A pesar de los esfuerzos de saneamiento y recapitalización de la banca, y de las inyecciones de liquidez, las autoridades económicas y financieras siguen preocupadas por el descenso del crédito a las pymes y la fragmentación del mercado europeo de crédito. Descontando el traspaso de saldos a la SAREB, Afi estima un descenso de la inversión crediticia superior a 100.000 millones de euros para este año 2013.
Para contribuir a aclarar esta cuestión, los autores de este blog hemos dedicado varias entradas a tratar las incertidumbres en el canal crediticio, la discriminación en tipos de interés que sufren las pymes o explicar las alternativas de financiación en forma de bonos de titulización o el blog de esta misma semana sobre capital riesgo.
Las cifras son demoledoras. Se han destruido siete empresas por cada mil habitantes en los últimos 3 años; más de 16.000 empresas han presentado concurso de acreedores en ese mismo periodo, 12.000 de las cuales tenían una facturación anual de menos de dos millones de euros. El crédito comercial y el leasing han registrado también caídas interanuales superiores al 10%.
Aun así, queda espacio para el optimismo. Pese a la crudeza de la crisis económica, el parque de empresas sólo ha descendido un 3,5% respecto a diciembre de 2008, y el 95% de las empresas españolas, unas 3 millones, presentan 10 o menos asalariados, lo que les permite una mayor flexibilidad y capacidad de sortear la crisis.
No le falta razón a quien piensa que la incertidumbre sobre las sostenibilidad de la pyme española está muy comprometida y, en consecuencia, el análisis y la gestión del riesgo de crédito deben ser extremadamente prudentes. No le falta razón a quien invoca una reducción drástica de la oferta de crédito a pesar de que puede estrangular la economía a la vista de la preocupante pendiente que está adquiriendo la morosidad fuera del sector promoción/construcción. Y que podría descapitalizar las entidades, sobre todo aquéllas que no han concluido su proceso de saneamiento de balances. O quien invoca el miedo a la falta de liquidez.
Pero tampoco le falta razón a quien pide que la banca ejerza la función de intermediación y de gestión del riesgo de crédito, canalizando la liquidez reciente hacia la concesión de facilidades crediticias para pymes.
No obstante, hay un elemento que ha pasado inadvertido y que podría estar condicionando la actuación de las entidades. Durante los años del boom inmobiliario, las políticas y procedimientos de análisis del riesgo de crédito se centraron en la valoración de garantías inmobiliarias (préstamos vivienda) o en el análisis de promociones inmobiliarias (préstamos promotor). Las entidades prácticamente aparcaron los procedimientos y metodologías de análisis del riesgo de crédito relacionadas con otros sectores de la economía, especialmente los menos normalizados o aquéllos en los se comercializaba con conocimiento, con intangibles o con industrias culturales y creativas. Igual que el sector inmobiliario se apropió de recursos económicos y capacidades imprescindibles para el desarrollo de otros sectores de actividad, el análisis del riesgo de crédito inmobiliario monopolizó la asignación de recursos personales y materiales en las entidades de crédito.
En un momento en que se necesita que la maquinaría de análisis se encuentre a pleno rendimiento, muchas entidades se encuentran actualmente ordenando y engrasando sus políticas, procedimientos, modelos, metodologías o controles de riesgo de crédito, sin conocimientos, habilidades o experiencias recientes relevantes. Por no mencionar que hasta hace bien pocas semanas, la rentabilidad-riesgo de un préstamo no podía competir con la propia deuda pública española. Es en este entorno cuando la actitud, la incertidumbre sobre la marcha de la economía, prima sobre los elementos técnicos.
Sea por la incertidumbre o por la falta de entrenamiento crediticio, el afianzamiento, el aval o el fortalecimiento de la garantía recíproca deberían ser ingredientes imprescindibles a tener en cuenta por nuestras autoridades para reactivar el canal crediticio. El Instituto de Crédito Oficial, que ha jugado un papel determinante en la canalización de la liquidez a las pymes a través de las conocidas Líneas ICO, podría ser un ejemplo para impulsar líneas de afianzamiento.
Y es que la proporción de empresas a las que llega el aval de las sociedades de garantía recíproca por el momento no representa más allá de un 0,002%, es decir, 2 de cada 100.000 empresas.
Hay 0 Comentarios