El resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas ha confirmado, con una participación mayor de la esperada, el escenario previsto por los principales sondeos electorales. A la espera todavía de lo que ocurra en la segunda vuelta, los mercados han acogido favorablemente un resultado que, a priori, minimiza la probabilidad de ocurrencia del evento de riesgo sistémico que supondría una victoria electoral del Frente Nacional.
Recordemos que el partido liderado por Le Pen propone, entre otras medidas de corte populista, que Francia abandone el área euro y la Unión Europea, el fin de la independencia del Banco de Francia, la devaluación competitiva del franco, la vuelta al proteccionismo, la introducción de precios regulados en ciertos sectores y la indexación sistemática de salarios.
De cara a la segunda vuelta, que tendrá lugar el próximo 7 de mayo, la proporción en que se trasvasen los votos de las candidaturas de Fillon, Mélenchon y Hamon hacia Macron o Le Pen se anuncia decisiva. En este sentido, los sondeos más recientes de IFOP apuntan a que una cuarta parte de los electores de Fillon podría inclinarse por la candidatura de Le Pen. Atención también a la abstención entre los electores de Mélenchon (39%), Fillon (31%) y Hamon (17%). Pese a todo, las principales casas de análisis apuntan a una victoria de Macron, que podría alcanzar en torno al 60% de los votos frente a Le Pen.
Conviene recordar que el 11 y el 18 de junio se celebran elecciones legislativas, también a doble vuelta, que determinarán la formación del nuevo Gobierno (corresponde al Presidente de la República proponer el nombramiento de un Primer Ministro, que ha de tener el apoyo de la Asamblea Nacional). De confirmarse lo que apuntan los sondeos, Macron acudiría a esta cita respaldado por un partido en construcción y con una implantación regional que suscita interrogantes, por lo que podría necesitar de apoyos parlamentarios de distinta orientación ideológica para conformar una mayoría de gobierno.
De materializarse un escenario de cohabitación entre fuerzas antagónicas en la jefatura del Estado y en la presidencia del Gobierno, éste no tendría por qué derivar necesariamente en un episodio de inestabilidad política. Mitterrand cohabitó con Chirac (1986 a 1988) y Balladur (1993 a 1995), mientras Chirac hizo lo propio con Jospin (1997 a 2002), en legislaturas que no fueron particularmente inestables. En último caso, el Presidente tiene la facultad de disolver la Asamblea Nacional y convocar nuevas elecciones legislativas si así lo considera, permaneciendo al frente de la Jefatura del Estado.
Salvo sorpresa que no parecen indicar las encuestas, el BCE contará con más visibilidad para abordar la pertinencia de una futura normalización de la excepcionalidad monetaria, toda vez que la recuperación cíclica en la eurozona sigue ganando tracción. En un entorno de mejora gradual de los fundamentales macroeconómicos, parece lógico que el BCE se plantee comenzar a retirar gradualmente las medidas no convencionales que configuran su actual mix de política monetaria. En los próximos meses deberíamos ver cómo el BCE prepara el terreno para, a finales de este año o inicios del próximo, apuntar a una normalización de los tipos negativos de la facilidad marginal de depósito y una reducción paulatina de las compras mensuales de bonos soberanos.
En este sentido, la reducción de la prima de riesgo sistémica ha conducido al tipo de cambio USD/EUR a romper la media móvil de 200 sesiones, lo que parece abrir un nuevo rango lateral-alcista definido por los niveles 1,085 a 1,115 como primera referencia. Por el mismo motivo, los spreads de deuda periférica podrían tener algo más de recorrido a la baja, con un suelo para el diferencial España-Alemania a 10 años en referencias de 120 a 125 puntos básicos aproximadamente.
Italia podría ser la excepción a este movimiento o, en todo caso, la economía más vulnerable a un incremento del riesgo idiosincrático. No debe descartarse que las primarias en el Partido Demócrata de Renzi terminen siendo el pistoletazo de salida a un adelanto electoral en el que el euroescéptico Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo sigue liderando las encuestas, aunque en clara minoría. A esto se añade la situación de su sistema bancario, que sigue siendo un factor de riesgo para la deuda italiana.
Es de esperar que la atención de los mercados se centre a partir de ahora, salvo sorpresa en Francia o intenso deterioro de la situación en Italia, en la secuencia de normalización de la política monetaria por parte del BCE. Este será el principal factor director del mercado, junto con la estrategia de la Fed (combinación de subidas de tipos y reducción de balance) y los anuncios en materia fiscal y otros estímulos por parte de la administración Trump.
En este sentido, la reunión del Consejo de Gobierno del BCE de este jueves no ha dado señales de un endurecimiento del mensaje que parecía deducirse de la anterior cita, más allá de una matización sobre la valoración de riesgos: si hace seis semanas se estaban “reduciendo”, ahora se estarían “equilibrando”. Con permiso de Le Pen, bien sûr.