Durante las últimas semanas –o meses–, el énfasis en determinadas noticias sobre la evolución de los depósitos de la banca en España ha generado, en ciertos casos, una visión alarmista de caída de depósitos y de fuga hacia otros mercados.
En una crisis bancaria, la fuga de depósitos es el síntoma último de un fatal desenlace. Los gestores de las entidades y los supervisores bancarios vigilan la constante vital de la posible retirada de depósitos como una variable crítica para evaluar la salud del enfermo y se ven obligados a tomar decisiones dramáticas cuando el pulso empieza a ser preocupante.
Probablemente el énfasis que se ha puesto en alguno de los análisis no ha considerado ni algunos aspectos técnicos del análisis de la información de los depósitos y, quizá haya ayudado a la confusión el hecho de que se haya contado con dos fuentes para medir la evolución de los depósitos bancarios, una el Banco Central Europeo, paradójicamente más ágil en la publicación de su información, y otra el Banco de España, que hacía públicos sus datos con cierto retraso y hasta esta semana no publicó una nota explicativa de alguno de los movimientos que estaban afectando a las estadísticas.
La reducción de depósitos se asocia, en un entorno de crisis bancaria, a la imagen de colas de clientes esperando para recuperar sus ahorros y transfiriendo de forma masiva a otras entidades los saldos que puedan mantener en una entidad en dificultades.
Sin embargo, la verdad es que bajo el epígrafe de depósitos que aparece en los balances bancarios se incluyen importantes saldos que no corresponden a operaciones de depósitos de clientes y, por tanto, las noticias basadas en evolución de los saldos agregados de depósitos pueden llevar a conclusiones erróneas. En estos saldos se incluyen operaciones que tienen mucho más que ver con operaciones de mercados financieros –titulizaciones, repos, emisiones de títulos no cotizados,….—y realizadas con inversores institucionales y cuyos movimientos están vinculados a la utilización de unos u otros instrumentos para la financiación en mercado o a operaciones que puedan hacerse con títulos previamente emitidos –recompras, amortizaciones, canjes,….--.
Adicionalmente, no puede perderse de vista el contexto en el que se produce esta caída de depósitos, que está marcado, para el caso de los hogares, por una elevada tasa de desempleo y un elevado endeudamiento que, probablemente, lleven a tener que hacer uso de los ahorros para poder soportar gasto corriente o los compromisos contraídos –algo, por otro lado, absolutamente natural, ya que ése es el destino del ahorro de los hogares--. En el caso de las empresas, la liquidez es igualmente utilizada para el mantenimiento de la actividad y para poder avanzar en el proceso de desapalancamiento necesario, reduciendo parte de sus deudas.
Observando las cifras de activos financieros netos de cada uno de los sectores, se aprecia cómo la tendencia ha sido constante en los últimos años y no es sólo un síntoma de los últimos meses, viéndose cómo el lento avance en el proceso de desapalancamiento se inició tímidamente hace ya un par de años.
(Fuente: Banco de España)
Las cifras, aún analizadas con cierto detalle y con todas las consideraciones técnicas necesarias, no dejan de ser relevantes. En el caso de los depósitos de hogares, la caída en lo que va de año se sitúa en el entorno de los 18 mil mill€, en torno a un 2,4%, nada inconsistente con las cifras de empleo y actividad. En el caso de las empresas no financieras, la caída es más acusada, con unos 27 mil mill€ de reducción, que supone un 13,3%.
No puede perderse de vista que parte de esta caída ha venido marcada por aspectos regulatorios, como el recargo en las aportaciones al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) para los depósitos “primados”. Esta medida llevó al desplazamiento de ahorro hacia instrumentos como los pagarés, que a las entidades les generaban menos costes de aportaciones al FGD y que se han usado para las operaciones con mayor remuneración –en el año estos instrumentos han tenido un crecimiento de en torno a 27 mil mill € –no todos en manos de hogares, eso sí–. La desaparición de este recargo –diseñado con la buena intención de “suavizar” la competencia en tipos, pero con un efecto secundario que no se había medido—probablemente haga que en los próximos meses los saldos en pagarés de muchos clientes vuelvan a depósitos bancarios, protegidos por el FGD.
Estas cifras no muestran algunos matices que pueden haber sido muy relevantes, como la existencia de movimientos de clientes desde entidades con mayores dificultades a otras en una situación de mayor fortaleza financiera, como se ha visto, por otro lado, a lo largo de toda la crisis. Existen clientes que, por temor a perder parte de sus ahorros –la elevación de importe de depósitos garantizados por cliente y entidad a 100.000€ suavizó estos movimientos—o por descontento con el servicio y la oferta de entidades en dificultades, opta por moverse a la competencia.
Sin embargo, es importante considerar la caída de depósitos en el entorno de dificultades de acceso a mercados mayoristas por parte de las entidades, ya que está marcando una elevada competencia en precios que agrava la imagen de dificultades en la obtención de liquidez y que tensiona unas cuentas de resultados que, de no existir elevadas rentabilidades en las carteras de deuda y unos costes mínimos en la captación de financiación a través del BCE, serían mucho más débiles. Ante el entorno de encarecimiento de depósitos por la competencia, las entidades no pueden compensar sus resultados por el lado de la inversión crediticia, ya que las condiciones no pueden modificarse –salvo en la renovación de operaciones más a corto plazo, generalmente con empresas, que ya han venido siendo objeto de revisiones al alza de diferenciales en los últimos años—y, adicionalmente, una parte de la cartera ni siquiera genera ingresos –los dudosos, que representan el 9% de la cartera de créditos en el sistema, pero se elevan a un 20% en algunas entidades--.
La alarma, por tanto, no tiene sentido como para justificar tantos titulares –quizá ni siquiera este post–.
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Publicado por: angela tolo | 21/09/2012 15:39:41