<<"¿Lo podemos hacer de nuevo, Charlie?". Charlie dijo que lo intentaría, pero que lo dejara un rato. No se había salido de mí y permanecía firme. Entonces descubrí algo sobre mi vagina y mis partes de abajo que creí que todas las mujeres tenían: el don de agarrar fuertemente, apretando el pito como cuando se aprieta la ubre de una vaca. Y Charlie jadeó mientras lo hacía y dijo cielos, cielos con placer. Me dijo que nunca antes había sentido algo parecido.
Pasó mucho tiempo antes de que me enterara de que sólo unas cuantas mujeres tenían ese control del músculo y que podían usarlo de un modo tan fuerte. Aprendí también qué gran placer podía darle a un hombre más allá del talento ordinario de una mujer. Aquella noche no dejé de descubrir un nuevo yo.>>