Me consta que se trata de un asunto que quizá a muchos les dé igual, especialmente si son anti-cirugía o si no poseen un par de tetas de nacimiento en propiedad (pues lo siento, tendrán que leer otra cosa hoy), pero a muchas otras miles de personas –mujeres operadas o que se lo plantean, así como sus allegados- les resultará no sólo interesante, sino VITAL, porque son frecuentísimas las cirugías secundarias en las operaciones de implante de mama. Unas, pueden requerir un “retoque” justo tras operarse o muy poco después. Entiéndase, por favor, el eufemismo: retoque significa que han de pasar por quirófano de nuevo, caso de surgir una complicación como el famoso encapsulamiento, o una rotura o desplazamiento de la prótesis, algo que, con la mejora del diseño de las mismas, casi no sucede. Actualmente, se ha reducido drásticamente el riesgo: del 24 al 1,2% en los últimos 15 años. Pero es que además, todas, pasados X años, necesitarán otra operación (porque el pecho se caerá al darse de sí la piel de modo natural, o porque las prótesis se pueden deteriorar y requerirán ser sustituidas por unas nuevas), de ahí, la denominación “secundaria”.