada.
La trama no es una revolución, pero haciendo memoria no recuerdo que se haya utilizado como conflicto principal, nunca, en una serie con intención de llegar al público menudo, quiero decir, al target 13/20. Sólo por eso, será interesante darle una buena mirada al piloto en cuanto tengamos subtítulos en castellano.
El último secreto
Ayer La 1 de TVE emitió una gala llamada Premios anuales de la Academia de Televisión. No soy muy amigo de hacer críticas negativas sobre la tele, y mucho menos sobre el subgénero "galas", que ya de por sí es una estructura que en España nadie hace bien, pero tengo que decir algo.
¡Anoche han logrado hacer la peor de todas!
Imagino que debió ser un trabajo complicadísimo que llevaron a cabo con el máximo secreto (porque no sabíamos que estaban intentando conseguirlo), pero lo bordaron. Hicieron la peor gala del mundo en cualquier época, un trabajo colosal en el que estuvieron todos a la altura: desde los técnicos a los presentadores.
Nunca había oído guiones tan horribles dichos por un presentador sin ganas (Carlos Sobera) ni por las duplas de anfitriones; jamás la falta de ritmo fue tan grande, ni mayor la desidia. No se salvó ni uno del escarnio, todos decían sus líneas sabiendo que no tenían sentido. Todos entraban a escena con la vergüenza de estar haciendo el ridículo entre pares.
En casa contabilizamos un error cada doce segundos. La mayoría de los premiados no estaban (que no esté el premiado a la mejor dirección "porque está rodando en Italia" vaya y pase; pero que no esté la premiada al Mejor maquillaje "porque está de vacaciones" me parece el mejor chiste involuntario de la noche).
Se producían silencios larguísimos, baches ominosos, sin venir a cuento. Se escuchaban de fondo las indicaciones desde el control. Carlos Sobera decía "ahora vamos con la mejor ficción autonómica" y aparecían los premios al mejor informativo. Edu Soto y David Fernández disfrazados de Los Lunnis hicieron llorar a mi hija. Varias ternas tenían un solo candidato, es decir, no competían contra nadie, y sin embargo los "ganadores" se levantaban de la mesa con gesto de sorpresa y felicidad.
El director de cámara no acertó ni una sola vez un plano. Si Sobera, desde el escenario, conversaba con Pablo Motos (en una mesa) durante medio minuto, la cámara no se decidía a mostrar a Motos hasta que la conversación finalizaba. La música nunca entró a tiempo, jamás. La organización de las mesas provocaba que los aplausos languidecieran cada vez que un premiado subía a escena. Nadie sabía mayormente qué hacer.
Enhorabuena, académicos de la tele. Lo consiguieron. Fue arduo, pero lograron hacer la peor gala de televisión... y fue justo aquella en donde se dieron premios a ustedes mismos.