Quien más y quien menos habrá hecho esta pregunta alguna vez al ir a comprar un artículo en una tienda o, peor aún, en el momento de pagar unas consumiciones en algún bar o restaurante. Aunque en España contamos con más de 1,5 millones de terminales punto de venta (TPV) instalados, lo cierto es que no es infrecuente escuchar la temida frase de “no aceptamos tarjetas”, posiblemente en el momento en que no tenemos efectivo encima y el cajero más cercano está a varios kilómetros, como bien reza la Ley de Murphy.
Dentro de los medios de pago distintos del efectivo, el uso relativo de las tarjetas de pago en España es superior a la media de la zona euro. Desgraciadamente, los españoles seguimos siendo grandes aficionados a operar con billetes y monedas, por lo que esta comparación resulta sesgada. Para hacernos una idea, el número de pagos con tarjeta que realiza un español al cabo de un año es, en promedio, una cuarta parte de los que realiza un finlandés (como se ve en la tabla 7.4 de las estadísticas del Banco Central Europeo).
Fuente: Banco Central Europeo
Entre las posibles causas para este fenómeno se suele citar la particular idiosincrasia hispana y, sobre todo, el alto grado de economía sumergida, como insinúa un reciente informe de Visa. Sin embargo, no es descartable pensar que existen otras razones que contribuyen a explicar el limitado uso de los medios de pago electrónico en nuestro país. Una de ellas es sin duda la configuración del tejido empresarial español, mayoritariamente formado por autónomos y pequeñas y medianas empresas (pymes), para las que incorporar un TPV puede resultar demasiado oneroso.
Ante este panorama, las entidades que participan en el negocio de adquisición de tarjetas están optando por mejorar la propuesta de valor que ofrecen a los comercios. Por un lado, en los últimos años se han firmado varios acuerdos estratégicos para dar entrada en el negocio de adquisición tradicional a especialistas en el procesamiento y la gestión del punto de venta. El pionero en adoptar este modelo en España fue Caixabank, que creó una nueva empresa con Global Payments para gestionar su red de TPVs. Más recientemente, Banco Santander ha llegado a un acuerdo similar con Elavon y Banco Popular ha hecho lo propio con Evo Payments International. La decisión en todos los casos se dirige a mejorar la gestión integral del punto de venta con el objetivo de aportar soluciones a pequeños comercios, pese a que gran parte de la atención mediática se centró en las plusvalías conseguidas por los bancos españoles en ese proceso.
La otra gran apuesta que se observa en el sector, y que ya adelantábamos en una entrada de hace unos meses, es la convivencia de TPV tradicionales con plataformas de adquisición y gestión de pagos que consiguen que cualquier usuario de teléfono inteligente (smartphone) pueda recibir pagos con tarjeta. Para convertir un teléfono en un mPOS (TPV móvil), actualmente sólo es necesario descargar una aplicación y conectar un dispositivo de captura que se conecta al teléfono para leer la información de la tarjeta. Sin embargo, parece lógico que el plástico termine desapareciendo en el medio plazo. En los últimos meses, Banco Santander ha anunciado una inversión de 5 millones de euros en iZettle (que también cuenta con American Express y Mastercard entre sus accionistas) y ha contribuido a su expansión por México y Brasil. Por su parte, BBVA ha apoyado de manera similar a SumUp, adelantándose así al posible desembarco de soluciones como PayPal Here o Square. A medida que estas innovaciones vayan creciendo en el mercado, será cada vez más difícil que alguien pierda una venta por no aceptar tarjetas.