Sección 'Treme'
Treme, y más allá
la inundación
Esta semana acabó la primera temporada de Treme, posiblemente el mayor espectáculo que ha ofrecido la televisión desde su nacimiento.
La serie (hija de David Simon, que también creó la fabulosa The Wire) se involucra en la realidad de New Orleans después de la catástrofe provocada por el huracán Katrina. La historia está narrada a partir de la mirada de un grupo de músicos locales, que tienen que rehacer su vida después de una destrucción meteorológica, y, sobre todo, después de la desidia del Gobierno norteamericano, lento en ayudas y centralista en emergencias nacionales.
Treme es una serie coral y revolucionaria en varios aspectos: primero llama la atención la música, omnipresente en el desarrollo de la trama (hay episodios enteros donde el blues es el verdadero protagonista de la historia); más tarde, descubrimos el componente político de la historia, nunca tan explícito en la televisión de ficción, nunca tan demoledor y certero; y por fin, nos deja mudos cuando notamos la hiperrealidad del guión, que conmueve y moviliza desde el minuto uno.
Con su primera temporada, Treme se convirtió en el golpe de gracia que dejará knockout al cine para siempre. No hay un cine así, ni puede haberlo. The Sopranos, Six Feet Under, Mad Men y Breaking Bad fueron durísimos golpes estéticos al celuloide, es verdad. Pero Treme es el puñetazo final.
Desde esta semana, emitido ya el episodio S01E10, el cine sabe que su vida futura será la de contar cuentos cortos. Y la televisión se encargará de narrar la intensidad de las novelas literarias. Ya no tiene sentido hacerlo de otro modo.
Treme es, antes que nada, la primera novela política de la televisión mundial. David Simon se convierte en el Gore Vidal, o la Susan Sontag, o el Philip Roth del audiovisual. Simon no cuenta historias para el divertimento de los pueblos, sino para su reconstrucción moral. El amor con que se narró esta primera parte de la vida de New Orleans es inconmensurable. Tanto como su personaje más fuerte, Creig Bernette (inmenso John Goodman), que nos acompaña en la narración reflexiva desde sus exhabruptos en Youtube, editoriales fabulosos en contra de la administración Bush, hasta su decisión final del episodio noveno.
Pero por detrás de esa trama (la de Goodman, posiblemente el alter ego de Simon) hay otras cinco historias que nos pintan esa aldea inigualable que es el barrio pobre de Tremé, con todos sus personajes: Janette (Kim Dickens) la hermosa chef que no puede sacar a delante su restaurant después de la devastación Katrina; David (Steve Zahn) el loquito drogón amigo de todos y amante del folklore del barrio, con su toque muy necesario de comedia; la incansable Ladonna (Khandi Alexander) en busca de su hermano desaparecido en la tormenta; Annie y Sonny (Lucia Micarelli y Michiel Huisman) la pareja de músicos vagabundos a los que la música los une más que el sexo; el esfuerzo sobrehumano de Albert Lambreaux (Clarke Peters) por llegar a tiempo al carnaval con su traje indio; y, por encima de ellos, la bestialidad actoral de Wendell Pierce en el rol de Antoine Batiste, el músico con mil hijos esparcidos que no es capaz de llegar a fin de mes, pero sí de acostarse con todas las putas del pueblo —y siempre en taxi.
(Ahora cuidado. Estoy a punto de entrar en modo espoiler. Los que no han acabado la temporada que no sigan leyendo los próximos tres párrafos.)
Tras el episodio noveno, el mejor de la temporada, la muerte de Creig Bernette, el escritor gordo que se dio por vencido, me dejó tristísimo, casi a punto de no disfrutar algunos partidos interesantes del Mundial. Eso me llevó a certificar en IMDB la defunción del personaje, que sin embargo aparece incólume. John Goodman no se ha ido: según la base de datos, estará en los diez episodios de la segunda.
Esto me hace pensar en algo que, si ocurre, puede ser maravilloso y fundacional: ¿no será que la segunda temporada, en lugar de avanzar en el tiempo, con el escritor muerto y la chef en New York, irá para atrás? ¿No será que nos encontraremos con los mismos personajes, pero antes de la tormenta? (Ya hay un guiño al respecto casi al final del episodio diez.)
En lo personal, me encantaría saber cómo se conocieron la china y el músico vagabundo; cómo se separaron Antoine y Ladonna; de qué modo trabaron amistad la chef y el loquito; etcétera. Sueño con que sea de ese modo. No quiero encontrarme una segunda temporada sin la ruba chef y sin el gordo maravilloso.
(Fin del espoiler.)
Más allá de estas fantasías futuristas, Treme ya me dio alegría y dolor para tener y guardar. Me provocó muchísimos deseos de conocer el sur de Norteamérica. Me reconcilió con HBO para siempre, ya no me importa que en el futuro la cadena haga cagadas: ya hizo esto y me basta. Treme me enamoró como ninguna serie de televisión en toda mi vida.
Sin duda, es lo mejor que vi hasta ahora, y conste que vi muchísimo. Solamente el episodio siete de Argentina Campeón podría mejorar la intensidad de esta obra de arte.
Treme también
en podcast
Para todos aquellos que siguen Treme, y también para los que no, existe una maravillosa posibilidad de escuchar la música de la serie de David Simon en formato podcast. Este gran aporte, posible gracias al trabajo de la Cadena Ser y TNT (España), nos ofrece información adicional acerca de Nueva Orleans, sus tradiciones y sus músicos, cosas que nos sirven para apreciar mejor esta enorme, original y maravillosa producción de HBO.
Armstrong, Dr. John, Allen Toussaint, Little Queenie, Louis Prima, Fats Domino, Kermit Ruffins, Eddie Bo, Steve Earle, Lucinda Williams, John Boutté (el responsable del hermoso tema de apertura de la serie) y siguen las firmas. Los podcats —que se actualizan cada semana, conforme avanzan los episodios— se pueden escuchar aquí mismo.
Para quienes no les gusta la música de Treme por suerte existe Glee, el programa más gay de la televisión, según Matthew Morrison. Para el actor, el éxito de Glee responde a los fans homosexuales, al toque gay de la serie y, por supuesto, a su música maricona (lo dijo él), que también se puede escuchar online.
Nada que ver con Treme, pero tiene lo suyo.
No vamos a
quedar huérfanos
Esta semana, sospecho, todo el mundo hablará del final de Lost y se hará sombra injusta sobre una de las mejores temporadas de la televisión en general. Hacía bastantes años (siete) que no llegábamos a junio con tanta calidad de propuestas. Quiero destacar cuatro joyas:
Treme empezó bien, continuó mejor y se está convirtiendo en un placer de esos que HBO no nos daba desde hacía siglos. Treme es la reconciliación ¡por fin! con la cadena. Claro que no hay foros de Treme, ni locura por Treme en la red. No es de esas series: no muere nadie, casi nadie se besa, nada explota. Pero la semana pasada apareció un japonés que le compró un trombón nuevo al Gordo Batista (yo le digo así, me refiero a Wendell Pierce), y yo lloré como un puto viejo y bendije a la raza humana. Treme es amor. Gente buena levantándose del barro con una sonrisa. Quiero pedirle perdón a mis vecinos por poner el volumen tan alto cuando veo esta serie. Aguanten: se acaba en un par de meses.
Fringe es una joya inesperada. Parecía una clase de serie y se fue convirtiendo en otra… pero sin cambiar. No fue un volantazo desesperado como ocurre a veces (pensemos en FlashForward, qué asquete) sino una idea redonda, cocinada de principio a fin. Los que vieron el episodio doble final ya saben, como yo, que la tercera temporada será tremenda. Fringe acaba de parir, por detrás de todas sus tramas autoconclusivas, una historia clásica genial, tan fuerte e intensa como el drama de Edipo. Llegamos a un punto en el que comprendemos a los dos Walters, por ejemplo. ¿Hay algo mejor que esa ambigüedad? Excelentísima segunda temporada, antológica. La voy a agradecer toda la vida.
House M.D. también tuvo, en la sexta, una de sus mejores temporadas. Episodios lujosos, serenos, en donde no se perdió la esencia pero tampoco el guión se estancó en la rutina. Gregory no tomó vicodina en estos ventiún episodios, y sin embargo nos dejó joyas como Private Lives (el S06E14) el genial inicio doble llamado Broken y, sobre todo, los dos últimos: Bagagge (S06E20) y el espectacular Help Me (S06E21) en el que acabé aplaudiendo de pie como una colegiala tonta que acaba de ver la tercera parte de Crepúsculo. Enorme Laurie y —en tren de reconocer a los que están en las sombras y no parecen destacar— enorme Robert Sean Leonard en el papel del doctor Wilson. Su personaje es austero, pero genial. Tan necesario como Watson para Holmes.
Pero sin duda, este 2010 será recordado —con el tiempo— como el año en que Breaking Bad le devolvió a la tele la sensatez de contar una historia sencilla y compleja al mismo tiempo. No hay final de Lost, ni final de 24, ni presupuesto de The Pacific que me hagan olvidar que este año yo vi a un mexicano sin piernas tirarse de una camilla y caminar con las manos porque había visto al diablo. Y escena seguida, Jesse vestido de amarillo jugando como un nene en la mayor factoría de metanfetamina de Norteamérica. Breaking Bad es magia, en dosis semanales. Hacía muchos, muchos años que no disfrutaba tanto con una serie. Se nota que sus creadores utilizan “sólo las hierbas más frescas y mezclan los mejores ingredientes con mucho amor”, igual que Los Pollos Hermanos. Larga vida a Breaking Bad, la única de mis favoritas que acaban con el Mundial ya empezado, y a la que le perdono esa ingratitud.
Sí señor: un año intenso de muchas y grandes historias. Un gran 2010 en el que, además, acaban para siempre dos monstruos narrativos que cambiaron la forma de ver televisión: 24 (que termina para siempre mañana) y Lost (que acabó para siempre ayer).
Pero como se ve, no nos dejarán huérfanos de futuras maravillas.
Están llegando otras, y son mejores.
Treme:
música del alma
Música del alma. Quise esperar a ver el segundo episodio de Treme para hablar de la serie. Me refiero a la nueva criatura de David Simon y Eric Overmyey que HBO emite desde hace dos lunes. Tal lo prometido, el piloto nos vuela la cabeza: durante ochenta minutos nos sumergimos en la Nueva Orleans pos-Katrina, conocimos un puñado de sus habitantes, los vimos bailar y sobre todo escuchamos su música.
Fiel al estilo del autor —y a sus orígenes periodísticos—, la serie está narrada a través de diferentes voces e historias corales. Es objetiva e íntima a la vez; nos recuerda mucho a The Wire: no sólo por algún actor protagónico, sino por la naturalidad del habla y por una marca de origen en Simon: hacer parecer intrascendente lo importante, y viceversa.
Ha dicho Simon: "La única cosa que (los norteamericanos) le hemos dado al mundo es la música afroamericana. En un bar de Sudáfrica o Kathmandú, si tienen un jukebox, encontrarás algo de Michael Jackson, Otis Reading o John Coltrane.
Esta verdad queda muy clara en el piloto: la música como única fuerza y combustible vital para levantar de las cenizas a una ciudad devastada y olvidada por los que gobiernan. Pero en el capítulo segundo nos centramos más en los personajes, y allí es donde Treme (pronúnciese tremé, y no trem) se hace imprescindible: cuando conocemos las almas de ese barrio que le da nombre a la serie, cuando descubrimos a cada uno de ellos.
Todavía restan ocho episodios de esta pequeña joya de la que ya me enamoré, y esta semana nos despertamos con la noticia de que, a la cadena HBO, la emisión del piloto le bastó para concederle a Treme una segunda temporada.
La colisión entre los ritmos africanos con la escala pentatónica y la instrumentación y arreglos europeos se produjo en un área de doce manzanas de una ciudad llamada Nueva Orleans, que tuvo una experiencia cercana a la muerte en el año 2005", dijo David Simon en The Guardian.
Yo agregaría algo más, a modo de consejo: vean Treme en 5.1, o el 7.1, es decir, con altavoces hasta en el culo. Los sonidos son casi más importantes que las imágenes.
Laurie no da más. A Hugh Laurie la vida no le sonríe. Es verdad que cobra doscientos setenta y tres mil euros por episodio, pero parece que no le alcanza. Así lo refleja esta nota de El País. Laurie se queja de que su trabajo ha dañado su matrimonio —cosa que ya sabíamos—, y suelta frases lapidarias como ésta:
“Trabajar en una serie de televisión semanal es como enrolarte en la marina y viajar a la otra punta del mundo por meses o incluso por un año”
Y ahora, entonces: ¿quién ayuda al doctor?
Adelanto de Caprica. Después del parón de Caprica, cuyos primeros episodios nos llenaron de entusiasmo, cualquier imagen inédita. el menor adelanto de lo que resta para finalizar la primera temporada nos entusiasma. Tal es el efecto que busca toda promo que se precie. Vean:
Esta promo en particular dura treinta y cuatro segundos y no muestra demasiado: una ametralladora de imágenes en cadena. Pero algunas cosas interesantes de lo que está por venir, sin embargo, se pueden apreciar. Y se nos cae la baba.
Hugh Laurie
en cuatro tomas
Laurie en cuatro tomas. Entre 1989 y 1995 Hugh Laurie, junto a su amigo Stephen Fry, creó y actuó en A Bit of Fry and Laurie, un programa de sketches de la BBC también conocido como ABOFAL. A continuación vamos a compartir uno de esos sketches, con subtítulos en español. En él veremos a un joven Laurie, haciendo algo muy alejado a House. Pero esto no es nada: el personaje en cuestión parece ser el antecedente, o la remota musa inspiradora, en la que se basó el actor Jim Parsons para componer al Sheldon Cooper de The Big Band Theory, salvando las diferencias evidentes. Fíjense:
Este y otros trabajos sirvieron para que el versátil Laurie se convirtiera en un actor popular en el Reino Unido, más o menos desde los años ochenta. Sin embargo, en Norteamérica Laurie saltó a la fama en 2004, de la mano del doctor adicto a la Vicodina. ¿Cómo se dieron cuenta los productores de House que Laurie era el hombre ideal para interpretar ese papel? De este modo:
House le trajo a Laurie cosas buenas y malas. Entre las malas Laurie se queja de dolores físicos por culpa de la cojera del personaje, y de haber tenido que pasar largas temporadas lejos de su familia, hasta hace un tiempo radicada en Gran Bretaña. Entre las buenas: un sueldo de cuatrocientos mil dólares por episodio, y a veces, algunos momentos bastante divertidos:
Además de actor, Laurie tiene otras dos facetas: es escritor y músico. En 1996 su libro The Gun Seller, una novela de suspenso y humor, se convirtió en best seller. Y su música no se queda detrás. Para terminar este sencillo homenaje a Laurie una de sus bonitas melodías, estrenada en Inside the Actors Studio:
Fin de las cuatro tomas para Hugh Laurie; pedimos perdón por el doblaje de esta última, pero es lo que había. La canción (por suerte) fue con subtítulos.
La tercera es la vencida. A Christian Slater la tele lo trató bastante mal. No funcionó My Own Worst Enemy, su primer proyecto, y tampoco le fue nada bien a The Forgotten, su revancha. Pero él no se achica. Todo lo contrario. Lo volverá a intentar con un nuevo piloto para la FOX, y veremos si aquello de que la tercera es la vencida tiene sentido para el actor. La historia es más o menos así: Salter será un ex militar con pasado tormentoso, ahora al frente de un grupo de jóvenes genios, expertos en destrozar sistemas de seguridad. En suma: otra de esas series que no tiene sentido. Por favor, ¡que alguien asesore a este actor!
Treme, tras la muerte de David Mills. Sigue siendo una de las series más esperadas de HBO, pero la muerte de uno de sus creadores, la semana pasada, puso a Treme en el candelero antes de tiempo, y por razones que nos entristecen. David Mills (guionista también de The Wire, The Corner y ER) fue en los últimos años compañero eficaz de David Simon, que ahora se queda solo para el estreno de la última creación de ambos. ¿Cómo reaccionó HBO tras la muerte del guionista? Por lo pronto, la cadena acaba de lanzar un Making Treme con todo lo necesario para calmar la sensación de vacío y poner bien alta aquella frase made in Hollywood, la que dice eso de "el show debe continuar". Aquí el video, con entrevistas a actores y mucha información interesante:
Episodes,
cada vez más cerca
—En Inglaterra la serie está hecha con grandes actores, en cambio aquí la protagoniza... ¡Matt LeBlanc!
—¿Soy parte del chiste?
—¡Sí!
Tres meses después. El próximo 11 de abril es el estreno de Treme: todos queremos ver esta serie. ¿Qué nos traerá, esta vez, David Simon? Por lo pronto sabemos que nos contará una historia sobre una ciudad devastada tras el paso del Huracán Katrina: Nueva Orleans, y su proceso de reconstrucción. Todo de la mano de un grupo de músicos del lugar. El trailer adelanta el universo que nos traerá el autor de The Wire en esta nueva historia: música, verdad y escombros. Dan ganas de que comience ya.
Boardwalk Empire. HBO sacó un nuevo trailer de uno de sus próximos estrenos: Boardwalk Empire, la esperada serie de Martin Scorsese y Terence Winter, el laureado guionista de The Sopranos. Como todos sabemos, la historia estará centrada en los años veinte, plena ley seca, y tendrá una primera temporada de once capítulos. Además, de yapa, un video que muestra, en cámara rápida, la construcción de uno de los sets en los que se rueda la historia. Vean.