En un reciente desayuno organizado por El País, en el que participó nuestro socio Borja Foncillas, varios expertos debatieron sobre el futuro de la banca en España. Las reflexiones vertidas en el artículo resultante de aquel encuentro recogen algunas de las tendencias de la innovación en el sector financiero a corto y medio plazo, sobre todo en lo que se refiere a la movilidad y la relación con el cliente. Sin embargo, apenas se pasa por encima de unas tecnologías que están generando un gran interés y que tienen el potencial de revolucionar el conocimiento que las empresas tienen de cada uno de nosotros. Hablamos aquí del tratamiento masivo de datos o big data.
Big data surge de la conjunción de un rápido crecimiento en el volumen de información registrada en formato digital y de los avances en computación y almacenamiento de datos. Si alguien es capaz hoy de explotar nuestras operaciones bancarias, nuestras comunicaciones y nuestros movimientos físicos, por citar tres ejemplos de datos disponibles, podría extraer informaciones sobre nosotros con un nivel de detalle que hace apenas unos años era impensable.
Crecimiento de los datos digitales globales. Fuente: The Economist
La banca moderna es, en esencia, un negocio basado en el manejo de información, desde el propio intercambio electrónico de fondos hasta el conocimiento del cliente que exige la legislación contra el blaqueo de dinero. Como tal, dispone de grandes fuentes de datos que son susceptibles de ser analizadas para mejorar aspectos diversos relacionados con el negocio, y esto es precisamente lo que están haciendo muchas entidades financieras. De hecho, algunos bancos incluso participan en seminarios universitarios para explicar estas técnicas, y las entradas se agotan con semanas de antelación.
Entre las aplicaciones prácticas que puede tener big data en el sector financiero estarían la mejora de las capcidades de venta cruzada de productos financieros o no financieros, a partir de patrones de compra o de interés mostrado en determinados productos disponibles online; el control de fraude, minimizando los riesgos de uso indebido de medios de pago cuando el titular se encuentra de viaje, por ejemplo; la mejora de los sistemas de scoring de crédito, incoporando elementos no tradicionales como las interacciones en redes sociales; y, por último, la fidelización y retención de clientes, ofreciéndoles promociones y ofertas comerciales adaptadas a sus necesidades y contexto.
Los bancos no son las únicas entidades que están incorporando estas técnicas para conocer mejor a los clientes. Telefónica ha lanzado recientemente una nueva división de su filial digital llamada Telefónica Dynamic Insights dirigida a explotar big data para la propia operadora y para terceros. En entornos con sistemas de información más precarios que los de la banca española, empresas como Cignifi contribuyen a mejorar los scores de crédito a partir del uso del teléfono móvil, algo que ya ha sido probada con éxito en Brasil.
Big data abre un nuevo abanico de posibilidades a los bancos, que ven cómo algunas líneas de negocio en las que se ha producido en los últimos años un considerable estrechamiento de márgenes, como es el caso de los medios de pago (una tendencia que no parece que vaya a invertirse en los próximos años, por otro lado) disponen de información rica que ahora comienza a poder ser explotada. Por esta razón, y como mencionaba el artículo citado al comienzo de este post, cada vez hay más empresas (operadores de telecomunicaciones, empresas de Internet, fabricantes de dispositivos...) que quieren controlar los futuros canales en movilidad. La información, ahora más que nunca, vale su peso en oro.
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