Se cumplen 10 años de la muerte de Mario Onaindía, uno de los protagonistas de la Transición cuya contribución a la normalización política del País Vasco fue transcendental. El 31 de agosto de 2003 murió un hombre que encarnaba la historia del País Vasco del último medio siglo. Su trayectoria vital y política tuvo como eje fundamental la defensa de las libertades, cuya defensa hizo en un artículo que denunciaba la atávica relación del nacionalismo vasco con el absolutismo.
Onaindía fue miembro de ETA, condenado a muerte en el histórico juicio de Burgos de 1970. Posteriormente, fue el artífice, junto a Juan María Bandrés, de la autodisolución de ETA político-militar. Su militancia en la banda terrorista, cuyos recuerdos vertió en sus memorias, no fue óbice para que realizara una condena radical del terrorismo a lo largo de su vida y que en sus artículos pueda verse una clarividente toma de postura democrática, que resultaba especialmente destacable por pronunciarla alguien tan connotadamente vinculado con ETA en el pasado. En 1987, decía, dirigiéndose a ETA, lo siguiente:
"ETA Militar tendría que dar un salto mortal sin red y aceptar un montón de cosas, que otros vascos y no vascos las hemos ido aceptado en un suave deslizamiento, casi como una mera madurez biológica:1º No hay una nación vasca ni un Pueblo Trabajador Vasco (PTV), ni un Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) distinto de ese colectivo de gente que vive en Euskadi y expresa su voluntad política en las urnas.
2º No se puede decir que se está en favor del pueblo vasco, de la democracia, del autogobierno y de la autodeterminación y a la vez despreciar la voluntad concreta libremente expresada de este pueblo, en concreto, el Estatuto de Guernica.
3 º El pueblo vasco no tiene otros representantes que los que ha elegido democráticamente: Parlamentos y Gobiernos.
En fin, obviedades, pero que no lo eran tales hace diez años ni para todos los nacionalistas ni para todos los izquierdistas."