La naturaleza y persistencia de la crisis actual está alterando como nunca antes habíamos visto los patrones de conducta de los hogares españoles. El deterioro acompasado de las principales fuentes de renta familiar y el pesimismo sobre la posibilidad de recuperar, en un período razonable de tiempo, los estándares de vida previos a la crisis, se han convertido en los rasgos sistémicos de una crisis paralela a la financiera y económica general, pero con visos de generar cambios tan profundos como aquella: la crisis de las clases medias.
El cruce de la posición de renta, consumo y ahorro de los hogares, que nos ofrece el INE trimestralmente, con su posición financiera, en términos de endeudamiento y riqueza, publicada por el Banco de España (la pasada semana, disponibles los datos para el segundo trimestre de 2012), constituye la mejor forma de constatar cómo desde 2007 los cambios en los niveles de generación de renta y en el valor del patrimonio familiar, han condicionado tanto sus decisiones de gasto en consumo como su capacidad para realizar nuevas inversiones financieras o amortizar parte de la deuda hipotecaria acumulada desde finales de los años noventa.
Durante la primera fase de la crisis, la que se extiende desde 2008 a mediados de 2010, los hogares españoles sufrieron el colapso del empleo con caídas de la renta real próximas al 4% anual, que se tradujeron en correcciones todavía más acusadas de su gasto en consumo y en un aumento, sin precedentes, de sus niveles de ahorro (pasaron de representar el 10% de la renta disponible familiar a superar el 18%). Ese exceso de ahorro respecto a los años expansivos apenas se tradujo en una mejora de los ratios de endeudamiento, que, para el conjunto de los hogares, se mantuvieron muy próximos a los máximos de 2007, en el 130% de su renta disponible. Sí fue canalizado, en parte, a la adquisición de activos financieros, fundamentalmente depósitos bancarios.
Posición financiera de los hogares españoles. Fuente: Afi, Banco de España
Mientras el volumen de deuda soportado por los hogares se mantenía anclado en niveles que comprometen su repago en un escenario de menores ingresos, la caída progresiva del precio de los inmuebles y, sobre todo, las fuertes correcciones en el precio de la mayoría de activos financieros entre 2008 y 2009, lastraba el valor de la riqueza familiar. A finales de 2007, el importe de los préstamos en los balances familiares era igual a 0,83 veces el PIB, el valor de su riqueza inmobiliaria 5,76 veces y el de su riqueza financiera 1,81. A mediados de 2010, el endeudamiento de los hogares representaba 0,87 veces el PIB, la riqueza inmobiliaria había caído hasta 5,4 veces el PIB y la financiera lo había hecho hasta 1,6 veces. Como resultado, el patrimonio neto de los hogares se había reducido en casi un 8%.
Desde mediados de 2010, los cambios en la posición de los hogares se han producido en dos direcciones contrapuestas, acentuadas en lo que llevamos de 2012. La corrección de la renta disponible, cada vez más generalizada por segmentos de población y por componentes de renta, ha limitado el margen de ahorro del que disponen los hogares después de haber sufragado su gasto básico en consumo. Por otra parte, el proceso de “desapalancamiento” familiar ha empezado a ganar dimensión en los últimos trimestres, de tal manera que la deuda bruta de los hogares ha acelerado su corrección hasta situarse en 0,81 veces el valor del PIB.
La principal restricción para que el saneamiento de los hogares se intensifique en adelante es, precisamente, su incapacidad para generar nuevo ahorro, sobre todo por parte de aquellos hogares hipotecados que son, con gran probabilidad, los que comparten peores perspectivas de ingresos. El deterioro de la posición patrimonial tampoco contribuye. La aceleración en la senda de ajuste de los precios de la vivienda (con una caída acumulada desde los máximos del ciclo que alcanza el 25%) ha devuelto el valor de la riqueza inmobiliaria a cotas de 2004 (0,48 veces el PIB), y la reducción del volumen de inversiones financieras junto con las pérdidas en algunas de las realizadas en años anteriores (sobre todo en acciones), han situado el valor de la riqueza financiera muy próximo a los mínimos de 2009.
El balance de la crisis de los hogares nos deja, hasta el momento, una pérdida acumulada de riqueza inmobiliaria muy similar a la financiera, en ambos casos próxima al 15%; y un volumen de endeudamiento cada vez menor pero todavía muy elevado y causante de que el patrimonio neto de los hogares sea a día hoy un 18% inferior al de finales de 2007, cifra que a buen seguro encierra una elevada dispersión entre categorías de hogares. En este sentido, es altamente probable que los hogares más necesitados de reducir su nivel de deuda sean precisamente los que más recortes están experimentando en su renta disponible.
En colaboración con Ángel Berges
Hay 3 Comentarios
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Publicado por: Emprendedor Financiero | 26/12/2012 18:36:53
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Publicado por: Anyelo | 24/10/2012 10:00:28