En más de una ocasión hemos señalado en este mismo blog la relevancia y singularidad del negocio internacional de la banca española. Relevancia por cuanto midamos como lo midamos, sea como peso en sus balances consolidados de la exposición internacional o alternativamente como la contribución al beneficio de los negocios no domésticos, dicho negocio tiene una importancia capital para el sector. Singularidad porque esta circunstancia no se da en la misma magnitud en ninguno de los otros grandes países de la eurozona. El recientemente publicado Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España proporciona una visión actualizada a cierre de 2015 de esta realidad.
El gráfico de más abajo es bien ilustrativo. Nunca antes en la historia, el negocio en el extranjero de la banca española había alcanzado un peso tan sustancial: prácticamente la mitad de sus algo más de tres billones de euros de activos totales (el 45% siendo precisos), en tanto que dicho negocio en el exterior “sólo” representaba el 25% al inicio de la crisis. Por supuesto, ello es consecuencia de la reducción de los abultados balances domésticos previos a la crisis derivada del proceso de desapalancamiento de la economía española. Ahora bien, no lo es menos del apetito que la banca española ha seguido teniendo por la expansión internacional. La adquisición del británico TSB por Banco Sabadell el pasado año o la reciente OPA de Caixabank por el luso BPI, donde ya ostenta una mayoría significativa, son exponentes de que incluso ese apetito va más allá del que históricamente han desplegado los dos grandes bancos españoles: Santander y BBVA.
El continuo crecimiento del peso relativo de los activos extranjeros respecto a los de España se está produciendo además en el ámbito que es más natural: con un modelo de negocio minorista. En efecto, como puede observarse en los gráficos posteriores, las tres cuartas partes de esos activos en el extranjero de la banca española son préstamos, de los que la mitad se concentra en hogares y un 30% en empresas no financieras.
Un aspecto no menos destacable es su localización geográfica. Si hace años la expansión y el mayor peso relativo de los mismos se concentraba en Latinoamérica, la dinámica de los años más reciente ha sesgado el posicionamiento hacia Europa y Estados Unidos, algo que quizás se ha interiorizado menos en los análisis del sector al uso. De hecho, a cierre de 2015 la mayor parte de los préstamos en el extranjero (casi dos terceras partes) se localizan en estas dos áreas geográficas, siendo muy inferior (en torno al 25%) el porcentaje de préstamos localizados en carteras de los países latinoamericanos. Más aún, considerados de forma agregada estos últimos, y a pesar de la enorme presencia en grandes países como Brasil y México, suponen un volumen inferior que la cartera de préstamos de las entidades españolas en el Reino Unido, que por sí sola alcanza algo más de un 30% del total. Tampoco es despreciable la presencia en Estados Unidos, que concentra el 15% de la cartera de préstamos de la banca española en el extranjero, siendo el segundo país después del Reino Unido, y muy por encima de los mencionados Brasil (9%) y México (8%).
Como última reflexión, es obvio reconocer que la radiografía descrita es básicamente el resultado de la estrategia de internacionalización desarrollada por las dos principales entidades españolas. La aportación a dicha radiografía del resto de la banca española es meramente testimonial. Tal estrategia, que ha propiciado que en ambos casos casi dos tercios de su actividad se desarrolle fuera de nuestras fronteras, les ha permitido surfear los duros años de la crisis en mejores condiciones que la mayoría de sus homólogos europeos. Por supuesto, mejor también que el resto de la banca española sometida casi en su totalidad a los designios del crecimiento doméstico. Aún hoy, en el que una parte significativa del negocio en el exterior está dando muestra de debilidad, su contribución permite que la rentabilidad del negocio global de ambos bancos se mantenga algo por encima del promedio de bancos españoles con orientación puramente doméstica. También por encima de la media de sus principales referencias europeas.