Es bien conocida la singularidad de la materialización del ahorro de las familias españolas (la de su riqueza) frente a países de nuestro entorno. De los 5,5 billones de euros que se estima representaba a cierre de 2017 (un 540% del PIB), en torno al 80% estaba soportada por activos inmobiliarios, en tanto que el 20% restante (un 115% del PIB, según datos del reciente informe de Inverco[1]) lo aportaba su riqueza financiera neta.
También lo es la históricamente relativa baja tasa de ahorro de los hogares españoles, significativamente por debajo de la media de la eurozona, especialmente de la alemana o la francesa, aunque no muy diferente de la de países como el Reino Unido e Italia. Y tanto como el reducido nivel de la contribución anual al ahorro, no es menos llamativa la extraordinaria sensibilidad de dicha tasa a cambios en las condiciones cíclicas de la economía: hoy volvemos a situarnos en niveles cercanos al 6% de la renta disponible, casi la misma tasa que la previa al inicio de la crisis hace diez años, y eso después de haber alcanzado un nivel doble tras el primer impacto recesivo.
Con ser extremadamente relevante esa triple caracterización del ahorro de las familias españolas, nuestro interés en esta entrada, aprovechando los datos recién publicados del informe de Inverco, pone el foco en ese 20% de la riqueza de las familias que a día de hoy se materializa en activos financieros. El cuadro adjunto es bien ilustrativo de los grandes cambios que se han operado durante esta última década.
Aun cuando el grado de concentración en activos inmobiliarios sigue siendo muy extremo, se ha producido una reorientación clara hacia activos financieros computados en términos netos. De hecho el volumen de activos financieros netos en poder de las familias prácticamente se dobla en el periodo, hasta alcanzar 1,3 billones de euros a cierre de 2017 frente a los 0,7 billones de 2008.En concreto:
- Tal reorientación viene explicada en primer lugar por una sustancial reducción de los pasivos financieros de los hogares, fruto del fuerte desapalancamiento a lo largo de la crisis tras hacer frente a su gran endeudamiento para financiar la ingente inversión inmobiliaria que acometieron en el periodo pre-crisis.
- Ahora bien, el otro 70% del aumento de la riqueza financiera neta de las familias (más de 0,4 billones de euros) tienen que ver tanto con un aumento de las adquisiciones netas de ciertos activos que han realizado las familias, como con la propia revalorización que se han producido de algunos de ellos.
- Destaca en concreto sobremanera el crecimiento del ahorro financiero de las familias localizado en IIC (Instituciones de Inversión Colectiva), más que doblando en 2017 (al superar los 0,3 billones de euros) la cifra inicial de 2008. El proceso de bajada de tipos que hemos vivido durante este largo periodo ha terminado por aumentar el atractivo relativo de los fondos de inversión con un mayor perfil de riesgo. Otra consideración no menos relevante para la propia industria es el mucho mayor crecimiento relativo experimentado por las IIC extranjeras, en las que ya se materializa casi un tercio de los activos financieros en fondos de los hogares españoles.
- También ha aumentado el atractivo de la inversión directa, básicamente en renta variable, que se ha beneficiado además (como los propios fondos de inversión) de una recuperación de sus precios en los años más recientes. Sigue conservando con 0,5 billones la segunda posición, tras los depósitos bancarios, en la preferencia de las familias, y todavía supera significativamente la localización del ahorro de las familias en fondos de inversión.
- Con un crecimiento que podríamos calificar de “vegetativo” los depósitos bancarios conservan su posición de primacía, si bien con una estructura interna que ha cambiado radicalmente. La práctica ausencia de remuneración de los mismos en las actuales condiciones de tipos cero, ha determinado una drástica reducción de los depósitos a plazo que al inicio de la crisis eran los dominantes.
- La materialización de la riqueza financiera de los hogares en seguros de vida-ahorro y previsión ha experimentado por su parte un crecimiento sostenido y significativo. Por supuesto se ha beneficiado de la pérdida de atractivo relativo de los depósitos, pero también de un mayor interés de la industria banca-aseguradora en el mencionado contexto por desarrollar este tipo de activo sustitutivo.
- Finalmente, el ahorro materializado en fondos de pensiones, aunque con un crecimiento también sostenido pero más reducido, siguen estando lejos de ser un instrumento de ahorro previsional mínimamente relevante para los estándares deseables.
[1] INVERCO: “Las instituciones de inversión colectiva y los fondos de pensiones: Informe 2017 y perspectivas 2018”, febrero 2018