Jesús A. Núñez

Desatino de ministros españoles

Por: | 15 de marzo de 2012

No es fácil determinar quién ha estado más desatinado en sus recientes comparecencias parlamentarias, si el ministro de exteriores, José Manuel García-Margallo, o el de defensa, Pedro Morenés. Ambos, en cualquier caso, son buena muestra de la vigencia de esquemas que deberían haber quedado arrumbados al menos desde el final de la Guerra Fría y que, por tanto, no son útiles para diseñar y ejecutar la política exterior, de seguridad y defensa de una potencia media como España en pleno siglo XXI.

El primero ha vuelto a usar (adaptado a las circunstancias) el tan viejo como equivocado planteamiento de “cañones o mantequilla”, traducido ahora en términos de “ayuda oficial al desarrollo o pensiones y ambulatorios”. Parece que algunos siguen sin entender que la cooperación internacional al desarrollo no es hija de la buena fe o de la caridad, sino del simple cumplimiento de compromisos acordados (el mítico 0,7% del PIB establecido hace más de cuarenta años) y de la acertada lectura sobre el vínculo que liga al desarrollo y a la seguridad. En un mundo globalizado, el desarrollo de quienes nos rodean redunda directamente en nuestro propio desarrollo y en la seguridad de todos. Basta con esa perspectiva, a la que se pueden añadir elementos morales y éticos, para entender de la brutal reducción de la ayuda oficial al desarrollo (solo 0,29% del PIB en 2011) no solo llevará a España a seguir incumpliendo sus compromisos, sino también a disminuir sus opciones en el concierto internacional y a limitar sus aportaciones a la seguridad mundial.

Para rematar su desacierto, el ministro ha tratado de apoyar a las fuerzas armadas con el insostenible argumento de que son actores humanitarios que incrementan la visibilidad de España en lugares donde otros no pueden actuar. Bien le vendría repasar los documentos del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE para entender que los ejércitos, por muy bien valorada que sea su actuación en contextos internacionales ante catástrofes o conflictos violentos, eso no los convierte por ensalmo en actores humanitarios.

Por su parte, el segundo ha insistido en que España está en una posición “razonablemente buena” para hacerse con el concurso (todavía por abrirse) para la venta de unos 250 carros de combate Leopard a Arabia Saudí. Se pueden entender los apuros del ministro para poder atender la descontrolada cifra de no menos de 26.000 millones de euros que su gabinete adeuda a la industria de defensa por los llamados grandes programas. Una historia que arrancó en 1996 y que trataba de modernizar el equipamiento de las fuerzas armadas con una fórmula tan rocambolesca como difícil de cumplir. Hoy, esa hipoteca ahoga a nuestra defensa hasta el punto de obligar a un replanteamiento global de la estructura y capacidades de los ejércitos. Algo que, de momento, nadie parece querer asumir.

También se puede entender el afán del ministerio por preservar una cierta capacidad industrial para atender a las necesidades propias y para poder colaborar en proyectos multinacionales (sobre todo en el marco de la Agencia Europea de Defensa). Pero por muy importante que pueda ser mejorar las expectativas empresariales de General Dynamics Santa Bárbara Sistemas, el fin no justifica los medios. El régimen wahabí de la casa de los Saud es cualquier cosa menos un modelo de respeto de los derechos humanos y de compromiso con el Estado de derecho. La simple aplicación estricta de la propia legislación española sobre el comercio de armas (Ley 53/2007) debería servir para bloquear de raíz las actuales acciones gubernamentales españolas para hacerse con el jugoso contrato (unos 3.000 millones de euros). Un poquito más de coherencia entre los valores y principios que decimos defender y la manera de defender nuestros legítimos intereses debería hacernos comprender que no todo vale.

Hay 4 Comentarios

Yo le doy TIEMPO y una OPORTUNIDAD al EQUIPO de RAJOY que acaban de llegar. España ha votado y ha hablado ALTO y CLARO.
El juego del muñeco diabólico ZP con el poder de la Nación Española ha dejado ZarraPastrosos a la mayoría de ciudadanos que la habitamos (los pocos que todavía vamos tirando y los muchos que están en las últimas sin empleo y sin casa en la que vivir)(no incluyo, para no entristecerme aún, más a los JASP que se han ido por pies).
Y una pregunta : ¿CÓMO HAN HECHO EN EL AYUNTAMIENTO DE LEÓN PARA DEBER TANTA PASTA?

Querido Jesús
¿En qué afecta a la seguridad global el desarrollo de Guinea Ecuatorial? ¿Qué tipo de desarrollo es el que quieres? Supuestamente, es un país desarrollado, tiene petroleo. Es eso el desarrollo, no? el económico. ¿Por qué no se saca de la pobreza al medio millón de guineanos con el dinero gastado en sólo una de las subastas de Sotheby's a las que acude el hijo de Obiang?
¿Por qué España tiene que hacer ayuda humanitaria en Guinea Ecuatorial e incrementar el porcentaje destinado a la cooperación internacional si ellos no tienen un problema de recursos?
Gracias por tu blog y un abrazo.

un articulo sin consistencia, el autor defiende que España renuncie por ejemplo a construir el ave de la Meca a Medina o que no compre petroleo saudí? por la misma regla de tres el autor defiende por ejemplo que no se permita la ayuda humanitaria a guinea ecuatorial por ser una dictadura? el autor piensa que el pais con mas riesgo belico de europa occidental, por ceuta y melilla, no necesita un ejercito que no se caiga a trozos?

El asunto de la venta de armas es delicado y sería bueno que alguien o algún organismo, en situación de verdadera independencia, emitiese un veredicto. Es muy bonito eso de no vender armas a países que no respeten los derechos humanos, pero todos sabemos que no va a caer el régimen de Arabia Saudí -por ejemplo- porque no le vendamos armas y que para más inri, si no se las vendemos nosotros hay bastantes países dispuestos a hacerlo, no olvidemos que son aliados de los EE.UU. Así no habremos conseguido

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Sobre el autor

Jesús A. Núñez es el Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH, Madrid). Es, asimismo, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), y miembro del International Institute for Strategic Studies (IISS, Londres). Colabora habitualmente en El País y en otros medios.

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