A las 10 de la noche del 6 de julio de 1988 comenzó a incendiarse la plataforma petrolífera Piper Alpha en el Mar del Norte, y la tragedia que provocó sigue haciendo de ella la peor catástrofe de la historia en la industria de extracción de petróleo. Hubo 167 muertos como consecuencia de las explosiones e incendios registrados tras producirse una fuga de gas que generó una reacción en cadena y convirtió la plataforma en una bola de fuego. Así pues, se cumple ahora un cuarto de siglo del accidente.
Trabajaban allí 226 personas y se salvaron, básicamente, los pocos que reaccionaron y se tiraron al mar, algunos desde más de 20 metros de altura, y resistieron las bajas temperaturas del agua hasta su rescate, que fue posible por la participación de varias decenas de barcos, entre ellos 6 pertenecientes a la OTAN y que regresaban de unas maniobras militares en las costas noruegas. Curiosamente, el fuego que rodeaba a los que se tiraron al mar templó la temperatura de las aguas y les permitió resistir hasta el momento del rescate, que fue muy dramático porque también murieron durante el mismo varios tripulantes de las naves que llegaban en auxilio de las víctimas.
La mayoría de las víctimas era de nacionalidad británica y había un español entre los desaparecidos, Miguel Gálvez Estévez. Trabajaba en la plataforma como ayudante de cocina. Su hijo, que tenía un año cuando ocurrió el accidente, rindió tributo a su padre en este vídeo, que alterna imágenes familiares con otras de la tragedia.
El accidente se produjo por fallos en el protocolo de seguridad. Unos operarios del turno de mañana realizaron unas tareas de mantenimiento rutinarias, que quedaron inacabadas al finalizar su turno. No se advirtió de esa circunstancia a los operarios del siguiente turno, que durante su turno se encontraron con la necesidad de poner en marcha equipamiento que no estaba plenamente operativo. Y de modo inmediato, se sucedieron las explosiones y los incendios hasta la completa destrucción de la plataforma.
Como consecuencia de este accidente, se adoptaron medidas adicionales de seguridad en las plataformas petrolíferas para evitar casualidades como las que provocaron esta gran tragedia. Por otra parte, hubo muchas dificultades para conseguir apagar el incendio y concluir las tareas de reparación. Cada día que pasaba sin conjurar el problema, Occidental Petroleum, la empresa propietaria de la plataforma, hacía frente a una factura de 4 millones de euros. EL PAÍS informaba una semana después del accidente de la contratación de un afamado bombero, Paul 'Red' Adair, para lograrlo. Se hablaba en el artículo de su ya extenso currículo, que engordó aún más tras su paso por esta plataforma, porque Adair también tuvo una estelar participación en la extinción de los 500 pozos petrolíferos kuwaitíes incendidados en la Guerra del Golfo. Adair era, cuando ocurrió el incendio de Piper Alpha, un millonario bombero que de haberlo querido ya podría haberse retirado, tanto por su edad como por sus ganancias. Sin embargo, se contaba que este trabajo duro y complejo le apasionaba. La crónica de EL PAÍS de su paso por el Mar del Norte terminaba así: "Cuando termine su trabajo, y si todo sale bien, Adair volverá a Texas con unos 200 millones más de pesetas. Ahora sólo pide una cosa: "Rezad por nosotros".
La plataforma Piper Alpha antes del accidente y convertida en una bola de fuego la noche del 6 de julio de 1988 / OILC Issue 86 Piper Alpha 25th Anniversary Special Edition
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