Mientras un destructor (y un buque de servicio) iraní avanzan hacia aguas atlánticas con idea de patrullar cerca de la frontera marítima de Estados Unidos, Catherine Ashton se reúne con el presidente Hasan Rohani en Teherán el próximo día 8. Ni lo primero significa que Irán haya optado por la violencia contra el “gran Satán”- como denomina a Washington desde el arranque de la revolución en 1979-, ni lo segundo debe interpretarse como la señal de la plena readmisión de Irán como uno más en el concierto internacional. Cumplidos ya 35 años desde el arranque del régimen revolucionario impulsado por Jomeini, Rohani sabe que sus demonios externos siguen activos, aunque quizás hoy le preocupen aún más los internos.
En el frente exterior, Rohani sabe que todavía no ha logrado nada sólido para revertir la mala imagen de Irán y, sobre todo, para poner fin al régimen de sanciones que están dañando significativamente a la economía nacional. Pero en todo caso, sigue adelante con su ofensiva diplomática- con participación en el reciente Foro de Davos, incluida-, centrada especialmente en vender optimismo y ofrecer buenos oficios para resolver los problemas de la región (aunque la noticia de que Irán va a vender armas a Irak por un importe estimado en 195 millones de dólares no ayudará a este propósito).
En el arranque efectivo (18 de febrero) del plan aprobado el pasado noviembre sobre su controvertido programa nuclear, todos los participantes han enfatizado la seriedad de los contactos y sus esperanzas de que en los seis meses previstos se consiga un acuerdo firme. Mientras el proceso se mantenga abierto, Rohani puede confiar en que se difumina, hasta hacerse imposible, cualquier opción militar que Washington o Tel Aviv puedan tener en mente. Si además se van aliviando, aunque solo sea parcialmente, las sanciones, esto permitirá a Rohani “vender” internamente su giro dialogante y, más aún, ayudar a la recuperación económica del país y al bienestar de una población que puede estar llegando al límite de su paciencia.
Es en el interior donde Rohani tiene actualmente sus principales problemas. Por un lado, porque la situación objetiva de la economía es preocupante, como lo señala el FMI en su último informe, al concluir que el efecto acumulado por las cuatro rondas de sanciones que pesan sobre el país y la mala gestión de los anteriores gobiernos han dejado a Irán en situación de alta vulnerabilidad, con un anémico crecimiento y una rampante inflación. Aunque el mismo informe apunta que cabe esperar un crecimiento del 1-2% del PIB para este año (tras haber caído un 1,5% en 2013) y que la inflación ha bajado al 30% en diciembre pasado (cuando era del 45% en julio), no es nada optimista sobre la reducción de la tasa de paro que actualmente afecta a más cinco millones de iraníes.
Por otro lado, tras la decepción por la derrota electoral los sectores duros vuelven a movilizarse. Consciente de que el apoyo que le presta el líder supremo, Ali Jamenei, está condicionado a su rendimiento a corto plazo, el esfuerzo principal de Rohani está dedicado a contrarrestar las críticas abiertas que ya le están planteando los grupos privilegiados por el actual statu quo (con los pasdarán en primera línea). Aun así, una señal bien visible de su capacidad táctica para hacerles frente es la aprobación del presupuesto nacional, cuando su predecesor sufrió lo indecible para imponer su criterio en un Majlis muy fragmentado entre diferentes grupos de intereses.
Sabe también que un importante apoyo a sus planteamientos puede venirle de una población necesitada de sentir una mejora notoria en su nivel de vida. Y por ello se afana por potenciar el rendimiento de su industria extractiva de hidrocarburos- el ministro del ramo, Bijan Zanganeh, incluso se atreve a pronosticar que Irán logrará cuadruplicar a corto plazo su producción petrolera (actualmente fijada en 1,2 millones de barriles diarios)- y abrir las puertas a delegaciones comerciales de diferentes países. En esa misma línea, se ha dado a conocer que Moscú está negociando la compra de petróleo iraní por un importe estimado de 1.500 millones de dólares mensuales. En resumen, y como de costumbre, cada uno a lo suyo.
Hay 3 Comentarios
En Irán se acentúa la persecución contra las minorías. Notable es el incremento de esta sobre la minoría religiosa más importante la comunidad Bahá'í., rayando el genocidio.
http://www.bahai.es/iran/
Publicado por: Jose Luis | 10/03/2014 7:48:52
Iran, amanecerá y veremos
Publicado por: Moises Persyko | 09/03/2014 21:51:57
El barco con misiles en camino a Sudan, y de alli a Gaza le dice algo sobre el apoyo de Iran al terrorismo?
Publicado por: zamir shimshon | 06/03/2014 12:11:03