Tras el ejercicio de forzado ilusionismo político que ha supuesto la aprobación de la Constitución, los actuales gobernantes egipcios creen haber encarrilado el proceso a favor de sus intereses. En su afán por asentar un nuevo orden- que es, en realidad, el viejo orden de siempre- los militares (y sus ocasionales compañeros de viaje) parecen ahora centrados en tres líneas de acción.