18 abril, 2008 - 10:42
Bikini time
Ayer inauguré, a mi manera, la llegada del buen tiempo. Traduzco: después de que me frieran con disparos de láser en varias zonas, algunas donde agradecería infinitamente más que esos malditos latigazos el tacto de una lengua, y que me aleccionaran de las mil precauciones que hay que observar después (no sun, no fun), me susurré al oído a mí misma el consabido “porque tú lo vales”, que equivale al momento aquel, cuando tu madre, después de que te sacasen sangre en el ambulatorio, te compraba un cuerno de chocolate.
Y como lo valgo, eso y mucho más, pero como también me conozco, y no había ningún Todo a 100 cerca que me permitiera desfogarme sin riesgos de alta implicación, me metí en un H&M. Entro para dar una vuelta (bueno, entro por pasar un rato; entro por ver las tendencias… En realidad, entro apretando las mandíbulas, presa de alguna crisis de ansiedad; sí, sin duda: entro para desahogarme) y no hay día que me marche sin un bolsón que me arrastra; eso sí: ¡por menos de cien euros! Me quedo muerta comprobando qué capacidad he desarrollado para gastarme pasta que no tengo en chorradas que no necesito… Pero amo esta tienda (quizá porque, con ella, sustituyo un centro especializado en trastornos compulsivos).
En H&M a mí me pasa que hay días en que no me quedan bien ni las diademas. Cuando veo la imagen de mi cuerpo desmadejado reflejada en esos probadores con tres lunas inmensas, desde ahí mismo, me dan ganas de quedar con mi cirujano de cabecera para hacerme una lipo de emergencia. Siempre lo he dicho: si hubiera un SAMUR para la operación bikini, se forrarían... El caso es que, una vez en la planta de arriba, a lo tonto, acabo por cargarme de tangas desde la muñeca hasta el codo y, por supuesto, como son ideales, “necesito” llevarme el sujetador a juego y, si lo hay, el corpiño, el camisón y hasta los calcetines. ¿Será por lencería y por bañadores? Y no sólo de esta tienda, que luego, reincido cuando me avisan de las liquidaciones de los showrooms, llamada a la que acudo con el ansia de un viejo avaro, amén de tardes tontas recorriendo las tiendas del centro con la VISA entre los dientes... Lo pienso y… como si por tener tres cajones llenos de ropa íntima de firma…
En fin, que a veces creo que, para rentabilizar semejante vestuario íntimo, yo debería de ser puta de lujo o que quizá algo dentro de mí se prepara para una vida infinitamente más cara -intuyo que también infinitamente mejor-, a bordo de un yate que atracará en los puertos de la Riviera francesa donde, como digo, podré lucir como se merecen mis magníficos trikinis de Armani (en ocasiones, también me imagino como dueña de la mazmorra más siniestra, sitio idóneo donde, rollo Dómina, me colocaré toda la parafernalia de látex que acumulo sin control).
Cuando llego a casa, empiezo a probarme (es que siempre hago la misma jugada: al final, me llevo cosas que no me he probado pero que veo más o menos de mi talla, básicamente porque abandono horrorizada todo lo que me pruebo, viéndome hecha un cuadro). En la paz de mi hogar y ante la mirada atónita de mis gatos, y verifico mis compras. En efecto, me he traído corsés imprescindibles para coger el Metro cada día, suficientes medias de rejilla como para que se ahorquen todos los presos de Alcalá Meco, o tres partes de arriba distintas del mismo bikini dorado de imitación piel de serpiente que, si soy sincera, no sabría decir si me favorece, o si ese plastiquillo me convierte en unas de las negras que bailan detrás de los raperos de los vídeos musicales, los que van cargaditos de cadenas, y de balazos, y que siempre, no falla, llevan al menos un diente de oro… Que no falte de ná…
Y el caso es que mi ataque de ayer, aparte de los impactos del láser en delicadas partes pudendas donde sí da el sol (a veces), se debía a un ataque de los míos. Me había llamado –mientras estaba en la camilla espatarrada- un amigo, David Pallol para contarme que estaba terminando un libro dedicado a una discoteca y me pedía que escribiera un trocito y que le mandara una foto mía. Y suelta: “ponte con ello y me lo pasas en un rato”. Y, repito, yo ahí en bolas, recibiendo disparos. Puse al lado izquierdo de mi cerebro a generar ideas, y al llegar a casa, una vez comprendí que tendría que volver a la tienda para devolver diez o doce prendas, me senté y escribí mi modesta aportación a la causa de Pallol. Pero lo digo en serio: aún me duele el brazo de cargar con semejante saco de bragas.
Evita Evita, lo de meterse con tus lectores nunca es buena idea....
Si bien es cierto que no me gusta todo lo que se publica en tu blog me lo paso muy bien leyéndolo, y se treta siempre de construir, no de destruir...
Ánimo que este es un blog de sexo distinto a todos los que ví. Saludos...
Publicado por: Leandrín | 19/04/2008 18:34:47
"suficientes medias de rejilla como para que se ahorquen todos los presos de Alcalá Meco"
Vaya frasecita!!!
Creo que te saldria mas barato el "centro especializado en trastornos compulsivos" que que utilizar la compra compulsiva para solucionar las frustaciones, ansiedades,...
Publicado por: jose | 19/04/2008 15:14:59
lo de la zoofilia lo dice por ella mismo creo...
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No, alias denis, no va por mí. ¡Qué sorpesa! ¡No me ponías verde desde Nochevieja, a mí y a mis amigos! Has vuelto a escribirme, qué detalle... antes firmabas como lumpen.
Pues te cuento: lo de la zoofilia va por tipos como tú y como el tal Jorge, que cada vez que se levanta mal o le da un aire, me escribe tonterías (o insultos).
Saludos,
Eva
Publicado por: denis | 19/04/2008 14:59:25
Llevas razón: ¡cómo duele el lkáser!
Que no te dé el sol estos días.
Publicado por: carlota | 19/04/2008 11:36:34
Buenas a todos,
hablando de ir de compras, ahora ya no me pasa, pero cuando estaba en mi trabajo anterior, siempre terminaba metiéndome en un Zara y me llevaba cualquier cosa. Era una manera de luchar contra el stress. Y del sexo, ni hablar: no conseguía en ningún momento relajarme y desconectar.
Respecto de lo que opina Jorge, no estoy de acuerdo. Este blog me divierte, mucho, da giros inesperados y eso me gusta. Habla de que le gustan los artículos , menciona el de Kegel, pero si no me equivoco, el día de Kegel no alabó el tema, sólo hoy, y para despotricar, tiene la iniciativa de participar.No veo que sea una actitud correcta intervenir siempre y exclusivamente para quejarse.
Un saludo.
Publicado por: sandra | 19/04/2008 10:30:02
Muy bueno lo de las diademas.
Publicado por: santos | 18/04/2008 19:09:03
No me va la zoofilia Eva, siento decepcionarte. Ni voy a un blog de sexo para ver hardcore. Me interesan muchas cosas que escribes, cosas como lo de Kegel que escribiste hace poco, por ejemplo; eso sí es relevante.
Publicado por: Jorge | 18/04/2008 18:39:07
Supongo que con lo amplia que es la red de internet no te costará encontrar zoofila, que parece que te apetece mucho más que algo como esto, de tinte más erótico que hardcore.
Hoy llueve a cántaros pero, por lo visto, nunca a gusto de todos.
A seguir bien, querido Jorge.
Publicado por: de Eva Roy a Jorge | 18/04/2008 16:25:26
Pero esto no era un blog de sexo? Para esto haz "blog de Eva Roy, por Eva Roy"
Publicado por: Jorge | 18/04/2008 14:19:09