Los retos a los que se vienen enfrentando las políticas públicas europeas son de una naturaleza y una dimensión desconocidas hasta la fecha. Los riesgos de un tercer periodo recesivo desde que se inició la crisis en algunos de los países del área euro, que el BCE y los gobiernos con falta evidente de complicidad suficiente y desigual fortuna están tratando de conjurar, es el último episodio. En este marco, y previo a la asunción de las funciones supervisoras de las entidades bancarias del área euro, merece la pena hacer un balance de la extraordinaria contribución que el sector público ha debido hacer a la recapitalización de la banca europea. A saber, el sector ha recibido desde el inicio de la crisis más de 400.000 millones de euros en ayudas públicas de capital. Esta cifra se multiplicaría casi por cuatro si se considerasen también otros apoyos recibidos (garantías, avales, líneas de liquidez,…).
Una parte de la citada inyección de capital volverá las arcas públicas, pero no será despreciable el importe que los contribuyentes no recuperarán. En este contexto debe entenderse los sustanciales cambios que se están operando en los mecanismos de supervisión y de resolución de las entidades bancarias en el ámbito europeo.
Existen, por lo demás, diferencias notables entre países en cuanto al tiempo, cantidades y características particulares de las entidades beneficiarias de dicho apoyo público. Aprovechando una nota específica elaborada por la unidad de análisis bancario de Afi, utilizando fuentes públicas de la Unión Europea[1], déjenme que haga una breve reseña:
- La inyección pública de capital a la banca no ha sido un fenómeno aislado en algunos países. Ha tenido lugar en dos terceras partes de los países de la Unión Europea (en 18 de 28 países).
- Ese apoyo público no se ha producido simultáneamente en todos ellos. La celeridad con la que países como el Reino Unido (y también otros países centrales europeos) capitalizaron a sus bancos, contrasta con la tardanza con la que otros (como España) lo hicieron.
- En términos absolutos, el país que más desembolso realizó fue Reino Unido (más de 80.000 millones de euros), seguido de cerca por Alemania, Irlanda y España, que inyectaron cantidades cercanas a los 60.000. El resto se sitúa en cifras significativamente inferiores.
- En términos relativos sobre el PIB, la posición sin embargo es bien distinta como puede advertirse en el gráfico adjunto. Desde esta perspectiva destaca sobremanera Irlanda, que ha llegado a inyectar capital por casi un 40% de su PIB, seguida de Grecia (casi un 20%) y Chipre (en torno a un 10%). España se sitúa en una zona intermedia con un nada despreciable 5,7%, muy por encima de los otros tres grandes países de la eurozona (Alemania, Francia e Italia por este orden).
- Las diferencias también son notables en cuanto a la tipología, grado de concentración en entidades de las inyecciones realizadas y la cuota que representaban dichas entidades en el total de los activos bancarios del país. En el caso del Reino Unido la práctica totalidad se concentró en dos entidades (RBS y Lloyds) que acaparaban cerca de un tercio de los activos bancarios británicos. Un peso similar definían las cinco entidades receptoras de capital en Irlanda, si bien la aportación de capital público ha sido sustancialmente mayor. En el otro extremo, la inyección de capital público ha sido muy generalizada en Portugal y Grecia, afectando a las principales entidades de estos dos países representativas globalmente del 62% y el 74% respectivamente del total de sus activos bancarios. Comparativamente, España es un caso singular al ser recapitalizadas numerosas entidades, pero en el marco de un proceso de concentración sectorial. Por tanto, en general, y con la excepción de Bankia, entidades relativamente pequeñas (todas del subsector cajas) que no han llegado a representar más del 25% de los activos bancarios españoles. De hecho, como es bien conocido, ninguno de los principales bancos del país ha necesitado ayudas.
Recapitulando, y más allá del evidente protagonismo que ha tenido el sector público en el salvamento y fortalecimiento de la banca europea, lo que resulta manifiesto es el muy diferente patrón observado por país. En definitiva, la muy diferente idiosincrasia del negocio bancario europeo y, por supuesto en el pasado, las grandes diferencias con las que los gobiernos han enfrentado “sus crisis bancarias locales”. El primer factor pervive en la actualidad y probablemente se extienda en el tiempo: estamos lejos aún de un sector bancario verdaderamente integrado dentro de la Unión Europea. El segundo es de suponer que desaparezca en buena medida con el nuevo marco europeo de supervisión y resolución de crisis bancarias.
[1] Fundamentalmente puede verse en http://europa.eu/rapid/press-release_MEMO-14-507_en.htm?locale=en
Hay 1 Comentarios
Por supuesto que la ciudadanía no alcanzamos el nivel de los economistas en la mayoría de los casos, pero si que sabemos de administrar los salarios recortados que nos han quedado.
Y también entendemos lo que significa vivir en la penuria.
Ya están saneados los bancos, ahora se trata de engrasar los ejes del carro y enganchar las mulas.
Para acarrear la madera, o los ladrillos y la argamasa con los que seguir construyendo el edificio.
Produciendo rentabilidad.
Y se construye donde está el campo limpio, el erial seco, el terreno necesitado de progreso.
Construyendo donde no hay nada, que aun queda en el planeta tierra lugares y terrenos donde llevar la cultura, el avance, la industria y el desarrollo.
Porque retocar lo hecho sin necesidad es pérdida, o despilfarro.
Publicado por: Benavente | 17/09/2014 10:17:40