Cuando las cosas van mal, o cuando no se sabe muy bien cómo irán, emergen temores, entre ellos al entorno. La introspección, el proteccionismo es una de las tentaciones de algunos gobiernos, en muchas ocasiones presionados por grupos domésticos que tratan de priorizar la defensa del statu quo. Y la concreción de esos temores en decisiones políticas acaba por lo general con desenlaces en los que la mayoría de la gente acaba perdiendo. El actual es uno de esos momentos que invita a la inquietud. Me voy a limitar a destacar algunos rasgos que justifican esa preocupación:
- El comercio internacional lleva cinco años descendiendo, creciendo menos de lo que lo hace el PIB global. Una primera razón para ahuyentar temores podría ser la creciente influencia de los servicios en la estructura sectorial de algunas economías. Desde luego en la china, donde ya suponen el 50% de la formación del PIB.
- Pero también inquieta la adopción de decisiones concretas que limitan o penalizan las importaciones. La Organización Mundial de Comercio ha destacado que entre mediados de octubre del pasado año y mediados de mayo de este las economías del G20 han introducido medidas proteccionistas al ritmo más rápido desde 2008, cuando estalló la crisis financiera.
- Imposición de aranceles y otras barreras en una de las más importantes economías del mundo. Reducción del volumen de comercio. Y la excesiva duración de las conversaciones con las instituciones europeas no hará sino aumentar la incertidumbre, y el debate en otros países acerca de los beneficios e inconvenientes de la pertenencia a la UE.
- La retórica del candidato republicano a la presidencia de EEUU. Son explícitas sus intenciones de limitar el comercio, mediante la imposición de penalizaciones a las importaciones de China y México o cuestionando aspectos básicos de algunos acuerdos suscritos por su país actualmente en vigor como el NAFTA. También es conocida su oposición a las pretensiones de la actual administración de alcanzar un ambicioso acuerdo entre los doce países del acuerdo transpacífico.
- Oposición al acuerdo de EEUU con la UE.
Los peligros avanzan. Daños al crecimiento de la economía global y a la mejora del bienestar de la mayoría. Escasas posibilidades de crecer por encima del modesto 3,2% que el FMI anticipa para el conjunto de la economía global. Y tampoco lo hará la productividad, necesaria para que se registren aumentos de la inversión. Aumentará la inestabilidad financiera internacional. Es razonable que el propio FMI, entre otras instituciones, haya advertido al respecto. No sería bueno un parón en la dinámica de globalización como el que supuso el inicio de la Primera Guerra Mundial. Es verdad que estas cosas pueden derivar en palabras mayores.
Artículo de reciente aparición en la revista Empresa Global nº 164 Julio-agosto 2016. Ediciones Empresa Global
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