Hace apenas medio año, en este mismo blog, llamábamos la atención sobre el vuelco que se venía produciendo desde inicios de 2013 en los flujos de inversión directa entre España y el exterior. Destacábamos el fuerte incremento de los flujos de inversión desde el exterior hacia España –en gran medida indicativos de una renovada confianza internacional en los activos españoles- y el parón, o incluso reversión, en los flujos de inversión española en el exterior, que atribuíamos sobre todo a la urgencia de las compañías españolas más internacionalizadas por reducir su endeudamiento mediante enajenación de activos en el exterior, aun a costa de deteriorar su posición competitiva global.
Bien, pues recordando el dicho de “aquellos polvos trajeron estos lodos”, hemos comenzado ya a comprobar los efectos colaterales de esas decisiones previas. Para ello, analizamos la recientemente publicada balanza de pagos española, correspondiente al primer trimestre de 2014, y que ha desatado algunas alarmas, al interrumpir la tendencia de corrección del déficit corriente que se venía observando de forma ininterrumpida desde el inicio de la crisis. Concretamente, el primer trimestre de 2014 se ha saldado con un déficit corriente de 8.200 millones de euros, que casi dobla los 4.300 de déficit registrados en el primer trimestre de 2013, año que terminó con superávit corriente por primera vez en casi 15 años.
La mitad de ese deterioro de la balanza corriente (unos 2.000 millones) y, sin duda, la que ha generado más interés mediático, tiene que ver con el comportamiento de la balanza comercial, que rompe con la tendencia de mejora de trimestres –y años- anteriores, al producirse un fuerte incremento de las importaciones (9% interanual),muy superior al de las exportaciones o a los ingresos por turismo (3% de incremento en ambas partidas).
Pero la otra mitad del deterioro en la balanza corriente procede de los efectos colaterales de los cambios en la posición de inversión internacional, concretamente sus implicaciones sobre la balanza de rentas, que recoge el saldo entre las rentas percibidas del, y las pagadas al, exterior. El saldo negativo de dicha balanza de rentas en el primer trimestre de 2014 se eleva nada menos que a 6.300 millones, es decir, un incremento del 43% respecto a los 4.400 millones registrados en el primer trimestre de 2013.
A su vez, ese deterioro de la balanza de rentas responde casi a partes iguales a un incremento en las rentas pagadas al exterior (13.200 millones en el primer trimestre de 2014, frente a 12.400 el mismo periodo de 2013), como a un fuerte descenso en las percibidas por las inversiones de España en el resto del mundo. Estas caen de 8.000 millones el año pasado a 6.900 millones en el presente ejercicio, un descenso del 14% que viene explicado por las anteriormente mencionadas desinversiones de cartera exterior por las empresas españolas en los primeros meses del pasado año.
Es cierto que las rentas dependen tanto de los activos y pasivos sobre los que aplican (la posición de inversión) como de las rentabilidades y/o costes asociados a los mismos, y no cabe duda que estos últimos vienen registrando importantes tendencias a la baja en el último año y medio. Pero ello no es óbice para que las rentas pagadas al exterior se hayan incrementado en un 8%, poniendo de manifiesto que el efecto derivado de un mayor volumen de financiación exterior supera al derivado de menores tipos de interés a pagar por la misma.
Por el contrario, en la posición española frente al exterior ambos efectos (volumen invertido y rentabilidad) operan en la misma dirección, provocando ese mencionado descenso del 14% en las rentas percibidas del exterior, descenso que mucho me temo que no vaya a quedar ahí sino que continúe en los próximos trimestres.
En apoyo de dicha anticipación cabe utilizar el siguiente gráfico, abarcando dos décadas completas, y que relaciona los flujos de inversión española en el exterior (en todas sus categorías, es decir inversión directa, de cartera, y otras inversiones a corto plazo) con los ingresos por rentas percibidas del exterior. Si menoscabo de estimaciones estadísticas finas, parece fuera de toda duda la estrecha relación entre los flujos de inversión exterior y las rentas percibidas un año más tarde. Vamos, que deshacerse hoy de inversiones exteriores es hipotecar las rentas futuras; acaso, ¿alguien lo dudaba?.
Hay 1 Comentarios
El análisis es certero casi por completo.
En mi opinión, la crisis no puede darse por zanjada hasta que el saldo por cuenta corriente medio mensual no ascienda a unos 4.000 millones porque en ese punto la posición de inversión nternacional pasará a parecer sostenible para cualquier inversor extranjero, antes de esa cifra no.
Por lo tanto, cuando nos alegramos de que haya habido unos poquísimos meses superavitarios y empezamos a hablar de salida de la crisis lo único que hacemos es alegrarnos de endeudarnos más y de posponer el cataclismo.
Hay que seguir ajustando hasta esa cifra, creo yo.
Publicado por: Pabloj | 09/06/2014 19:23:40