Se confirma que no hay gurús en los medios digitales en España. Hay personajes populares que lo han intentado, y lo intentan, con mucho gran pronunciamiento y poco ingreso. No han demostrado su condición de profetas en la batalla por salvaguardar el periodismo de los intereses económicos o, mejor dicho, sobre modelo de negocio propuesto en Internet. Ni los grandes medios ni los nuevos (mal llamados “nativos digitales”) enseñan un camino claro y evidente, al menos en mercados como el español, como para encajar un modelo de generación de ingresos extraordinarios sobre la premisa grabada en la entrada de cada redacción: “Lo que garantiza la libertad de prensa es una cuenta de resultados en beneficio al final de cada ejercicio contable”.
Podemos buscar responsabilidades de los fracasos en varios argumentos: la crisis publicitaria, la falta de madurez del mercado que no es capaz de entender una demasiado sofisticada propuesta digital, la incapacidad de generar ingresos digitales en modelos de contratación directa, las guerras internas entre el mundo off y on… Dependiendo de la época, nos podemos encontrar diferentes excusas sobre el mismo hecho pecuniario: Lo digital no aguanta, ni macro estructuras; ni negocios con el que los editores proyecten beneficios extraordinarios a largo plazo.