El 1 de agosto se cumple un cuarto de siglo de la muerte de nuestro compañero Ismael López Muñoz, periodista que perteneció al equipo fundador de EL PAÍS y al que se encomendó la tarea de ser ombudsman cuando la dirección decidió instaurar esta figura en el año 1985. Este periódico fue pionero en la prensa española y cuando López Muñoz comenzó su tarea, había 29 defensores del lector en todo el mundo. Esta fue una de las muchas ocupaciones que desarrolló en su brillante vida profesional. También fue el primer corresponsal del periódico en Moscú, donde creó y organizó la corresponsalía a partir de septiembre de 1977, pocos meses después del establecimiento de relaciones diplomáticas de España con la URSS.
El 9 de febrero de 1978, cuando se cumplía el primer aniversario del establecimiento de relaciones bilaterales, EL PAÍS informó de un incidente que ocurrió dos días antes en el aeropuerto de Moscú. Las autoridades aduaneras registraron los 23 bultos que llevaba el corresponsal de EL PAÍS y requisaron unos 30 libros que llevaba en su equipaje. Tuvo que permanecer en la aduana 8 horas y al constatar que persistían los aduaneron en su intención de no devolverle sus libros, envió una carta de protesta al Ministerio de Asuntos Exteriores soviético. Los libros eran en su mayoría de historia y política soviética editados en España. Un día más tarde le dijeron que podía recoger sus libros.
Tuvo un primer encontronazo con las autoridades soviéticas cuando en febrero de 1979 le hicieron una "advertencia oral". El propio Ismael contaba el 23 de febrero de 1979 cómo se le citó telefónicamente para que se presentara en el departamento de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores soviético. Allí recibió una "breve advertencia oral" por parte de dos altos cargos ministeriales por considerar que publicó un artículo que contenía investigaciones inciertas en contra de la URSS. Literalmente se decía que "algunas afirmaciones de su artículo -prosiguió el jefe del departamento- hacen daño a las relaciones amistosas entre los dos países, lo que está en contra del espíritu de comprensión mutua alcanzado con motivo de la visita a la Unión Soviética del ministro español de Asuntos Exteriores, señor Oreja Aguirre». Fijó su atención en que «no es posible publicar tantas investigaciones (sic), y tenemos la seguridad de que toma nota de esta advertencia».
Ismael era entonces el único corresponsal español acreditado en la capital soviética y aparentemente, la advertencia oral era un apercibimiento relativamente habitual que se hacía a periodistas occidentales cuando publicaban noticias que no eran del gusto de las autoridades. En el caso de EL PAÍS, la información que provocó el incidente se publicó el 14 de febrero, pocos días antes, con el siguiente titular: El Partido Comunista soviético, dispuesto a financiar parte de la campaña del PCE. En su crónica se afirmaba que "el tema, siempre vidrioso, de la posible financiación de los partidos políticos españoles a través de partidos políticos de otros países, en el caso de los comunistas adquiere especial significación. En las gestiones realizadas en Moscú para conseguir ayuda económica importante, parece ser que intervino el diputado Ignacio Gallego, pocos días después de que el presidente Suárez anunciase elecciones para marzo y abril."
En marzo de 1980 recibió una segunda advertencia porque las autoridades soviéticas conseraban que EL PAÍS publicaba artículos que podían considerarse antisoviéticos. Ismael López Muñoz había publicado el 8 de marzo que la población estaba descontenta con el desabastecimiento generalizado de artículos de primera necesidad. Como su información se publicó el Día de la Mujer, tituló No hay ramos de flores en Moscú para celebrar el Día de la Mujer. Contaba que la tradición de regalar un ramo de flores ese día se había convertido en un reto: no había flores y los precios estaban por las nubes. En la información encontramos este párrafo: "Lo más sintomático de la anécdota floral es el reflejo en la población de alarmantes síntomas de descontento por la situación actual de la economía soviética y un rechazo, cada vez más evidente, por las aventuras militares en las que se meten los dirigentes soviéticos, sin contar en absoluto con la opinión popular. Son muchos años de privaciones, alimentándose de promesas, para que el resultado final sea el mismo. Faltan artículos de primera necesidad y la calidad de otros productos es deficiente."
No gustó a las autoridades comunistas este desenvuelto estilo de contar las cosas que pasaban, así que le llamaron al orden. Segunda advertencia verbal, también en el Ministerio de Asuntos Exteriores, previa comunicación telefónica. Tras rogarle que no hiciera uso de su grabadora, procedieron a leerle la cartilla. "En los últimos tiempos, en el periódico EL PAÍS aparecen artículos que contienen palabras antisoviéticas y falsas sobre la URSS. El último ejemplo es un artículo de su corresponsal en Moscú, publicado en EL PAÍS del pasado día 8 de marzo. No cabe duda que la divulgación de esa información está orientada para producir sentimientos inamistosos del pueblo español hacia el pueblo soviético, lo que no contribuye al normal desarrollo de las relaciones entre dos países, misión que corresponde a la actividad de cualquier periodista cuyo Gobierno firmó los acuerdos de Helsinki. No es la primera vez que personalmente debemos fijar su atención con motivos parecidos. Confiamos en que usted sacará sus propias conclusiones y en el futuro no volverá a abusar de la confianza que le otorga nuestro país. Deseamos que haga público a su periódico el motivo de esta visita."
Excede del propósito de este breve recuerdo de Ismael extenderse en comentarios sobre el penoso estilo y contenido de estos mensajes tan cándidos en su autoritarismo. Podemos imaginar que tranquilizadores no fueron, ni para nuestro corresponsal ni para el propio periódico, que contemplaba indisimuladas intenciones de las autoridades soviéticas por condicionar y poner trabas a su tarea informativa.
A la vuelta de la corresponsalía ocupó la jefatura de Cierre, creó el Servicio de Noticias y desde finales de 1985 hasta finales de 1987 fue Defensor del Lector. Su último trabajo en el periódico fue la jefatura de redacción del equipo de investigación de EL PAÍS.
Gracias a Juan Cruz puedo ofrecer un recuerdo más fresco y verdadero de Ismael. Para Juan, hablar de Ismael es hacerlo del afecto que desprendía su persona, que todo lo hacía movido por la afectividad. Es, desde luego, hablar también de la pasión que sentía por EL PAÍS y por el periodismo, una pasión tan grande que le hizo "vivir a bocanadas de humo y de noches". Ismael no deslindaba en su vida dedicaciones ajenas a su vocación: "aunque no hiciera nada, estaba trabajando para el periódico".
La muerte de Ismael en el primer día de sus vacaciones del año 1988 causó gran conmoción en la Redacción, reflejada en el artículo que le dedicó el Director de EL PAÍS, Juan Luis Cebrián, publicado al día siguiente de su muerte. Se tituló Un periodista. Ismael "era un periodista de raza, hecho a la imagen y semejanza de los mejores clichés que al respecto nos ha regalado el cine del género."
Imagen de Ismael López Muñoz del año 1985 / CHEMA CONESA
Hay 1 Comentarios
Cómo me ha gustado (y emocionado) este recuerdo a un grandísimo periodista, y mejor persona, como era Ismael. Tuve la suerte (y el privilegio) de tratarle en aquellos primeros años de El País, yo desde mi puesto en preimpresión. Una vez cerrada la última edición, salíamos a tomar las últimas cervezas a aquellas horas tan intempestivas y charlábamos de lo divino y humano, él siempre con esa cercanía y calidez tan maravillosas. Desprendía simpatía, inteligencia, humor... ¡Qué buenos recuerdos y qué desgracia su temprana muerte! Gracias por este recuerdo.
Publicado por: Barceló | 01/08/2013 20:47:16