El Banco de España acaba de publicar la Memoria de la Supervisión Bancaria en España, correspondiente al año 2016, cuya primera edición se remonta al año 2001, un documento que siempre ha sido muy informativo para conocer mejor esta faceta del sistema bancario español.
En esta ocasión lo es algo más, sobre todo desde el punto de vista gráfico, siguiendo la tendencia de los últimos años, debido a la creciente complejidad que ha ido alcanzado la supervisión bancaria, que merece explicaciones que faciliten su comprensión para los interesados.
En primer lugar, desde el punto de vista de que dicha supervisión se ejerce ahora en el seno del mecanismo único de supervisión y, por tanto, no corresponde solamente al Banco de España, como se expone muy bien en el siguiente gráfico. En este sentido, la memoria debería manejarse en paralelo con el Informe Anual sobre las actividades de supervisión del BCE, que se publicó en marzo.
ANC es la autoridad nacional competente, en este caso el Banco de España.
Pero la supervisión se ha hecho también más compleja en su alcance, de ahí la variedad de funciones supervisoras que asume el Banco de España, como se refleja en el gráfico siguiente. Dichas funciones son las más importantes que ejerce ahora nuestro banco central, ya que las propias de esta figura, como la política monetaria, están subsumidas en su pertenencia al Eurosistema, cuyas decisiones corresponden al BCE.
Ante esta complejidad, no resulta extraño que el Banco de España haya pasado en los últimos tiempos por varias reestructuraciones organizativas, la más reciente a finales del pasado mes de abril.
Como no es posible resumir en este post toda esta complejidad de actividades, vamos a centrarnos en la supervisión de conducta de las entidades, que es la que entendemos tiene mayor interés para el público en general, ya que uno de sus principales objetivos es la protección del cliente bancario, sin olvidar el riesgo sistémico asociado a la conducta inadecuada de las entidades, como se ha reflejado en algunas de ellas durante la crisis reciente. Dicha supervisión está a cargo del Departamento de Conducta de Mercado y Reclamaciones y tiene como principales áreas las que se incluyen en el gráfico siguiente, de las cuales la publicidad se ha incorporado en 2016.
A la vista de lo que ha sucedido en relación con la crisis, no resulta extraño que el Banco de España detecte un amplio margen de mejora en los servicios de atención al cliente de las entidades, que deberían ser el primer escalón en su protección y, al mismo tiempo, de defensa de la reputación y la confianza de las entidades, que no hay que olvidar que forman parte de su estructura. Esto en un momento en que resulta previsible que se produzca en breve un cambio legal en España en los mecanismos de protección del consumidor de servicios financieros.
Tampoco debe extrañarnos que una parte importante de las actuaciones supervisoras en este ámbito tengan que ver con el crédito hipotecario, incluyendo la protección de los deudores de este tipo sin recursos. A fin de cuentas, dicho crédito suele ser el contrato con mayor impacto económico que firman los ciudadanos y, por tanto, debería ser de alta prioridad, no sólo para el supervisor, sino también para el regulador, que todavía tiene pendiente de transponer la Directiva de la UE en esta materia.
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