La crisis ha alterado aspectos esenciales de la actividad bancaria. La ha hecho, desde luego, más sensible a la gestión de riesgos y a un entorno regulador que reforzará las exigencias a este respecto, y eso lleva consigo no pocas consecuencias.
La más explícita desde poco después de emerger la crisis fue un repliegue desde las actividades internacionales. Una vuelta a casa que se puso de manifiesto en el desplome en la actividad crediticia transfronteriza de las grandes entidades, especialmente en la eurozona.
Ahora el FMI centra el segundo de los capítulos de su Global Financial Stabilty Report (GFSR) en ese y otros cambios de importancia observados en la banca con proyección internacional, que aquí se comentan a modo de resumen.
1. Cambios en la actividad bancaria internacional
1.1. Vuelta a casa: de la actividad transfronteriza a la multinacional
La vuelta a casa es evidente. Los activos transfronterizos han descendido en proporción de los activos bancarios totales hasta niveles inferiores a los anteriores a la crisis, como se ve en el gráfico adjunto. Ello no ha impedido que la actividad estrictamente multinacional de los bancos haya sido algo más intensa, tras caer en 2007 y 2008, sustituyendo parcialmente esos créditos transfronterizos (financiación directa a entidades de otros países) por los concedidos en moneda local, fondeados en los mercados de los países donde están establecidas las filiales. Este ha sido el caso de los bancos españoles, entre otros.
1.2. Retirada de determinados segmentos de mercado
Se ha reducido el número de filiales en el extranjero. Pero también se ha reducido la exposición a otros riesgos, siempre con el imperativo de la presión reguladora como dominante. Se ha vuelto a negocios y mercados con ventajas de información más claras, más tradicionales, alejándose de las actividades más intensivas en capital hacia las más directamente basadas en la generación de comisiones y gastos por servicios.
1.3. Emergencia de nuevos actores para cubrir los gaps abiertos
Las emisiones internacionales de bonos empresariales han tratado de compensar esas brechas abiertas por el crédito bancario. Desde luego, de los emisores provenientes de mercados emergentes. No hace falta insistir en que los bajos tipos de interés han constituido un poderoso atractivo a esas emisiones.
1.4. Regionalización
Ha sido particularmente explícita en el caso de los bancos de la eurozona, que se han replegado desde los mercados emergentes y en desarrollo desde 2008, sin que hayan recuperado aquellos niveles de exposición a esos países, Asia incluida, previos a la crisis. En Asia, esta vuelta a Europa ha sido más que compensada con la intensificación de la presencia de bancos japoneses en la región.
No ha ocurrido lo mismo en América Latina, donde el repliegue europeo ha sido cubierto por bancos locales, estadounidenses y canadienses, fundamentalmente.
2. Causas
Las razones de los cambios anteriores son internas y externas al sector bancario.
2.1. Profundo y prolongado desapalancamiento de bancos, familias y empresas desde el inicio de la crisis. Importante efecto sobre la oferta y la demanda de crédito. En España, desde luego, lo hemos observado muy claramente, mediante la venta muy significativa de activos de todo tipo por los bancos. En realidad, ahora volvemos a observarlo en estos días con las ventas de activos de algunas entidades, considerados estratégicos hasta hace poco.
Al mismo tiempo tratan de confiar en fuentes de financiación más estables y seguras.
2.2. Presiones reguladoras
En particular, se trata de aquellas presiones para fortalecer la base de capital de los bancos, al tiempo que reducían su oferta de crédito doméstica.
3. Consecuencias
Puede dar la impresión de que esa involución internacional es inequívocamente favorable, pero sus efectos, como reconocen los autores del informe, están lejos de manifestarse con toda claridad. Señalemos algunos, a modo de muestra:
3.1. Reducción de posibilidades de diversificación de riesgos. Es decir, mayor exposición a shocks locales.
3.2. Menores posibilidades para las economías receptoras de la financiación internacional de compensar las variaciones en la oferta de crédito local.
3.3. Menores posibilidades de contagio de los flujos transfronterizos, en ocasiones fuente de episodios de inestabilidad financiera local. Aunque es verdad que históricamente los flujos bancarios transfronterizos han sido mucho más volátiles que los flujos financieros de cartera.
Posiciones acreedoras transfronterizas y locales relativas a activos bancarios
totales de países receptores (%)
Fuente: FMI, Global Financial Stability Report, abril 2015
Hasta aquí el balance provisional de una tendencia que está durando lo que la crisis. En la medida en que esta se inspira más en la presión reguladora y la de los supervisores, es de esperar que no sea precisamente agua de mayo. Seguro que en este blog aparecen señales de su carácter más o menos irreversible.
Artículo de próxima publicación en la revista Empresa Global nº 151, mayo 2015. Ediciones Empresa Global
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