Fueron solo siete horas de estancia en territorio marroquí y no era el momento para arreglar ninguno de los contenciosos pendientes ni, mucho menos, para señalar las deficiencias de un modelo político al que todavía le faltan varias asignaturas por aprobar. Lo que el presidente Mariano Rajoy buscaba en Marruecos, en su primera visita al extranjero, era hacer olvidar la imagen de su partido como un enemigo de nuestros vecinos y ser aceptado como un interlocutor válido.
A primera vista parece que ha logrado ambos objetivos, presentándose como un amigo de Marruecos- como si las relaciones internacionales no fuesen, en realidad, una cuestión de intereses y no de amistades- y regalando los oídos de sus interlocutores con perlas como identificarlo como un ejemplo a seguir por muchos países del mundo- como si ya hubiera completado su tránsito hacia una democracia plena. En todo caso, lo importante es que ese primer contacto al más alto nivel permita de inmediato seguir adelante con el desarrollo de una agenda en la que, mucho más que el tema pesquero, lo que importa es encontrar fórmulas de colaboración más estrecha en campos como la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la emigración/inmigración irregular.
No solo debe haber un interés común por hacer frente a estos problemas, que afectan a ambos países, sino que debemos entender que, como ha dicho acertadamente el presidente español, “la seguridad, la estabilidad y la prosperidad de Marruecos son la seguridad, la estabilidad y la prosperidad de España”. Esa debe ser la base principal sobre la que edificar unas relaciones en las que quede descartado cualquier aventurerismo tipo Perejil- en el que los dos gobiernos se equivocaron- y en las que quepa hablar de todo lo que nos une y nos enfrenta (Ceuta y Melilla incluidos).
Entre vecinos siempre habrá problemas y para intentar gestionarlos y superarlos lo fundamental es consolidar canales de diálogo que permitan su resolución pacífica. España- tanto en solitario como, sobre todo, en el marco de la Unión Europea- tiene más bazas en su mano para ofrecer un marco de relaciones que resulte lo suficientemente atractivo a Marruecos para hacerle abandonar el victimismo en el que se escuda con cierta frecuencia y su tentación por dar un portazo a quienes no siempre se acomodan a sus deseos. La apuesta por el desarrollo integral es, como ya decía Kofi Anan en su tiempo, la vía más directa para mejorar la seguridad de Marruecos (y de cualquier otro país).
Hay 2 Comentarios
Observado este titular desde la distancia,nos quedan bailoteando "España-Marruecos, un destino común". Seguro que hay quienes desean acomodar "ese destino",pero la realidad es que España y Marruecos tienen un pasado no precisamente brillante para recordar.Todas las intromisiones realizadas por los países europeos en territorio africano han sido nefastas.Nunca los occidentales debimos inmiscuirnos en la vida de los pueblos africanos. Así los portugueses secuestraron y esclavizaron poblaciones enteras e iniciaron " muy cristianamente" la venta de seres humanos. Y todos mirando para otro lado. Hay que quitarse el COLONIALISMO de la mente. Hay que dejarse de INTERVENIR en las vidas ajenas, en los países AJENOS. Demostremos al menos en este siglo XXI que ya somos CIVILIZADOS !
Publicado por: Beatriz Basenji | 20/01/2012 20:31:20
Ridícula exposición de obviedades que en nada aumentan o disminuyen nuestro conocimiento sobre nuestro vecino del Sur, un gigante desconocido, para la mayoría de los españoles, llenos de odio por los "moros" y aún resabiados por el colonialismo. Por cierto debería escribir como se hace para estudiar en una Universidad Pontificia, porque a mi no me dio ni para ir a la Pública....
Publicado por: farah y los clones | 20/01/2012 12:54:58