Se cumplen 25 años de la muerte en su celda del penal del Dueso, en Santoña (Cantabria), de Rafael Escobedo, único condenado por el crimen de los Urquijo. Los marqueses de Urquijo eran sus suegros y su asesinato, el 1 de agosto de 1980, conmocionó a la sociedad española: dos aristócratas millonarios disparados mientras dormían en su casa. Desde el propio asesinato de los Urquijo a la muerte de Escobedo, condenado por su asesinato, todo estuvo impregnado de oscuridad, dudas, elucubraciones, cabos sueltos y en no pocas ocasiones una ausencia clamorosa de explicaciones. Conspiraciones, contubernios, traiciones y enigmas aderezaron las informaciones publicadas en el caso de los marqueses de Urquijo y en el caso Escobedo. Al cumplirse un cuarto de siglo del suicidio de Rafi Escobedo, este blog recordará circunstancias previas y posteriores de este suceso.
El 27 de julio de 1988, a Escobedo le encontraron muerto colgado por el cuello con un trozo de sábana sujeto a los barrotes de la ventana de su celda. La autopsia determinó que fue un suicidio. Un análisis toxicológico reveló la presencia de cianuro en su cuerpo en unas dosis que en principio no parecían mortales. Se especulaba con la posibilidad de que fuera debida el consumo de droga (cocaína y heroína) que esnifaba desde 2 ó 3 meses antes de su muerte. Los traficantes de droga usaban cianuro potásico o sódico para cortar las drogas.
Este descubrimiento alentó la hipótesis de que no se tratara de un suicidio (el fallecido no dejó mensaje alguno) sino de un homicidio, que alguien suministró el veneno, que produjo atontamiento o pérdida de conciencia en Escobedo, aprovechando la circunstancia para colgarle de la sábana. Eso lo dijo el abogado de Escobedo, Marcos García Montes, pero para mayor confusión, lo afirmaba un informe firmado por dos médicos forenses y un anatomopatólogo, uno de ellos fue José Antonio García Andrade, quien afimó haber hecho su estudio con gran rigor y en interés de la justicia, pero sin examinar las vísceras del fallecido, porque este estudio no estaba autorizado por la jueza del caso y no hubo exhumación del cadáver. Así pues, se basó en documentación aportada por el abogado García Montes y su propia existencia provocó el estupor de la jueza instructora, Mercedes Sancha.
A la sazón, el juzgado de instrucción de Santoña tuvo al frente a 4 jueces diferentes en los 3 meses que siguieron a la muerte de Escobedo: José Antonio Alonso (que más tarde sería ministro), Fernando Andreu, Mercedes Sancha y finalmente Fernando Grande-Marlaska, que fue quien sobreseyó la causa abierta tras la muerte de Escobedo por falta de pruebas. Eso sí, afirmó en su auto que cualquiera pudo ayudar a Escobedo a suicidarse porque la puerta de su celda estaba abierta. Lo que no era baladí para quienes afirmaban que no fue un suicidio.
EL PAÍS conversó con este juez, y dijo lo siguiente: "Admito que alguien pudo penetrar dentro y colgar a Escobedo contando con su voluntad. Lo que descarto en todo caso es que la muerto sobreviniese por homicidio o asesinato". Esto ocurrió en enero de 1989, pero en diciembre de 1988 también habló Grande-Marlaska con EL PAÍS y dijo que ya tenía una idea formada sobre el caso, que "a nivel nacional se ha convertido en una novela que cada ciudadano tiene escrita. Soy consciente de que cualquier decisión que adopte en enero tendrá sus detractores". No fue el final de la historia: en marzo de ese año reabrió el caso tras recibir una documentación que resultó ser falsa, lo que propició un nuevo cierre del mismo, ratificado por la Audiencia de Santander. Sobre la hipótesis del homicidio, véase esta entrada del blog Elemental.
Rafael Escobedo había concedido una entrevista al periodista Jesús Quintero, emitida en TVE-1 el 13 de julio de 1988, dos semanas antes de su muerte, en el programa El perro verde. Pudo verse a las 23.15 horas de ese miércoles de julio, a continuación de un episodio de Canción triste de Hill Street. Compitió en la misma franja horaria con un episodio de Se ha escrito un crimen, que emitía TVE-2. No era una competencia feroz: todo quedaba en casa.
Ya antes de que su muerte diera mayor relieve a esa entrevista, el programa motivó una queja del Ministerio de Sanidad, cuyo titular de la época era Julián García Vargas, porque esa entrevista suponía una "incitación al consumo de drogas", en palabras de Miguel Solans, delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, quien afirmó que Escobedo estaba bajo los efectos de las drogas durante la entrevista, extremo que Quintero tildó de falsedad. Escobedo anunció su intención de suicidarse. Textualmente dijo: "Ahora vegeto, intento vegetar para no sufrir, pero aún así no lo consigo. Únicamente me refugio en las drogas. Son lo único que utilizo para seguir viviendo, vegetando." EL PAÍS publicó poco después de morir un artículo relatando las angustias de Escobedo y cómo la idea del suicidio rondaba en su cabeza desde mucho tiempo antes.
Días después de su muerte, un familiar que visitaba a Rafi en prisión, afirmó que últimamente no cobraba las entrevistas que le hacían y que "se limitó a indicar a Jesús Quintero, tras acceder a grabar el reportaje para Televisión Española, que se consideraba bien pagado con el envío de unas playeras de tenis."
El lunes 1 de agosto, cuando no había pasado ni una semana de su muerte, TVE programó a las 23.15 su espacio Documentos TV y repitió la entrevista. EL PAÍS informaba que "tras el programa se celebrará un coloquio a través de Radiocadena Española, en el que intervendrán Francisco Pérez Abellán, autor del libro El caso Urquijo; José Antonio Zarzalejos, fiscal del caso, y Marcos García Montes, abogado de Escobedo." Esta repetición de la entrevista propició un artículo de Eduardo Haro Tecglen cuya lectura es muy recomendable. Su título era La voz de ultratumba. En el artículo, Haro hacía mención al hecho de que TVE tuvo intención de emitir la entrevista inmediatamente después de producirse su muerte, y así lo anunció en el Telediario, pero el consejo de administración prohibió dicha emisión, que sí fue finalmente realizada el 1 de agosto.
La entrevista de Quintero, que no he conseguido enlazar si es que está disponible en Internet, fue patética: al menos ese es el recuerdo, muy vaporoso, que tengo. He recuperado en el Archivo de carpetas biográficas de EL PAÍS una información de la desaparecida revista Panorama en la que se transcribían los fragmentos más reseñables de la misma. Al final de su conversación en la celda, Quintero le inquiere: ¿Al final de la entrevista no puedes dejar un poco de esperanza? Rafael Escobedo responde: ¿Hasta cuándo aguantaré? Me quedo horas y horas mirando las rejas de la ventana en la celda y repitiéndome cuélgate, ahórcate, termina de una vez con todo eso. (...) ¡Dios mío, nunca saldré vivo de aquí! ¡Qué impotencia!"
Rafael Escobedo sonríe durante la entrevista concedida a Matías Antolín el 23 de julio de 1988, 4 días antes de morir / MATÍAS ANTOLÍN
Hay 1 Comentarios
Gracias por el documento. Saludos
Publicado por: miguel | 28/07/2013 1:30:54