Jesús A. Núñez

Tensión ma non troppo en los cielos del Este de China

Por: | 11 de diciembre de 2013

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Si nos dejamos llevar por los titulares que estos días inundan los medios, a partir de la decisión china de establecer una Zona de Identificación para la Defensa Aérea (ZIDA), parecería que el enfrentamiento armado está a la vuelta de la esquina en el mar del Este de China. Y, sin embargo, nada apunta en ese sentido en un escenario acostumbrado a un permanente juego de acción y reacción, en el que todos los países implicados tratan de ir consolidando sus posiciones al tiempo que se cuidan de no traspasar ninguna línea roja que afecte a sus intereses vitales.

Cuando el pasado 23 de noviembre China dio a conocer su decisión de establecer una nueva ZIDA simplemente se repetía un gesto que otros países, como Japón, habían realizado con anterioridad. En efecto, Japón ha ido ampliando su propia ZIDA sistemáticamente desde su inicial definición en 1969. La última extensión japonesa- en un gesto tan unilateral como el que ahora se critica a Pekín- se produjo en junio del pasado año, llevándola hasta 130km de la costa continental china. No puede extrañar, por tanto, que ahora ambas zonas se superpongan y que vuelvan a poner de manifiesto la histórica disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu que ambos reclaman como propias. Como resultado de la decisión de tokio, se han registrado no menos de ochenta interceptaciones de cazas nipones desde junio de 2013.

Para poder calibrar con cierto fundamento el grado de tensión que deriva de la decisión china, conviene recordar que una ZIDA no es más que una línea en un mapa que señala la intención de un país de monitorear el sobrevuelo de aeronaves en el espacio definido, sin que quepa confundirlo con el espacio aéreo soberano (que se extiende a 22 km de la costa). En todo caso, es evidente que la medida china no puede considerarse amistosa, por cuanto forma parte de una estrategia que también viene desarrollando en el espacio marítimo- con avanzadillas navales que combinan movimientos de buques de pesca y de las distintas agencias civiles en aguas en disputa- para ir creando hechos consumados que, considerados individualmente, pueden parecer de escasa relevancia, pero que le permiten ir avanzando en su objetivo de controlar las rutas marítimas y aéreas que le garanticen un mayor margen de maniobra oceánica. Ya en el horizonte inmediato ha hecho saber que muy probablemente hará algo similar en el mar del Sur de China, donde también mantiene abiertos varios contenciosos con sus vecinos.

Atendiendo a las primeras reacciones vecinales, parece claro que lo ocurrido puede activar problemas adicionales. Estados Unidos ha optado por acomodarse en cierta medida, pidiendo a sus compañías civiles que notifiquen a China sus sobrevuelos en la ZIDA pero manteniendo su libertad de acción militar (como quedó demostrado de inmediato con el vuelo de dos B-52 desde la base de Guam). Lo mismo ha decidido Taiwan, renunciando incluso a realizar ejercicios militares dentro de la ZIDA china. Más rotunda ha sido la respuesta de Japón, al negarse a notificar sus sobrevuelos tanto militares como civiles. En paralelo, la decisión adoptada el pasado día 8 por Corea del Sur, ampliando igualmente su ZIDA (fijada originalmente por Washington en los años cincuenta) a partir del próximo día 15, tiene el efecto colateral de poner de manifiesto las fricciones que mantiene con Japón. En resumen, la medida china tiene difícil aceptación en una zona en la que se multiplican los problemas, aunque no cabe esperar más que respuestas limitadas que busquen reafirmación de la soberanía de cada uno de los afectados, en un ejercicio de contención tantas veces repetido.

Sin restar importancia a la controvertida decisión de Pekín conviene reparar en que de momento las fuerzas armadas chinas no parece que tengan capacidad real para controlar de manera efectiva esa nueva ZIDA. Y no solo porque no disponga de un sistema integrado de radares (en tierra y mar) para vigilar todos los sobrevuelos, sino porque tampoco tiene los medios navales y aéreos para poder interceptar aquellos que no cumplan las condiciones exigidas de identificación previa de los planes de vuelo. Mucho más preocupante puede ser, comparativamente, la noticia que para 2014 será ya operativo el misil balístico lanzado desde submarino (SLBM) JL-2, con un alcance estimado en unos 7.000km, aproximándose por tanto al punto de contar con una triada nuclear creíble. Pero eso es otra historia.

Hay 2 Comentarios

Saludos a China por su decisión de mantener su derecho territorial sobre las islas en disputa contra Japón. Este último no renuncia a sus antiguas apetencias de tragarse a sus vecinos. Actualmente, tanto Japón como Corea del Sur son simples títeres del Estados Unidos que pretende congraciarse con sus vasallos.

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Sobre el autor

Jesús A. Núñez es el Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH, Madrid). Es, asimismo, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), y miembro del International Institute for Strategic Studies (IISS, Londres). Colabora habitualmente en El País y en otros medios.

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