Jesús A. Núñez

Lampedusa vive en Yemen

Por: | 28 de noviembre de 2011

Protesta en Sana, capital de Yemen (Foto:AFP)

Aunque nunca lo visitara en vida, Yemen acogería hoy de buen gusto a Giuseppe Tomasi di Lampedusa, aunque solo fuera para alabarlo como un sabio de las ciencias políticas y para perfeccionar su conocimiento sobre el principio que dejó recogido en su Il Gattopardo: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".

Uno de los mejores ejemplos actuales de este vigente principio es lo que acaba de ocurrir en la Arabia Felix de los romanos. Se nos dice que con el acuerdo rubricado en Riad por el que ha sido presidente durante los últimos 33 años, Ali Abdula Saleh, y la oposición, representada por el Comité Conjunto de Partidos (en la que el partido islamista Islah ostenta el liderazgo), Yemen entra decisivamente en una nueva etapa que debe colmar las esperanzas de una población mayoritariamente empobrecida y deseosa de libertad, dignidad y trabajo. Por un lado, Saleh abandona el poder ( y se dirige a Estados Unidos para ser tratado en un centro médico) y, por otro, se acaban de convocar las elecciones para el próximo 21 de febrero y de nombrar a Mohamed Basindawa, líder de la oposición, como primer ministro de un gobierno de unidad nacional.

¿Fin del asunto? ¿Entra Yemen en una vía democrática? Sin descartar que eso pueda suceder algún día, lo ocurrido no puede ser entendido de ese modo. En cuanto exploramos los detalles del acuerdo la conclusión es bien distinta. Por una parte, Saleh ve garantizada la imnunidad para él, sus familiares y sus fieles, en un claro desprecio a la más elemental justicia. La presidencia del país pasa a manos del hasta ahora vicepresidente, Abdo Rabu Mansour Hadi, hombre de máxima confianza del depuesto Saleh. Se trata de un actor político que mantiene interlocución con las dos principales confederaciones tribales del país- la Hashid y la Bakil- y que ya desde ahora aparece como el más probable sucesor en la presidencia. A su lado se mantiene igualmente Ahmed Ali Saleh, hijo del presidente ahora despedido y jefe de la todopoderosa guardia republicana y de las Fuerzas Espaciales, acompañado de otros familiares de controlan otras fuerzas militares, los servicios de inteligencia y buena parte de los activos económicos yemeníes.

Los que aparecen en una posición más comprometida son el general Ali Mohsen al-Ahmar y el jeque Sadeq al-Ahmar, cabezas visibles de la tribu al-Ahmar (pieza principal de la confederación Hashid), que optaron por levantarse contra su antiguo aliado (también de la conferderación Hashid, aunque de la tribu Sanhan).

En definitiva, todo apunta a que estamos ante el último asalto de una confrontación tribal, al margen de los intereses del conjunto de la población, en la que se producirá un relevo de caras pero en ningún caso de régimen. No será fácil volver a encajar las piezas del rompecabezas sin episodios violentos, añadidos a los que ya protagonizan los hutis en su persistente rebelión y Al Qaeda para la Península Arábiga. En efecto, Lampedusa sigue vigente.

 

Hay 5 Comentarios

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Sobre el autor

Jesús A. Núñez es el Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH, Madrid). Es, asimismo, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), y miembro del International Institute for Strategic Studies (IISS, Londres). Colabora habitualmente en El País y en otros medios.

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