En el marco del rescate bancario se viene hablando hasta la saciedad de la necesidad de romper el círculo vicioso entre los riesgos bancarios y soberanos. Pero apenas se hace mención a otro círculo vicioso cuya ruptura es imprescindible si queremos salir del pozo y pagar las deudas, sean éstas titularidad del Estado o de los bancos. Se trata de la interdependencia entre el sistema bancario y el tejido productivo. En una economía tan bancarizada como la española, donde el crédito bancario representa más del 75% del total de la financiación, el colapso del canal crediticio tiene efectos devastadores sobre la actividad económica, con el consiguiente efecto autoalimentador sobre la calidad de los activos bancarios.
Los datos más recientes sobre créditos a actividades productivas (financiación a empresas no financieras) ponen de manifiesto una aceleración de la caída del saldo vivo de crédito a empresas, con una tasa interanual del -4,3% en mayo, y una caída acumulada del 11% desde 2010. No conocemos el desglose de esa cifra por tamaños de empresas, pero con total seguridad son las pequeñas y medianas empresas (pymes) las que más están sufriendo el colapso de la financiación bancaria, lo que agrava mucho más su situación, en la medida en que no cuentan con fuentes de financiación alternativas al canal bancario.
Una aproximación indirecta a lo que puede estar ocurriendo con la financiación a las PyME puede obtenerse a partir de la actividad de avales a través de las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR), un mecanismo especialmente apropiado para ayudar a superar las asimetrías informativas, y desconfianzas, sobre la viabilidad financiera de las Pymes. La memoria de 2011 de la asociación sectorial pone de manifiesto una caída del 15% en la concesión de avales a través de las SGR en el último año, caída que se eleva al 50% en tasa acumulada desde 2009.
La vulnerabilidad financiera de las PyME contrasta con su aportación a la creación de empleo y generación de valor añadido: en la Unión Europea, las PyME (incluyendo las microempresas) generan más del 50% del valor añadido, y más del 60% de los empleos, pero apenas consumen el 10% de los flujos financieros.
De ahí la importancia de desarrollar mecanismos de financiación alternativos al canal bancario, como forma de alimentar financieramente a un tipo de empresas en las que la "ratio de aprovechamiento de cada unidad financiera invertida" es extraordinariamente elevada.
El propio memorando de entendimiento asociado al rescate bancario, en su párrafo 27, requiere al Gobierno de España que prepare, para mediados de noviembre, propuestas para el reforzamiento de la intermediación financiera no bancaria, requisito que complementa más adelante (párrafo 31) con la invitación a reducir plazos, y eliminar barreras, para la constitución de empresas.
No va a ser tarea fácil reducir la dependencia que nuestra economía, y muy especialmente las PyME, han desarrollado respecto de la financiación bancaria. Pero la sequía de ésta no va a ser algo transitorio, por lo que el desarrollo de mecanismos de financiación directa, tanto en recursos propios como en deuda, pasa a ser una necesidad ineludible si queremos retornar en algún momento a sendas de crecimiento mínimamente sostenibles.
Representación y contribución de las PyME en la Unión Europea
Hay 1 Comentarios
Buenos días,
Chequeando este artículo con interés (ya que ha sido citado recientemente por otro post en el blog) me quedo con un dato en duda. Se habla de nivel de bancarización de la economía española. Y se dice que es del 75%. ¿como se calcula? Lo digo porque en otros artículos de opinión se habla alegremente del 90% o más.
Gracias
Publicado por: Ricardo | 12/09/2012 17:00:27