Tras compartir la momentánea alegría colectiva por el triunfo de la selección nacional de futbol en el Campeonato Africano de Naciones, las autoridades libias se esfuerzan ahora por encarrilar el proceso político con un nuevo gabinete ministerial y la celebración, el próximo día 20, de la elección de los 60 miembros de la Comisión Constituyente, encargada de elaborar la nueva Carta Magna. El panorama actual no invita al optimismo, toda vez que desde la caída de Muamar el Gadafi, no solo no se ha logrado enderezar el rumbo, sino que, sobre todo desde el pasado verano, se incrementan las señales de descontrol en todos los terrenos, para mayor desesperación de sus casi 6,5 millones de habitantes y para mayor inquietud de los vecinos y de los potenciales inversores.
En el terreno social se acrecientan las brechas sectarias en un país escasamente cohesionado y solo artificialmente unido tras la experiencia colonial italiana (en Tripolitania y en Cirenaica) y francesa (en Fezzam). En consecuencia, no ha sido posible crear instancias de representación que superen las barreras identitarias tradicionales (clánicas o tribales), lo que redunda en una acusada debilidad de los actuales gobernantes. Aunque el islamismo político (representado principalmente por el partido Justicia y Construcción) no logró los resultados previstos en las elecciones de julio de 2012, su peso es bien notorio en la vida diaria (sobre todo en la Cirenaica), como una señal más de desencuentro con otros planteamientos más orientados hacia posiciones liberales (identificados con la victoriosa Alianza de Fuerzas Nacionales, que agrupa a más de cincuenta partidos y asociaciones).
En la esfera política y en la de la seguridad, esa misma fragmentación interna se traduce en que ni el gobierno liderado por Ali Zeidan ni el Congreso Nacional General- que sustituyó al Consejo Nacional de Transición a partir de las citadas elecciones- han podido imponer su autoridad efectiva en todo el país. Son muchos los actores que pugnan por hacerse con una mayor porción de la tarta a repartir- incluyendo a yihadistas y a nostálgicos de Gadafi-, empleando para ello una miríada de milicias armadas que retan directamente al cuestionado poder del gobierno central y que se resisten al desarme y a la integración en las fuerzas de seguridad nacionales. Por otra parte, todavía queda lejos el momento en el que pueda dar frutos el esfuerzo de instrucción de hasta 24.000 soldados y policías que se está iniciando con apoyo directo de países miembros de la Unión Europea y Estados Unidos.
Por último, en el ámbito económico el factor más destacado es la brutal caída de la producción de hidrocarburos desde mediados del pasado año. Si en junio de 2013 se habían llegado casi a alcanzar el nivel anterior a la crisis (1,6 millones de barriles/día), hoy el propio gobierno confirma que no se producen más de 478.000. El control de la principal fuente de riqueza del país (70% del PIB y 95% de los ingresos nacionales) es una de las claves más destacadas de una lucha en ascenso, que enfrenta a un gobierno central necesitado de recursos para cubrir las necesidades de la población y ganar su aceptación y a unos líderes locales dispuestos a bloquear por las armas la actividad si no logran una recompensa inmediata para sus propios bolsillos y los de sus simpatizantes. En esas condiciones no puede extrañar que la inversión se retraiga y que no se logre concretar ninguno de los planes de desarrollo tantas veces anunciados.
En un nuevo intento por modificar un rumbo tan inquietante Ali Zeidan acaba de reformar su gabinete con el nombramiento de ocho nuevos ministros (tras la dimisión el pasado mes de enero de los cinco ministros del partido Justicia y Construcción), incluyendo al de finanzas, economía, petróleo e interior. Por otra parte, y una vez completado el censo candidatos a mediados del pasado noviembre, el día 20 se designarán los miembros de la comisión (veinte por cada una de las tres regiones en las que se estructura Libia) que deben consensuar un nuevo texto constitucional. Aunque se pretende así garantizar al menos una base igualitaria de partida, nada asegura que eso permita encajar las diferentes visiones entre árabes y beréberes, federalistas y nacionalistas, laicos e islamistas, amén de las identidades localistas que difícilmente se subordinarán a consideraciones de mayor alcance.
Hay 1 Comentarios
¿Incumplió la OTAN la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU?
Tres análisis:
(1) J. D. Oliva Martínez (profesor de Derecho Internacional de la Universidad Carlos III de Madrid):
http://cort.as/24ga
(2) Robert Charvin (jurista internacional, decano honorario de la Facultad de Derecho de Niza Sophia-Antipolis):
http://cort.as/2eJY
(3) Vijay Prashad (Director de Estudios Internacionales del Trinity College en Hartford, Connecticut):
http://cort.as/24gV
http://cort.as/24gW
Conviene no olvidar tampoco las declaraciones de jefe de estado mayor de Qatar, que afirmó que habían puesto tropas sobre en Libia (incumpliendo la resolución de la ONU):
http://cort.as/24gZ
ni las del Jefe del Estado Mayor Conjunto del ejército de EEUU, que negaba lo que se estaba publicando en los "grandes" medios de comunicación:
http://cort.as/24gX
Más información sobre lo ocurrido en Libia:
http://cort.as/3vjR
Publicado por: mas_informacion | 24/02/2014 8:04:28