Hacer las cosas mejor, esto es, producir más pero combinando de forma más eficiente los inputs, es la obsesión de cualquier empresario. También de cualquiera preocupado por la economía de un país. Se trata de conseguir crecer a través de ese itinerario virtuoso que, sin menoscabo del grado de utilización de factores, los emplea mejor con el tiempo: consigue que crezca la productividad, en definitiva. Para que ello sea posible es necesario, en primer lugar, que haya buenos empresarios, capaces de gestionar bien las distintas aportaciones factoriales, pero también de asimilar o generar innovaciones suficientes que empujen esa calidad de la gestión. Si eso se consigue, si la eficiencia o productividad mejora continuamente, lo hará también el PIB por habitante, el indicador de bienestar que todavía sigue siendo el más expresivo para los economistas. Las grandes diferencias que en horizontes largos se observa en la renta per cápita de los países acaban siendo explicadas por diferencias en la productividad del trabajo, como nos ha recordado la OCDE en un estudio específico (“The Future of Productivity”) del que está tomado el gráfico que acompaña a estas notas. La pertinencia de ese trabajo viene amparada en el descenso observado en los últimos años en el crecimiento de la productividad, cuestionando hasta qué punto se trata de un fenómeno más o menos pasajero o algo que ha llegado para quedarse.
El gráfico compara el comportamiento de los dos principales componentes de las variaciones en el PIB por habitante: la contribución del trabajo empleado (horas trabajadas por habitante) y la de la productividad del trabajo (PIB por hora trabajada) de los miembros de la OCDE frente al promedio de las 17 economías con mejor PIB per cápita en 2013.
Fuente: OCDE, “The Future of Productivity”
Para que la productividad avance, la innovación es clave, ya lo sabemos. Y asimilar las innovaciones e ideas valiosas disponibles es tan importante como generarlas. Sin necesidad de remontarse mucho en el tiempo, lo hemos observado en la discontinuidad tecnológica más reciente, la que provocaron las TIC y la subsiguiente extensión de la digitalización a un número creciente de actividades económicas. Así ocurrió en la economía estadunidense a partir de mediados de los noventa, cuando las TIC registraron una amplia difusión. Europa quedó más rezagada.
Entre los daños generados por la crisis, la reducción del crecimiento de la productividad aparece como uno de los más inquietantes. Y en su explicación es la ausencia de inversión en capital basado en el conocimiento la razón fundamental. Por eso la primera medida que recomienda la OCDE es mejorar la inversión pública, y la correspondiente organización de la misma, en investigación básica. El apoyo a los sistemas universitarios y la más estrecha colaboración de las universidades con las empresas son piezas esenciales. Junto a ello, la mayor apertura y conectividad internacional con el fin de facilitar la asimilación de innovaciones o la diversificación de las instituciones e instrumentos financieros, son elementos importantes.
No son recetas originales, es verdad, pero cuando siguen apoyadas en nueva y amplia evidencia como la que aporta el trabajo de la OCDE merece la pena asumirla como prioridad de la política económica. Convendría tomar buena nota en nuestro país en un momento en el que se dan a conocer intenciones, programas y prioridades de quienes aspiran a formar gobierno.
Artículo de reciente aparición en la revista Empresa Global nº 160. Marzo 2016. Ediciones Empresa Global
Hay 3 Comentarios
Admirado don Emilio:
Cuando supe que sería usted el presidente del Consejo Socia de la UCLM volvió a generarse la esperanza entre los habitantes de la segunda ciudad más poblada de Castilla-La Mancha, Aunque formo parte de la opción política de los señores Bono Y Barreda-generadores del "reparto" de centros universitarios, jamás comprendí la "mágica "causa del abandono de esta comarca en educación superior. Mi condición de viejo sociólogo, amigo de señores como Ludolfo Paramio y otros teóricos de la economía, todos muy keynesianos,no me ha facilitado saber qué fue lo que generase tal abandono. Tan solo dicen que el señor Zapatero, primer rector, programó la exclusión de esta ciudad sin ser rebatido por sus superiores. En su inteligencia-siempre unida a la ética- está nuestra esperanza...
Publicado por: Jesús Huete | 05/07/2016 21:07:59
El vocablo "productividad" presenta dos matices diferentes...
a) producir cosas con menos costes y b) producir cosas con mas calidad ¿A cual de ellas se refiere el Sr. Ontivero? En ambos casos, la productividad queda afectada por la venta, ya que si ésta es baja afecta a la rentabilidad. Luego, la productividad carece de sentido sin el aspecto comercial, es decir, lo productivo y lo comercial resultan inseparables.
Publicado por: RAMÓN | 17/03/2016 13:45:00
Mejorar la productividad sólo, trae más paro. ¿Qué pasa con la gente que sobra?
Publicado por: Ricardo Esteban | 17/03/2016 11:45:48