Irak asiste a la emergencia de un califato yihadista liderado por el Estado Islámico en mitad de una parálisis política que impide conformar un nuevo gobierno. Aún así, y mientras Nuri al Maliki agota sus últimas opciones para revalidar un improbable tercer mandato como primer ministro, conviene no caer en el error de considerar que Irak ya ha colapsado como Estado.