En un post anterior, Ángel Berges ponía de manifiesto que el crédito bancario a otros sectores residentes (esto es, la suma de familias y empresas) presentaba una caída de 390.000 millones desde el máximo de 1,87 billones alcanzado a finales de 2008. Un descenso o desapalancamiento del 26% del crédito.
Hoy queremos resaltar las cifras del proceso del otro desapalancamiento bancario: las que tienen que ver con la purga del exceso de capacidad instalada.
Para empezar, el número de entidades de crédito individuales nacionales dedicadas a todo tipo de actividades de intermediación financiera en España se ha reducido desde las 205 entidades a diciembre 2007 a 135 entidades en la actualidad, una caída del 34% sobre las cifras previas a la crisis.
Si nos quedáramos sólo con las entidades dedicadas en exclusiva a la banca comercial y considerásemos como una sola entidad las pertenecientes a un mismo grupo financiero, el análisis arrojaría resultados mucho más contundentes. De las 159 entidades o grupos pre-crisis hemos pasado a unos 75 a noviembre de 2013. Esto supone la desaparición o integración de más de ochenta entidades, lo que ha supuesto la práctica desaparición del 50% del sector, eso sin tener en cuenta las entidades en proceso de solución (Catalunya Banc, CEISS y NovaGalicia Banco).
Fuente: Afi a partir de AEB, CECA y UNACC
Este proceso de ajuste se ha traducido igualmente en una reducción significativa del número de oficinas y empleados. Desde diciembre de 2007 hasta junio de 2013, el número de oficinas bancarias se había reducido en 9.000 unidades, de 45.100 a 36.200, lo que supone una disminución del 20% de la capacidad instalada antes de la crisis. Por su parte, la salida de empleados se ha situado ligeramente por debajo del 15% en el mismo periodo. De los 270.000 empleados ocupados en el sector bancario español a diciembre de 2007 se ha pasado a 231.400 a diciembre de 2012.
No obstante, el proceso aún no ha finalizado. Los compromisos asumidos por las entidades beneficiarias de ayudas públicas en sus planes de reestructuración incluyen cierres de oficinas y adelgazamientos de plantilla adicionales que, junto con los que están desarrollando el resto de entidades para adaptar su capacidad instalada al nuevo entorno, estimamos que pudieran situar el ajuste acumulado en oficinas y plantilla cerca del 25% al finalizar el año 2014.
Fuente: Afi a partir de Banco de España y de AEB, CECA y UNACC
Y efectivamente el proceso podría finalizar de esta manera si no hubiera entidades dispuestas a apostar por la desintegración tras el proceso de integración. Desde el verano, dos cajas rurales, la Caja Rural de Castilla-La Mancha y la Caja Rural de Almendralejo (Cajalmendralejo) han apostado por incrementar las oficinas y el empleo. Estas dos entidades han adquirido a Barclays y Banco Caixa Geral, respectivamente, sendos paquetes de unas 15 oficinas cada una en sus territorios naturales. Las entidades vendedoras, en proceso de redefinición estratégica, han apostado para traspasar el negocio a las compradoras antes que cerrar las oficinas y desemplear a las plantillas involucradas.
Más allá del intercambio de oficinas y plantilla, estas dos transacciones reflejan profundas reflexiones de carácter estructural y estratégico. La primera, la apuesta por ser la referencia financiera cercana en el territorio natural de las cajas rurales frente a la estrategia nacional pero más distante de los bancos. La segunda, las oportunidades que emergen para las entidades locales al ocupar el hueco en esa prestación de servicios financieros cercanos que las antiguas cajas de ahorros han dejado, resultado del proceso de integración en los mencionados proyectos nacionales.
Ambas entidades son ejemplos de la banca local que emerge (banca de la comunidad o community banking) para ser un pilar esencial del desarrollo económico de los territorios en los que se asienta. Y ambas operaciones son ejemplo del proceso de desintegración que probablemente se dará con mayor profusión en 2014.
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