Sección 'TV por cable'
Llega la tele
con subtítulos
Hace algunos meses, en la columna que escribo los viernes en El País, eché en falta los subtítulos (tan necesarios siempre) en los nuevos canales de alta definición de Digital+. La imagen, dije por entonces, era increíble y lo sigue siendo; da la impresión de que, en el salón, haya aparecido un nuevo ventanal: la nitidez de la imagen logra captar detalles insospechados, la perla de un sudor en la frente, la huella imperceptible de una lagartija en la arena, el inicio chispeante de una explosión..
Pero el precio del iPlus (el cacharro que hay que comprar para poder ver toda esta magia) resultaba excesivo si, por contrapartida, debíamos soportar el doblaje de las películas y las series. Porque cuando nació, el iPlus no tenía subtítulos.
Durante sus primeros meses de existencia, la tecnología no había logrado unificar el vetusto subtitulado del teletexto con la moderna calidad de imagen del siglo XXI. Y entonces tanta magnificencia era vana. Al moderno animal le faltaba una pata.
Si yo me quejaba amargamente entonces, y hasta con rabia, es hora de actualizar la crítica. Porque han aparecido los subtítulos en los canales 111, 112 y 113. ¡Por fin!
Y no se trata de la tipografía cursi, pixelada, que rara vez funciona sincronizada con la imagen, de los canales analógicos, la TDT y el propio Canal+ de toda la vida. No señor. En HD los subtítulos son de verdad, los que se usan en todas las televisiones del mundo moderno. Han tardado más de doce años, pero lo han conseguido.
Ahora, señores, es el momento de educar al personal.
Muchos espectadores españoles siguen sospechando que ver ficción extranjera con letras debajo es esnob. Y otros muchos quieren creer que el doblaje español es bueno. Por suerte, Internet le está cambiando ese chip (hijo de viejas dictaduras, o de antiguas taras) a las nuevas generaciones de televidentes.
Y es saludable que los servicios de televisión estén atentos a ese cambio provechoso.
La carcajada
dolorosa
Hay un cambio sutil en la ecuación, ya tradicional, que aseguraba que
Drama + Tiempo = Comedia.
En Weeds, o en United States of Tara, o en Californication (las tres son ficciones de 23 minutos de duración, pero no son sitcoms) los elementos que disparan la comicidad no surgen gracias a la suma de conflictos absurdos.
En estas nuevas historias se parte de una base dramática tan única — tan poco común— que sus resortes llevan al humor desde su planteamiento. En las tramas modernas se utiliza una variable diferente, que no compite con la ecuación típica, sino que la complementa:
Drama Extraño + Detalles = Comedia.
Tres ejemplos:
Viudita flamante y hermosa debe vender porros para sostener nivel de vida (Weeds). |
Ama de casa sufre enfermedad de personalidad múltiple (United States of Tara). |
Escritor de un solo éxito ya no puede escribir por culpa de su adicción al sexo (Californication). |
Un oficio desconocido, una enfermedad rara, una adicción insólita... El trazo grueso de cada una de estas dificultades son dramones en sí mismos; pero su cotidianeidad, su detalle, dan por resultado la comedia moderna, una ficción bicéfala que está asentada en la curiosidad del espectador por adentrarse en mundos que sabe que existen, pero que al mismo tiempo desconoce por completo.
¿Será mejor la vida de un hombre cuya mujer tiene varias personalidades? ¿Quién hará la colada en una familia polígama?
El humor, en estos dramas extraños, está dado por la curiosidad cotidiana. El humor no es una vacuna (como ocurre en las sitcoms) sino el origen de la enfermedad.
El humor de la nueva comedia dramática no cura, no relaja, no distiende. Pero da gusto, claro que sí. Nos produce un enorme placer esta carcajada dolorosa, este tumor benigno. Y sin duda, además, nos hace crecer como espectadores.
Seamos consecuentes con
los espectadores yanquis
En general la cosa suele ser así:
Una serie se emite en EE.UU. y en Canadá. Y el resto del mundo espera a que un yanqui solidario la ponga en red, con 'la mosquita' de la NBC (o la cadena que sea) en el ángulo inferior derecho.
El próximo 3 de marzo ocurrirá lo contrario.
The Listener, la nueva producción de la NBC, se verá primero en Reino Unido, Italia, Portugal, Japón, Corea, Polonia, Argentina, México, Brasil y —por supuesto— España. En este país, el día y la hora del estreno ya han sido fijados: será el 3 de marzo, a las 21.30, por el canal 21 de Digital+ (Fox España).
Para verla por televisión abierta, a través de las cadenas NBC y CTV, los norteamericanos y canadienses —respectivamente— tendrán que esperar por lo menos dos meses luego del lanzamiento mundial.
O no. Los espectadores más ansiosos de Norteamérica, por una vez, dependerán de la buena voluntad del resto del orbe. Serán ellos quienes madruguen y refresquen la web de Mininova, a ver si ya está el episodio de The Listener en .torrent.
Si bien los responsables de la NBC afirman que sólo siguen el mismo patrón adoptado por la industria cinematográfica para los estrenos, no hace falta tener demasiadas luces para deducir que el modelo responde menos al sueño común de la televisión global que a una estrategia que busca refrenar las descargas por internet.
Para ellos (para la industria, digo) quizás sea un método de ralentizar o entorpecer las descargas.
Para nosotros no. Para nosotros, será una buena excusa a la hora de devolver el favor a nuestros amigos, los espectadores yanquis, que cada semana nos entregan miles de series con excelente calidad de ripeo.
Seamos buena gente, dedicados anfitriones y consecuentes con la causa filantrópica. Que el 3 de marzo la calidad del .avi que subamos a Mininova sea el que ellos se merecen.
Ficha de la serie en Espoiler.TV
Actúan Craig Olejnik, entre otros. La originalidad de The Listener estribará en la calculada combinación de los tres géneros más taquilleros de las series actuales: el crimen, la temática médica y los fenómenos paranormales. [Seguir leyendo].
Resistiré…
hasta la mitad
Hace cuatro meses AXN España programó la emisión de la serie diaria Resistiré (Argentina, 2003), una extraña joya, irrepetible, de un género mal llamado culebrón. Eran sesenta y cuatro episodios, pero la eliminaron de la grilla en el capítulo treinta, justo a la mitad.
Yo recomendé a los lectores de Espoiler ver esa serie, por ese canal, hace ya unos cuantos meses. Y ahora me gustaría pedir perdón por recomendar algo que emite un canal de televisión dirigido por sujetos sin palabra.
Quizás los programadores de AXN sospechan que nadie ve su canal, que no tienen una audiencia verdadera, de carne y hueso, porque no creyeron conveniente explicar la decisión ni pidieron, después, disculpas a nadie.
Esta semana, como por arte de magia, AXN vuelve a programar Resistiré, desde el episodio uno. El nuevo horario nos da una idea de la confianza depositada en la serie: la emiten de lunes a viernes, a las 6:20 de la mañana. (Sí, la vida del abonado es durísima.)
De todas maneras, acepten otra vez dos consejos. El primero es optimista: graben ustedes este culebrón, porque es maravilloso. No prejuzguen el género sin comprender primero la complejidad de la trama. El segundo consejo es pesimista: tengan cuidado, no se enganchen mucho, porque quién sabe si la semana que viene, a esa hora, ponen La Pantera Rosa.
En una cadena gratuita (pongamos por ejemplo Telecinco, o Antena 3) se entienden estas faltas de respeto al personal, porque la cancelación de un ciclo es una decisión económica. Si no hay audiencia no hay publicidad, y adiós programa. El espectador odia estas actitudes prepotentes, pero en el fondo se sabe que existe una razón explicable desde el capitalismo.
Pero a las cadenas de cable las mantienen sus usuarios, cada fin de mes. Yo pago, religiosamente, sesenta euros para que nadie me toque el culo, es decir: para ver una tele de calidad, diferenciada de la tele gratuita. La televisión por cable no depende de la publicidad, depende de mí. Depende de que yo sea feliz con lo que me ofrece, y por lo que pago.
¿Qué derecho tiene AXN a proponerme un divertimento y quitármelo a la mitad? O mejor, ¿tenemos los usuarios de Digital+ el derecho de pagar la mitad de la cuota, en esos casos?