Tipos de interés a cero, y mucho más en negativo, son extraordinariamente dañinos para el negocio bancario, en la medida en que la repreciación a la baja en el interés cobrado de los préstamos no es íntegramente trasladable a la retribución pagada por los pasivos, especialmente en los constituidos por depósitos de familias y empresas, lo cual ejerce una intensa presión a la baja sobre el margen de intermediación.
Esa vulnerabilidad de los bancos –y también de las compañías de seguros- ante tipos de interés en terreno negativo ha sido objeto de debate en las ruedas de prensa del Banco Central Europeo, cada vez que en los últimos meses llevaba a cabo descensos adicionales de tipos de interés. La respuesta que el presidente del BCE venía dando a interpelaciones sobre dicha vulnerabilidad era doble. Por un lado, que el BCE no tiene como mandato ayudar a los márgenes bancarios y, por otro, que esa vulnerabilidad no es generalizada, variando de unos países a otros en función del modelo de negocio y de la sensibilidad relativa de activos y pasivos a tipos cero o negativos.
Pues bien, el Fondo Monetario Internacional ha abordado de forma directa esa vulnerabilidad. En su Global Financial Stability Report publicado la semana pasada (GFSR) lleva a cabo un ejercicio de simulación de cuáles son los sistemas bancarios más expuestos a ese escenario de tipos negativos, y qué margen de actuación tendrían de cara a contrastar esos efectos con crecimiento del crédito.
La vulnerabilidad será tanto mayor cuanto más sensible a los tipos de referencia sea la rentabilidad del activo, y cuanto más insensible sea el coste de los pasivos. Desgraciadamente el sistema bancario español sale entre los más perjudicado por ambos lados, como puede comprobarse en los gráficos adjuntos, tomados del mencionado informe. El primero de ellos hace referencia al porcentaje de préstamos hipotecarios cuyo tipo de interés está referenciado a un tipo de mercado, y es claramente el español el que ostenta la primera posición, con nada menos que un 98%, seguido muy de cerca por Portugal con un 95%, y muy lejos quedan Italia con 55% o Alemania con 15%.
En cuanto a los pasivos, el FMI argumenta que la capacidad de trasladar tipos cero (o negativos) será tanto menor cuanto mayor sea el peso de depósitos de familias y empresas sobre los pasivos totales, y cuanto más reducido sea el coste de dichos depósitos, tanto más si se encuentran cercanos a cero, considerado un nivel imposible de cruzar a la baja. Pues bien, el gráfico adjunto pone de manifiesto que el sistema bancario español es el más vulnerable de acuerdo con esos dos parámetros, en tanto en cuanto tiene el segundo coste más reducido en los depósitos de hogares y empresas (sólo Suecia presenta un coste menor), así como el más elevado peso de dichos depósitos sobre la composición total de los pasivos.
Tras analizar dicha vulnerabilidad de activos y pasivos a tipos cero o negativos, el FMI realiza un ejercicio de simulación muy sugerente. Estima cuanto debería crecer el crédito en cada país para compensar, vía mayor volumen de negocio, el descenso en márgenes derivado de esos tipos anormalmente bajo; y compara dicho crecimiento necesario con el que está teniendo lugar en realidad.
El gráfico adjunto muestra el resultado de dicha simulación, y pone de manifiesto cómo el sistema bancario español presenta un “gap” más acusado entre la evolución real del crédito (variación negativa) y el crecimiento que debería registrar para compensar el efecto de los tipos negativos sobre el margen de intermediación.
El “lado bueno de las cosas” (parafraseando esa divertida película de hace dos años) es que la nueva versión de la TLTRO recientemente puesta en marcha por el BCE incorpora para el caso español un benchmark fácil de superar –basta con que el crédito evolucione menos negativamente que hasta ahora-. De esta manera, los bancos que superen dicho benchmark podrán contar con financiación a tipos negativos, cruzando por tanto esa barrera que es impensable en el caso de los depósitos de hogares y empresas.
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