Para Apple una disculpa es perder creyentes. Algo así como una humillación a la secta. Sus productos son perfectos, aspiran a eso y en el camino no hay excusas. Como decía Jobs, “todo lo demás es secundario”. Con sus mapas tuvieron que pedir perdón y eso les hizo pensar en comprar a la prometedora Waze. Pensamiento que fue desmentido, mientras expulsaban del paraíso a los ingenieros implicados en el fiasco.